Jueves de Cine | Juan Orellana
El zorro. En el nombre del padre
Es de las
pelÃculas más conmovedoras que se han hecho sobre la figura paterna. Sobria,
sin sentimentalismos. Pero muy verdadera. Se basa en la historia real del
bisabuelo de Adrian Goiginger, el director y guionista austriaco que firma con
este su tercer largometraje. Nos situamos en los años 20 en los Alpes
austriacos. Franz Streitberger (Maximilian Reinwald) es el pequeño de una
familia numerosa. Son muy pobres y viven de recoger leña. Sus padres son
profundamente católicos. Rezan a diario y se confiesan semanalmente. Josef
Streitberger es un padre seco, duro, sobrio, de pocas palabras. Franz le admira
y le respeta. Por las noches Josef canta para su familia canciones alpinas y,
cuando Franz está enfermo, habla con él y le enseña a no temer a la muerte. Pero
llega un dÃa, terrible, en que Josef ya no puede mantener a su familia y
renuncia a la tutela de Franz, que es acogido por granjero adinerado. Esta
brusca separación es un trauma para todos. Franz vive con el granjero hasta la
mayorÃa de edad y en ese momento se alista en el Ejército. No ha vuelto a ver a
su familia. Llega el Anschluss y Franz (interpretado a partir de ahora por
Simon Morzé) se ve combatiendo para el Tercer Reich e invadiendo Francia. Un
dÃa, en el bosque, ve un zorrito abandonado porque su madre ha muerto en un
cepo. Franz empatiza inmediatamente con el animal, se identifica con su trauma
y se lo lleva para cuidarlo, a escondidas, durante más de un año. En su
relación con el zorro, Franz llegará a entender a su padre, al que guarda un profundo
rencor.
Muchos
comentaristas se han centrado en la trama del zorro desde una perspectiva de
amistad con la mascota. Pero la pelÃcula no se entiende si no se pone en el
centro la dolorida relación entre padre e hijo que necesita clamorosamente de
sanación. Los tres últimos minutos del filme son un milagro cinematográfico de
verdadera humanidad, un conmovedor elogio de la relación paternofilial.
En la cinta
hay un interesante plantel de secundarios, como Marie (Adrianna Gradziel), que
más allá de la trama romántica va a jugar un papel decisivo en el destino del
vÃnculo de Franz con su padre; o Anton (Marko Kerezovic), el único compañero de
armas con el que Franz se va a abrir un poco.
La
pelÃcula, magnÃficamente realizada, nos brinda escenas realmente brillantes,
como la del canto alpino alrededor del fuego, el descubrimiento del mar por
Franz y su compañero de filas o el encuentro con la granjera francesa. Rodada
con mucho oficio, Goiginger ha contado con la magnÃfica fotografÃa de Yoshi
Heimrath y Paul Sprinz y con una banda sonora soberbia de Arash Safaian.
El
resultado final es una pelÃcula inteligente y que confÃa en la inteligencia del
espectador. Una cinta que combina el género dramático con el bélico y el
romántico, pero sin regodearse en los horrores de la guerra, y que procura
dejar espacio a la belleza en cualquier momento. Inolvidable.
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