Fe y Vida | Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Santa
María Goretti. Vidriera
en la capilla de Fátima en Langen, Alemania. Foto: Reinhard Müller.
6 de julio: santa María Goretti, la niña que
perdonó a su violador y asesino
La
niña santa que ha pasado a la historia como la mártir de la castidad dio un
precioso testimonio de perdón antes de morir. Gracias a aquello su agresor se
convirtió y acabó sus días en un convento capuchino
Pobreza y
pecado se mezclan en la historia de la santa italiana María Goretti, que ha
pasado a la historia como mártir de la castidad tras resistirse a una
violación. Aunque habría que añadir una tercera p,
la del perdón que otorgó a su asesino antes de morir.
María fue
la tercera de los hijos de Luigi y Assunta, un matrimonio que se lanzó a la
aventura de fundar una familia cuando el único horizonte que tenían era el de
una pobreza desoladora. Juntos cultivaban una pequeña parcela de tierra en
Ancona, pero al llegar los hijos resultó insuficiente y emigraron al Lacio.
Allí hicieron alianza con otra familia, los Serinelli, también cargados de
hijos. Las dos familias vivían en la misma casa, con la cocina en común, y
todos sus miembros trabajaban la tierra.
El nuevo
clima no le vino bien al patriarca de los Goretti, que cayó sucesivamente
enfermo de malaria, tifus, meningitis y neumonía. Su cuerpo no aguantó más y
Luigi murió el 6 de junio de 1900, dejando a su mujer viuda y con seis hijos a
su cargo. «Ánimo, mamá —le dijo María a Assunta—. ¿Por qué tienes miedo? Dios
proveerá».
La familia
tenía una fe sencilla que alimentaba con el rosario diario y la Misa los
domingos. Al poco de morir su padre, María le dijo a Assunta que quería hacer
la Primera Comunión, pero su madre le dijo que no tenía dinero para comprarle
un traje con el que ir vestida dignamente en la celebración. «Dios proveerá»,
volvió a repetir la niña. «Yo no quiero estar sin Jesús». Al final la familia
consiguió un traje blanco y María pudo recibir por primera vez al Señor en la
pequeña iglesia del pueblo.
A
Misa con el asesino
«No bebía,
rezaba el rosario todas las noches con nosotros, iba a Misa los domingos, se
confesaba y comulgaba cada dos meses y era formal en el trabajo»: así llegó a
definir Assunta a Alessandro, el menor de los ocho hijos de la familia
Serinelli, después de la muerte de su hija María. Algo le pasó a aquel joven,
que después reconocería que las malas compañías y «las lecturas y espectáculos
inmorales» cambiaron su forma de ser.
En el mes
de junio de 1902, por dos veces intentó Alessandro, de 20 años, forzar a María,
entonces una niña de tan solo 11, a tener relaciones con él. Al no tener éxito,
decidió ir un paso más allá y el 5 de julio sorprendió a la niña a solas en la
casa familiar. La metió por la fuerza en la cocina y allí la amenazó con un
punzón que había escondido para la ocasión. «No, no, Dios no lo quiere. Si
haces esto te vas al infierno», le dijo María a Alessandro, pero como se
resistía la apuñaló 14 veces antes de huir.
«Marieta
mía, ¿qué pasó, quién lo hizo?”», le preguntó su madre después al encontrarla
en medio de un charco de sangre. «Ha sido Alessandro. Quería que hiciera cosas
malas y yo no quise». La mandaron rápidamente al hospital, y allí, mientras se
debatía entre la vida y la muerte, el capellán se acercó a su cama y le
preguntó abiertamente: «María, ¿tú quieres perdonar?». Y la niña respondió con
rapidez: «Por el amor de Jesús, lo perdono y quiero que venga al cielo
conmigo». No le dio tiempo a mucho más: el 6 de julio falleció ante los suyos,
pero antes de morir tuvo una visión: «¡Qué hermosa dama! ¿Cómo es posible que
no la veáis? Es tan hermosa, llena de luz y de flores…».
En aquel
tiempo, la ley italiana consideraba a Alessandro menor de edad, por lo que no
se le condenó a cadena perpetua sino a 30 años de cárcel. Con el tiempo se dio
a conocer la triste historia de su vida: su padre era alcohólico y su madre
murió en una casa para personas con enfermedades mentales entre rumores de
haber intentado ahogar a su propio hijo al poco de nacer. La niñez y juventud
del chico estuvieron marcadas por la enfermedad, el alcoholismo, la pobreza,
una sucesión de trabajos precarios y la muerte trágica de varios de sus
hermanos. Después de matar a la niña no dio pruebas de arrepentimiento, ni
siquiera cuando el obispo fue hasta la cárcel a interesarse por él, pues la
noticia ya estaba corriendo por toda Italia.
Sin
embargo, el joven cambió por completo tras un sueño que tuvo en el que vio a
María portando 14 lirios y sonriéndole con un rostro resplandeciente. En la
cárcel se acercó más a Dios y cuando salió pidió su ingreso en un convento
capuchino. En 1934 fue hasta Assunta a pedirle perdón, pero ella le contó que
ya lo había perdonado cuando lo hizo María. Juntos fueron del brazo a celebrar
la Misa de Navidad en medio del asombro de todo el pueblo.
Poco antes
de morir, en 1970, a los 87 años, Serinelli escribió un testimonio espiritual
en el que reconocía que «en mi primera juventud tomé el camino del mal, que me
llevó a la ruina», pero que María Goretti —ya canonizada— fue «el ángel bueno
que la Providencia puso delante de mis pasos, verdaderamente mi luz y mi
protectora».
Bio
·
1890: Nace en Corinaldo (Italia)
·
1900: Luigi, su padre, muere
tras varias enfermedades
·
1901: Recibe la Primera Comunión
en Ferriere di Conca
· 1902: Es apuñalada por
Alessandro Serenelli y muere después de perdonarlo
·
1950: El Papa Pío XII la declara
santa
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