Evangelización | Carlos Pérez Laporta
La misericordia, mi patria
Viernes de la 13ª semana de tiempo ordinario /
Mateo 9, 9-13
Evangelio:
Mateo 9, 9-13
En aquel
tiempo, al pasar vio Jesús a un hombre llamado Mateo sentado al mostrador de
los impuestos, y le dijo:
«SÃgueme».
Él se
levantó y lo siguió.
Y estando
en la casa, sentado a la mesa, muchos publicanos y pecadores, que habÃan
acudido, se sentaban con Jesús y sus discÃpulos.
Los
fariseos, al verlo, preguntaron a los discÃpulos:
«¿Cómo es
que vuestro maestro come con publicanos y pecadores?». Jesús lo oyó y dijo:
«No tienen
necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Andad, aprended lo que
significa “Misericordia quiero y no sacrificio”: que no he venido a llamar a
justos, sino a pecadores».
Comentario
«¿Cómo es
que vuestro maestro come con publicanos y pecadores?». No lo pueden tolerar. El
pecado no deberÃa ocurrir, no deberÃa existir. Y como no deberÃa existir, debe
excluirse al pecador. Huyen de los pecadores como de los leprosos. No soportan
a los pecadores. Para ellos el pecador es puro pasado. Está determinado por su
pasado. No hay en el pecador nada más que pecado. Por eso son rechazados,
condenados al ostracismo. Es la cultura de la vergüenza: no hay espacio para el
error, no hay espacio para el pecado; cualquier infracción conlleva la
expulsión de la sociedad.
Pero,
Jesús, que pasa por ahà ve a Mateo. Y ve algo más que su pecado. Ve
infinitamente más. Jesús ve su porvenir. Por eso, le dijo «SÃgueme». Mira su
pecado pasado y lo ve como pasado. Para Jesús, Mateo no está determinado por su
pasado, sino por su porvenir. Para Él, Mateo está definido por aquello a lo que
está llamado, no por lo que ha hecho. Por eso, ve como desde ese pasado emerge
todo un porvenir ante sus ojos. Toda una historia que está por comenzar. Jesús
mira la culpa con toda la esperanza. La culpa de Mateo está ante los ojos de
Jesús ya completamente atrás en el tiempo. El amor con el que Jesús le mira
llena su vida de expectación.
Por eso, le
muestra un anticipo del final, del banquete. Para llenar a Mateo de la misma
esperanza que Él mismo tiene. La cena de todos los pecadores reclinados, que
vuelven al hogar paterno, que encuentran su patria en la relación Jesús.
«Misericordia quiero». Esa es la misericordia que desea Jesús, eso es lo que
espera: estar con nosotros por siempre. Y celebrarlo en un banquete eterno,
saciándonos sin cesar.
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