Convivencia | Marina Tomarro
El sueño de un mundo en
el que todos se sientan hermanos
El Arsenal de la Paz, sede del
Sermig, el Servicio Misionero de los Jóvenes, en Turín, cumple cuarenta años.
Fue el 2 de agosto de 1983 cuando, ante la presencia del entonces presidente de
la República Italiana, Sandro Pertini, y del fundador, Ernesto Olivero, este
lugar, que durante mucho tiempo había sido símbolo de la construcción de armas
de guerra y muerte, abrió sus puertas de par en par a decenas de miles de
personas que cada día encuentran acogida, ayuda y brazos abiertos
La bondad que desarma. Esto se
lee en el gran cartel con el que se saluda a quienes cruzan el umbral del
Arsenal de la Paz, en la plaza Borgo Dora de Turín. Un lugar que desde hace
cuarenta años visitan cada día miles de personas, desde voluntarios hasta
visitantes, pasando por las numerosas personas que necesitan una mano, ya sea
una comida caliente, un lugar donde pasar la noche o simplemente intercambiar
una palabra y recibir una sonrisa y un abrazo.
Un lugar que vio renacer, cuando
en el lejano 1983 Ernesto Olivero con su esposa María y un grupo de amigos se
pusieron manos a la obra para transformar la antigua fábrica de armas en un
lugar de paz y de acogida. Un sueño que con la contribución de muchos se ha
convertido en una realidad concreta.
Un lejano
día de verano en Turín
"Recuerdo aquella tarde de
un lejano verano, era el 2 de agosto, cuando entramos en esta ruina abandonada,
completamente desierta y enorme", cuenta la presidenta del Sermig, Rosanna
Tabasso.
“Lo primero
que hicimos fue mirar hacia arriba, donde hay grandes arcos, y el pensamiento
que nos vino fue que era como un monasterio donde experimentaríamos esta
fraternidad y encuentro con Dios. No teníamos nada, quizá ni siquiera los
conocimientos necesarios, pero entonces llegó un ingeniero y con él empezamos a
pensar cómo renovarlo”
"Cada
día que pasaba, la Providencia se hacía sentir. Teníamos un signo concreto de
la presencia de Dios entre nosotros, aunque hubiera dificultades, de hecho,
sobre todo al principio no todos los habitantes de este barrio estaban contentos
con nuestra iniciativa. Pero tal vez esos mismos problemas nos ayudaron a
mantener los pies firmemente plantados en la tierra”.
Devolver
los talentos que se poseen
Y las cifras que cuentan lo que
ha hecho el Sermig en estos cuarenta años son realmente impresionantes.
Hablamos de más de veintiocho millones de horas de trabajo voluntario, más de
diecisiete millones de noches de hospitalidad a quienes no tenían techo donde
dormir, tres mil comidas ofrecidas cada día, más de catorce millones de
asistencias a reuniones de formación y oración.
"Estos números no se
publican en nuestra web para presumir de lo que hacemos – subraya Rosanna
Tabasso – sino porque representan todos los pequeños y grandes gestos de las
personas que nos echan una mano cada día”.
“No
existiríamos si no existiera esta generosidad de quienes nos siguen y
acompañan. Desde donaciones de dinero o bienes materiales, hasta la aportación
gratuita de horas de voluntariado y competencias profesionales, que nos ayudan
cada día”
“Aquí, en
el Arsenal, hablamos de 'restitución', es decir, de poner a disposición del
prójimo gratuitamente lo que uno ha recibido como don de Dios, un talento que
cada uno de nosotros puede tener, en un camino compartido, de modo que lo poco
que tengo lo uno con lo que otros pueden dar, y juntos podemos hacer mucho por
los necesitados. Por eso a veces 'damos los números', para demostrar que la
Providencia actúa de verdad".
Los
Arsenales en Jordania y en Brasil
Y la Providencia no sólo se ha
detenido en Turín, sino que ahora los Arsenales de la Paz también están
presentes en Jordania y en Brasil. "Fuimos allí donde entendimos que había
un proyecto que nos interesaba", explica la presidenta Tabasso.
“Nos
llamaron los obispos locales para contarles nuestra experiencia al principio y
luego nos pusimos al servicio de estas personas según las distintas necesidades
que pueda haber. Por ejemplo, en Brasil tenemos una gran casa que acoge a
hombres de la calle, mientras en Jordania atendemos especialmente a niños
discapacitados y a sus familias, tanto cristianas como musulmanas”
Todos
juntos por Ucrania
El Arsenal siempre ha estado en
primera línea para llevar ayuda allí donde se necesita, como ocurrió en Ucrania
tras el estallido de la guerra en febrero del 2022. "Cuando vimos lo que
estaba pasando en Ucrania – recuerda la presidenta – no perdimos ni un momento
e inmediatamente nos organizamos para llevar ayuda a estos hermanos nuestros”.
“Lanzamos
un llamamiento y ¡la respuesta de los turineses fue extraordinaria!”
“Durante
días, el Arsenal se convirtió en una auténtica fábrica de ayuda, gracias a las
decenas de miles de voluntarios que se acercaron a nosotros y nos preguntaron
cómo podían ayudar. Allí nos dimos cuenta de que había una nueva necesidad, la
de dar una señal de que la paz aún tenía sentido”.
“Ayudar se
convirtió en un signo de esperanza. Más de noventa camiones partieron hacia
Ucrania. Fue una experiencia intensa que nos conmovió profundamente a todos, y
muchos voluntarios se quedaron y se unieron a los servicios regulares de
nuestra gran familia”
El
encuentro con el Papa Francisco
El pasado 7 de enero, la
comunidad del Sermig fue recibida en audiencia por el Papa Francisco, quien
quiso subrayar lo que anima a quienes forman parte de esta realidad: la
fraternidad. "Mientras los señores de la guerra obligan a tantos jóvenes a
luchar contra sus hermanos y hermanas – explicó el Pontífice a los presentes –
necesitamos lugares donde se pueda experimentar la fraternidad".
“He aquí la
palabra: Fraternidad. De hecho, el Sermig se llama ‘fraternidad de la
esperanza’. Pero también puede decirse lo contrario, es decir, la esperanza de
la fraternidad. El sueño que anima los corazones de los amigos del Sermig es la
esperanza de un mundo fraterno”
Estas palabras de Francisco se
han convertido en una guía a seguir en todo momento. "Fue una emoción
enorme sentir que el Papa nos leía en lo más profundo – explica Rosanna Tabasso
– como si hubiera vivido días en medio de nosotros. Fue una confirmación de lo
que estamos viviendo y fue un relanzamiento hacia un futuro cada vez más en la
dimensión de la fraternidad y la esperanza".
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