Evangelización
“El que
quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo, que tome su cruz y me siga”
Desprecié el reino de este mundo y todas sus pompas
por causa del amor de mi Señor Jesucristo, a quien he visto, a quien he amado,
en quien creí y a quien he preferido sobre todas las cosas.
Dios nuestro, que misericordiosamente condujiste a
santa Clara al amor por la pobreza, concédenos, por su intercesión, que,
siguiendo a Cristo en pobreza de espíritu, merezcamos llegar a contemplarte en
el Reino celestial. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios por los siglos de los
siglos. Amén.
Lectura del libro del Deuteronomio
Deuteronomio 4, 32-40
Moisés dijo al pueblo:
«Pregunta a los tiempos antiguos, que te han
precedido, desde el día en que Dios creó al hombre sobre la tierra; pregunta
desde un extremo al otro del cielo, ¿sucedió jamás algo tan grande como esto o
se oyó cosa semejante? ¿Escuchó algún pueblo, como tú has escuchado, la voz de
Dios vivo, hablando desde el fuego, y ha sobrevivido? ¿Intentó jamás algún dios
venir a escogerse una nación entre las otras mediante pruebas, signos,
prodigios y guerra y con mano fuerte y brazo poderoso, con terribles portentos,
como todo lo que hizo el Señor, vuestro Dios, con vosotros en Egipto, ante
vuestros ojos?
Te han permitido verlo, para que sepas que el Señor
es el único Dios y no hay otro fuera de Él.
Desde el cielo hizo resonar su voz para enseñarte y
en la tierra te mostró su gran fuego, y de en medio del fuego oíste sus
palabras.
Porque amó a tus padres y eligió a su descendencia
después de ellos, Él mismo te sacó de Egipto con gran fuerza, para desposeer
ante ti a naciones más grandes y fuertes que tú, para traerte y darte sus
tierras en heredad; como ocurre hoy.
Así pues, reconoce hoy, y medita en tu corazón, que
el Señor es el único Dios allá arriba en el cielo, y aquí abajo en la tierra;
no hay otro. Observa los mandatos y preceptos que yo te prescribo hoy, para que
seas feliz, tú y tus hijos, después de ti, y se prolonguen tus días en el suelo
que el Señor, tu Dios, te da para siempre».
P/. Palabra de Dios
R/. Te alabamos Señor
Libro de los Salmos
Salmo 76,12-13.14-15.16.21 (audio)
R/. Recuerdo las proezas del Señor
Recuerdo las proezas del Señor;
sí, recuerdo tus antiguos portentos,
medito todas tus obras
y considero tus hazañas. R/.
Dios mío, tus caminos son santos:
¿Qué dios es grande como nuestro Dios?
Tú, oh Dios, haciendo maravillas,
mostraste tu poder a los pueblos. R/.
Con tu brazo rescataste a tu pueblo,
a los hijos de Jacob y de José.
Mientras guiabas a tu pueblo, como a un rebaño,
por la mano de Moisés y de Aarón. R/.
R/. Aleluya, aleluya, aleluya
Dichosos los perseguidos por causa de la justicia,
porque de ellos es el Reino de los cielos –dice el Señor-.
R/. Aleluya, aleluya, aleluya
Lectura del Santo Evangelio según san Mateo
Mateo 16, 24-28
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “El
que quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo, que tome su cruz y me siga.
Pues el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por
mí, la encontrará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero, si pierde su
vida? ¿Y qué podrá dar uno a cambio para recobrarla?
Porque el Hijo del hombre ha de venir rodeado de la
gloria de su Padre, en compañía de sus ángeles, y entonces dará a cada uno lo
que merecen sus obras.
Yo les aseguro que algunos de los aquí presentes no
morirán, sin haber visto primero llegar al Hijo del hombre como rey”.
P/. Palabra del Señor
R/. Gloria a ti, Señor Jesús
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