Entrevista | Jesús Bastante
José María Tojeira, sj.: "En Nicaragua se ha instalado un régimen
de terror, de cárcel y amenazas mucho más duro del que existió en El
Salvador"
Entrevista al portavoz de la Compañía de Jesús en la crisis desatada por
el régimen sandinista
"Hemos
tenido que trasladar a los jesuitas ancianos (99, 91 y 85 años) a El Salvador.
Siguen activas y con los jesuitas trabajando en las obras que representan,
otras tres personas jurídicas. Dos colegios y Fe y Alegría permanecen pues
activas y con los jesuitas trabajando en ellas"
"Estamos
estudiando posibles denuncias en organismos internacionales, ONU y OEA, que
velan por los DDHH, dada la imposibilidad de realizar reclamos o demandas
jurídicas al interior de Nicaragua. El problema no es solo con los jesuitas
sino con la Iglesia en general"
"La
escalada contra la Iglesia viene motivada por la defensa de los derechos de las
personas, por las llamadas de la Iglesia a la paz social y el diálogo y por la
denuncia profética de la brutal represión de manifestaciones de protesta
acontecidas el año 2018"
"Con
respecto al Papa Francisco sabemos de su solidaridad con nosotros. Respecto a
palabras públicas el Papa busca siempre que sus palabras no repercutan
negativamente al interior de los países que mantienen una dura represión"
El jesuita español José María Tojeira ha
sido designado portavoz oficial de la Compañía en lo tocante a la disolución de
la congregación en Nicaragua. Quien fuera rector de la UCA de El Salvador nos
recibe con prontitud, preocupado por la suerte de sus compañeros y de sus
obras. "La preocupación fundamental es la de la expulsión o incluso la
detención. Dada la ausencia prácticamente total de estado de derecho en
Nicaragua cualquier cosa puede esperarse", nos cuenta, en esta entrevista
exclusiva con RD.
Sin querer comparar la situación actual con la
masacre de los jesuitas en El Salvador en 1989, Tojeira es rotundo: "En
Nicaragua se ha instalado un régimen de terror, de cárcel,confiscación de
bienes, amenazas de diverso tipo, expulsiones del país mucho más duro
del que existió en otros países. Ciertamente se ha matado menos pero el control
del pensamiento libre y de la crítica, con sus mecanismos de destierro y
encierro, ha sido mucho más opresivo para la conciencia de la gente".
- ¿Se esperaban que Ortega y Murillo
llegaran a disolver la Compañía de Jesús en Nicaragua? ¿Qué supone esta
decisión?
En primer lugar, una aclaración. La Compañía de
Jesús tenía en Nicaragua diversas personas jurídicas. De momento el gobierno ha
anulado dos, la relativa a la Universidad y otra llamada Asociación Compañía de
Jesús, propietaria del inmueble en el que vivían los jesuitas que trabajaban en
la Universidad y otro inmueble más utilizado como residencia de estudiantes con
beca. También se usaba esa personería jurídica para enviar fondos para el
mantenimiento de la enfermería para jesuitas ancianos que tenemos en Nicaragua.
Fruto de eso hemos tenido que trasladar a los jesuitas ancianos (99, 91 y 85
años) a El Salvador. Siguen activas y con los jesuitas trabajando en las obras
que representan, otras tres personas jurídicas. Dos colegios y Fe y Alegría
permanecen pues activas y con los jesuitas trabajando en ellas.
- ¿Cómo están los jesuitas que viven en Nicaragua?
¿Preocupa su seguridad?
La preocupación fundamental de los jesuitas es la
de la expulsión o incluso la detención. Dada la ausencia prácticamente total de
estado de derecho en Nicaragua cualquier cosa puede esperarse. Pero los
jesuitas continúan en sus puestos de trabajo en medio de las dificultades. De
momento, a parte de los ancianos, hay un jesuita nicaragüense al que se le ha
impedido regresar a Nicaragua (ex rector de la UCA), el actual rector de la
UCA, también nicaragüense, ha salido del país, y un párroco jesuita, acosado y
amenazado, también ha salido. Los demás, unos 11, continúan trabajando en las
instituciones mencionadas.
- ¿Qué pasos se van a dar de ahora en adelante?
Además de denunciar los hechos acontecidos, estamos
estudiando posibles denuncias en organismos internacionales, ONU y OEA, que
velan por los DDHH, dada la imposibilidad de realizar reclamos o demandas
jurídicas al interior de Nicaragua. El problema no es solo con los jesuitas
sino con la Iglesia en general. El obispo Rolando Álvarez encarcelado, las
hermanas de la Madre Teresa expulsadas, sacerdotes y otro obispo, todos ellos
nicaragüenses privados de su nacionalidad, amenazas a congregaciones religiosas
y apropiación de sus bienes, son parte de la persecución a la Iglesia. Todo
ello dentro de un contexto de persecución también a opositores políticos,
defensores de DDHH y periodistas independientes.
- ¿A qué se debe la escalada de la violencia y la
persecución contra la Iglesia en Nicaragua?
La escalada contra la Iglesia viene motivada por la
defensa de los derechos de las personas, por las llamadas de la Iglesia a la
paz social y el diálogo y por la denuncia profética de la brutal represión de
manifestaciones de protesta acontecidas el año 2018.
- Cuando supimos de la confiscación de la UCA, a
muchos nos vino a la cabeza el drama de la UCA en El Salvador de 1989. ¿Le pasó
lo mismo?
La situación de la UCA de El Salvador en 1989 fue
diferente. Entonces se produjo una más de las muchas masacres protagonizadas
por el ejército. En Nicaragua se disolvieron a tiros varias manifestaciones en
2018, pero después se ha instalado un régimen de terror, de cárcel,
confiscación de bienes, amenazas de diverso tipo, expulsiones del país mucho
más duro del que existió en otros países. Ciertamente se ha matado menos pero
el control del pensamiento libre y de la crítica, con sus mecanismos de
destierro y encierro, ha sido mucho más opresivo para la conciencia de la
gente.
- ¿Esperan una palabra del Papa Francisco?
Con respecto al Papa Francisco sabemos de su
solidaridad con nosotros. Respecto a palabras públicas el Papa busca siempre
que sus palabras no repercutan negativamente al interior de los países que
mantienen una dura represión. Defendió muy claramente a Mons. Álvarez, pero
entendemos que es complicado para él estar interviniendo públicamente en los
conflictos, por las consecuencias que puedan tener para otros. A nosotros nos
es suficiente con saber que nos apoya, aunque no lo diga en público.
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