Espiritualidad | José Antonio Pagola
"Una imagen empobrecida, unilateral, parcial o falsa de Jesús nos
conducirá a una vivencia empobrecida, unilateral, parcial o falsa de la
fe"
"¿Quién decís que soy yo?", sigue pidiendo una respuesta a los
creyentes de nuestro tiempo
La imagen
de Cristo que podamos tener cada uno tiene importancia decisiva para nuestra
vida, pues condiciona nuestra manera de entender y vivir la fe
Es pura
ilusión pensar que uno cree en Jesucristo porque «cree» en un dogma o porque
está dispuesto a creer «en lo que la santa Madre Iglesia cree»
La pregunta de Jesús: «¿Quién decís que soy yo?»,
sigue pidiendo todavía una respuesta a los creyentes de nuestro tiempo. No
todos tenemos la misma imagen de Jesús. Y esto no solo por el carácter
inagotable de su personalidad, sino, sobre todo, porque cada uno vamos
elaborando nuestra imagen de Jesús a partir de nuestros intereses y
preocupaciones, condicionados por nuestra psicología personal y el medio
social al que pertenecemos, y marcados por la formación religiosa que hemos
recibido.
Y, sin embargo, la imagen de Cristo que podamos
tener cada uno tiene importancia decisiva para nuestra vida, pues condiciona
nuestra manera de entender y vivir la fe. Una imagen empobrecida,
unilateral, parcial o falsa de Jesús nos conducirá a una vivencia empobrecida,
unilateral, parcial o falsa de la fe. De ahí la importancia de evitar
posibles deformaciones de nuestra visión de Jesús y de purificar nuestra
adhesión a él.
Por otra parte, es pura ilusión pensar que uno cree en Jesucristo porque «cree» en un dogma o porque está dispuesto a creer «en lo que la santa Madre Iglesia cree». En realidad, cada creyente cree en lo que cree él, es decir, en lo que personalmente va descubriendo en su seguimiento a Jesucristo, aunque, naturalmente, lo haga dentro de la comunidad cristiana.
Por desgracia, son bastantes los cristianos que
entienden y viven su religión de tal manera que, probablemente, nunca podrán
tener una experiencia un poco viva de lo que es encontrarse personalmente con
Cristo.
Ya en una época muy temprana de su vida se han
hecho una idea infantil de Jesús, cuando quizá no se habían
planteado todavía con suficiente lucidez las cuestiones y preguntas a las que
Cristo puede responder.
Más tarde ya no han vuelto a repensar su fe en
Jesucristo, bien porque la consideran algo trivial y sin
importancia alguna para sus vidas, bien porque no se atreven a examinarla con
seriedad y rigor, bien porque se contentan con conservarla de manera
indiferente y apática, sin eco alguno en su ser.
Desgraciadamente no sospechan lo que Jesús podría
ser para ellos. Marcel Légaut escribía esta frase dura, pero quizá muy real: «Esos
cristianos ignoran quién es Jesús y están condenados por su misma religión a no
descubrirlo jamás»
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