Nuestra Fe | P. Ciprián Hilario, MSC
Sabiduría, Discipulado y Renuncia
Homilía Domingo XXIII del Tiempo Ordinario
Queridos
hermanos y hermanas:
Hoy,
las lecturas del Domingo XXIII del Tiempo Ordinario nos desafían a
reflexionar sobre lo que significa ser verdaderos discípulos de Jesús. El tema
que nos guía es Sabiduría, Discipulado y Renuncia, tres pilares que nos ayudan
a comprender cómo vivir plenamente para Dios en un mundo lleno de
distracciones.
1.
Sabiduría: Buscar la guía de Dios (Sabiduría 9, 13-18)
El
libro de la Sabiduría nos recuerda que los planes humanos son frágiles y
limitados: “¿Quién conoce los designios de Dios? ¿Quién comprende lo
que el Señor quiere?” Sin la sabiduría divina, nuestros pensamientos se
desvían y nuestras decisiones se nublan. En un mundo donde la información
abunda, pero la verdad a veces escasea, necesitamos pedir al Espíritu Santo que
ilumine nuestro corazón para discernir lo que es justo y eterno. La verdadera
sabiduría no es acumular conocimientos, sino alinear nuestra vida con la
voluntad de Dios.
2.
Discipulado: Un llamado exigente (Lucas 14, 25-33)
En
el Evangelio, Jesús habla con claridad: “Si alguno quiere venir en pos de mí
y no odia a su padre, a su madre, a su mujer, a sus hijos, a sus hermanos, a
sus hermanas y hasta su propia vida, no puede ser mi discípulo.” Estas
palabras pueden sonar duras, pero Jesús no nos pide despreciar a nuestros seres
queridos, sino poner a Dios en el primer lugar. El discipulado exige un
compromiso total, como el hombre que calcula el costo de construir una
torre o el rey que evalúa sus fuerzas antes de la batalla. Seguir a Cristo no
es una decisión impulsiva; requiere reflexión, entrega y perseverancia.
3.
Renuncia: Dejarlo todo por Cristo
Jesús
añade: “Todo aquel de vosotros que no renuncia a todos sus bienes, no puede
ser mi discípulo.” La renuncia no es solo material, sino también
espiritual: soltar apegos, ambiciones egoístas y todo lo que nos aleja de Dios.
En la segunda lectura, Pablo nos da un ejemplo práctico al interceder por
Onésimo, un esclavo, pidiéndole a Filemón que lo reciba como hermano. Este
gesto refleja la renuncia al orgullo y a las jerarquías humanas para vivir el
amor fraterno que Cristo nos enseña.
Aplicación
a nuestra vida
Hermanos,
estas lecturas nos invitan a preguntarnos: ¿Qué significa ser discípulo hoy?
¿Qué estoy dispuesto a renunciar para seguir a Jesús? En un mundo que
valora el éxito, el poder y la comodidad, Jesús nos llama a vivir con sabiduría
divina, a priorizar nuestra relación con Él y a renunciar a lo que nos impide
ser libres para amar y servir. Que el Espíritu Santo nos dé la fuerza para responder
a este llamado con generosidad.
10
enseñanzas para Nuestra Vida Hoy
1-Buscar
la sabiduría divina: Como nos enseña el libro de la Sabiduría,
oremos constantemente para que el Espíritu Santo guíe nuestras decisiones,
especialmente en momentos de confusión o duda.
2-Poner
a Dios en primer lugar: El Evangelio nos recuerda que el
discipulado exige priorizar a Cristo por encima de cualquier relación o
posesión, confiando en que Él nos ayudará a amar mejor a los demás.
3-Discernir
con cuidado: Antes de tomar decisiones importantes, como el hombre que
construye la torre, reflexionemos y pidamos la gracia de alinear nuestras
elecciones con la voluntad de Dios.
4-Renunciar
a los apegos: Identifiquemos qué cosas (materiales, emocionales o
espirituales) nos atan y nos impiden seguir a Cristo plenamente, y trabajemos
para soltarlas.
5-Vivir
el amor fraterno: Inspirados por Pablo y Filemón, tratemos a
todos como hermanos, superando prejuicios y divisiones, especialmente en
nuestras comunidades.
6-Aceptar
la cruz del discipulado: Seguir a Jesús implica cargar nuestra cruz,
enfrentando dificultades con fe y confianza en su amor redentor.
7-Ser
constantes en la fe: Como el rey que evalúa sus fuerzas, perseveremos
en nuestro compromiso con Cristo, incluso cuando el camino se vuelva exigente.
8-Desprendernos
del materialismo: En una sociedad consumista, practiquemos la
generosidad y el desapego, compartiendo lo que tenemos con los necesitados.
9-Cultivar
la oración diaria: La sabiduría divina se nutre en la oración.
Dediquemos tiempo cada día para escuchar a Dios y fortalecer nuestro
discipulado.
10-Ser
testigos valientes: Como discípulos, vivamos de manera que nuestro
ejemplo inspire a otros a acercarse a Cristo, mostrando su amor en nuestras
acciones.
Conclusión
Que
María, Madre y modelo de discipulado, nos ayude a vivir con sabiduría, a seguir
a su Hijo con valentía y a renunciar a todo lo que nos aleja de Él. Que nuestra
vida sea un reflejo del “sí” generoso que ella dio al Señor. Amén.
Si
necesitas que desarrolle más algún punto o quieres un enfoque diferente,
házmelo saber.
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