Reflexión | LFI*
Fin de año: momento de hacer
tu balance personal
Hemos llegado a la etapa final de un ciclo y es el momento de
presentarse -a sí mismo- el balance de cuentas.
Además de
las celebraciones, reuniones y buenos deseos que trae el fin de año, es la
oportunidad para hacer balances -tanto personal como profesional-, sobre el
tiempo transcurrido. Así pues, se considera que un año es un ciclo, el cual
comprende un inicio y un fin, y aunque la vida no se termina cuando el reloj
muestra la medianoche del treinta y uno de diciembre, sí es la clausura de un
período de la vida que merece cierta reflexión.
Una pausa en el camino
Tal como al
comienzo del año se acostumbra, hacer una proyección del futuro, también es
importante echar un vistazo atrás y hacer un recuento de los sucesos negativos
y positivos que acontecieron.
Esta
actividad es una buena estrategia para auto-reconocer las fortalezas, lo que
servirá para afianzar la autoestima y la seguridad en las propias capacidades.
Además, sirve para abonar el terreno que está por venir, y una vez más,
aprender de los errores, que deberán traducirse en oportunidades de mejora.
Este es un
ejercicio que brinda claridad mental, al mismo tiempo permite medir el
desempeño personal -por ejemplo, la constancia y el compromiso- para así buscar
el mejoramiento continuo que implica el desarrollo humano.
Claves para realizar el balance personal
El balance
personal es una forma de conectarse con sigo mismo, por eso debe realizarse sin
prisas, aunque cada quien marca su estilo, lo importante es no empezar un nuevo
año sin haber hecho una pausa antes.
Para ello,
la sicóloga clínica Mariely Said propone las siguientes claves publicadas en un
artículo del diario La Tercera de Chile:
– Realizar un balance de fin de año es hacer un alto en el camino que puede resultar beneficioso. Mirar hacia atrás
implica ver aquello que nos propusimos y logramos y aquello que deseamos, pero
no pudimos alcanzar.
– Este recuento es una oportunidad de crecer, independiente de que al final sea positivo o
negativo, pues permite un aprendizaje.
– Existe la tendencia a recordar sólo lo malo, aquello que no pudimos lograr y que nos causa
frustración. Sin embargo, la satisfacción en la vida no depende sólo de los
éxitos, sino de aprender a disfrutar de las cosas sencillas, de aquello que
logramos y de lo que tenemos hoy.
– Cada momento difícil que afrontamos trae consigo una oportunidad en la vida, una
madurez distinta, mayor empatía y cercanía con los demás. “La desesperanza nos
invade cuando nos preocupamos tanto de lo que nos hizo sufrir en el pasado que
no miramos hacia el futuro”, explica Said.
– Hacer planes a futuro puede ser altamente motivante para las personas, pues se
convierten en una guía a seguir. A la larga servirán para evaluar qué metas
logramos alcanzar y aceptar aquello que podemos o no cambiar.
– Expresar en público algunas de nuestras metas, ayudará a generar un grado de
compromiso con lo que decimos. “El desafío es pasar de las palabras a la
acción, cumplir aquellos que decimos y hacer lo que soñamos”, enfatiza la
sicóloga.
– Lo importante es evitar las frustraciones por aquello que queríamos y no alcanzamos a
realizar durante el año. Said enfatiza que “cuando las personas llegan al final
de sus vidas no piden que les traigan sus diplomas, sino que quieren estar
rodeados de aquellos a quienes aman. La sabiduría consiste en aprender esto lo
antes posible”.
Paso a paso del balance personal
Si alguna
vez se sentó con papel en mano para señalar los propósitos del año, es hora de
sacarlos del cajón; de esta manera se facilitarán las cosas. Si de lo
contrario, los propósitos quedaron guardados en el disco duro de la mente,
entonces hay que recordar con esmero uno por uno.
Aunque no
existe un procedimiento estándar, se podría considerar dentro de la evaluación
los puntos a continuación:
Logros alcanzados: es importante ser lo más claro y sincero posible, pues no es el
balance que se le presenta al jefe, sino a uno mismo. Se deberá repasar cada
meta trazada, su objetivo y plazo de cumplimiento. Aquellos logros alcanzados,
deberán ser motivo de satisfacción y fuente de motivación hacia nuevas
conquistas.
Metas inconclusas: una vez repasadas las metas alcanzadas, hay que revisar aquellas
inconclusas. No se trata de sentir frustración por lo que no se logró, sino más
bien se busca aprender de los errores y comenzar un nuevo año con una actitud
ganadora. Tal vez evalúe si era una meta demasiado ambiciosa o irreal.
También
habrá que reflexionar sobre aquellas metas que cada año hacen parte de la lista
de propósitos y en diciembre aún están sin cumplir. Vale la pena identificar
qué impide que este propósito se lleve a cabo; si son condiciones personales y
ajenas a cada quien, o si de lo contrario dependen de la voluntad propia.
Aspectos por mejorar: es el objetivo principal de todo balance, pues el ejercicio
carecería de sentido si no incluyera esta última fase. De las experiencias se
aprende y gracias a este tipo de reflexiones, se acrecienta el conocimiento
propio, lo cual se traduce en beneficios para el desarrollo personas y las
relaciones con los demás.
Al culminar
esta valoración, debe quedar un sentimiento de esperanza y actitud positiva
hacia el nuevo ciclo que empieza. Nunca una actitud derrotada, sino un norte
claro para seguir.
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