Evangelización | Carlos Pérez Laporta
Ahí tienes a tu hijo. Ahí tienes a tu madre
Lunes de la 7ª semana de tiempo ordinario.
Bienaventurada Virgen María, Madre de la Iglesia / Juan 19, 25-34
Evangelio: Juan 19, 25-34
Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana
de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena.
Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo
al que amaba, dijo a su madre:
«Mujer, ahí tienes a tu hijo».
Luego, dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre».
Y desde aquella hora, el discípulo la recibió como
algo propio.
Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba
cumplido, para que se cumpliera la Escritura, dijo: «Tengo sed».
Había allí un jarro lleno de vinagre. Y, sujetando una
esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo, se la acercaron a la boca.
Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo: «Está cumplido».
E, inclinando la cabeza, entregó el espíritu.
Los judíos entonces, como era el día de la
Preparación, para que no se quedaran los cuerpos en la cruz el sábado, porque
aquel sábado era un día grande, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas
y que los quitaran. Fueron los soldados, le quebraron las piernas al primero y
luego al otro que habían crucificado con él; pero al llegar a Jesús, viendo que
ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados, con
la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua.
Comentario
Desde la cruz, Jesús ofreció su discípulo amado a su
madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo». ¿Por qué lo hizo? Seguro que había en
Jesús una preocupación inmediata por el sustento de la Virgen María. Viuda como
era, al quedarse sin hijo, ¿de qué viviría? Juan debía hacerse cargo. En ese
sentido, todos los cristianos tenemos que dar nuestra disponibilidad a la
Virgen, para aquello que pueda necesitar. Somos todos servidores de
María: Mujer, ahí tienes a tus hijos.
Pero Cristo nunca da puntada sin hilo. Desde la cruz,
Jesús descifra el misterio de la nueva Eva: María tiene la misión de
manifestarnos como hijos quiénes somos, como hizo con Jesús. Es decir, está
llamada a comunicarnos el secreto del amor que Dios nos tiene a cada uno de
nosotros. Por eso, le da su madre a Juan: «Ahí tienes a tu madre». Los
cristianos conocemos lo que significa el amor de Dios, lo que significa la
cruz, en el amor con que nos ama María. En su amor maternal, que conocemos en
el amor de la Iglesia, encontramos y desciframos el amor de la cruz, en la
historia de cada uno de nosotros. Ahí
tenéis a vuestra madre.
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