Vida Humana | Antonella Palermo
El Papa: Que los mares y los
desiertos no sean cementerios
Durante la
audiencia general, Francisco se detuvo en las masacres de personas que huyen de
guerras y calamidades, obligadas a cruzar los peligros de territorios hostiles,
arriesgando con demasiada frecuencia sus vidas. No sirven las leyes
restrictivas ni la militarización de las fronteras, sino «vÃas de acceso
seguras y regulares» y «una gobernanza global de las migraciones basada en la
justicia, la fraternidad y la solidaridad»
Mar y desierto. Dos escenarios que
se han convertido en fatales para muchos migrantes obligados a cruzarlos porque
huyen de las guerras, la pobreza y la desesperación, en busca de seguridad y
estabilidad.
Sobre este «drama», este «dolor»,
se detuvo el Papa esta mañana durante la Audiencia General celebrada en la
Plaza de San Pedro, en su reflexión y renovando un llamamiento que, de alguna
manera, crea una pausa en el ciclo habitual de las catequesis semanales.
Además, la actualidad presenta
dramas cada vez más graves que podrÃan evitarse, señaló Francisco: es un
«pecado grave», advirtió, rechazar sistemáticamente a los migrantes por
cualquier medio.
Es un pecado grave rechazar a los migrantes
Son los numerosos testimonios que
el Papa recibe los que lo impulsan a denunciar el despreciable tráfico de
migrantes y a elogiar a quienes trabajan para rescatarlos. Mar y desierto se
convierten en sÃmbolos de todos esos territorios impenetrables, crÃticos, que
la mayorÃa de las veces se convierten en peligros, en trampas.
«Algunas de estas rutas las
conocemos mejor, porque suelen estar bajo los reflectores – observó el Papa – y
otras, la mayorÃa, son poco conocidas, pero no por ello menos transitadas».
«He hablado muchas veces del
Mediterráneo, porque soy Obispo de Roma y porque es emblemático: el ‘mare
nostrum’, lugar de comunicación entre pueblos y civilizaciones, se ha
convertido – el ‘mare nostrum’ – en un cementerio. Y la tragedia es que muchos,
la mayorÃa de estos muertos, podrÃan haberse salvado».
“Hay que
decirlo claramente: hay quienes trabajan sistemáticamente y por todos los
medios para repeler a los migrantes, para repeler a los migrantes. Y esto,
cuando se hace a conciencia y con responsabilidad, es un grave pecado”
Los migrantes, estos invisibles
Citando las palabras de los Salmos,
el PontÃfice recordó que mares y desiertos son lugares bÃblicos donde maduró la
historia de la salvación, reveladores de un Dios que acompaña a las personas en
el camino hacia la libertad, que «no permanece a distancia, no», sino que
«comparte el drama de los migrantes, está allà con ellos, sufre con ellos,
llora y espera con ellos».
Sin embargo, el Papa lamentó una verdadera paradoja de los tiempos modernos:
“Todos
conocemos la foto de la mujer y de la hija de Pato, que murieron de hambre y
sed en el desierto. En la era de los satélites y los drones, hay hombres,
mujeres y niños migrantes que nadie debe ver: los esconden. Sólo Dios los ve y
escucha su grito. Y ésta es una crueldad de nuestra civilización”
No a leyes más restrictivas y a la militarización de las fronteras
Partiendo de la base de que «en
esos mares y en esos desiertos mortÃferos, los migrantes de hoy no deberÃan
estar allû. Francisco enumeró todo lo que es contrario al derecho humanitario
y no facilita la consecución del resultado: leyes más restrictivas,
militarización de las fronteras, rechazos. E ilustró los caminos correctos:
“En cambio, lo
conseguiremos ampliando las rutas de acceso seguras y regulares para los
migrantes, facilitando refugio a quienes huyen de guerras, violencia,
persecuciones y muchas calamidades; lo conseguiremos fomentando por todos los
medios una gobernanza mundial de la migración basada en la justicia, la
fraternidad y la solidaridad. Y aunando esfuerzos para combatir el tráfico de
seres humanos, para detener a los traficantes criminales que se aprovechan sin
piedad de la miseria ajena”
No nos dejemos contagiar por la cultura de la indiferencia
Hablando espontáneamente, el Santo
Padre recordó las tantas tragedias de los migrantes: citó Lampedusa, la masacre
de Crotone... «tantas cosas feas y tristes», dijo.
Por último, el Papa elogió a tantos
buenos samaritanos, que «hacen todo lo posible para rescatar y salvar a los
migrantes heridos y abandonados en las rutas de la esperanza desesperada, en
los cinco continentes».
Obras que son signo de valentÃa por
parte de una humanidad «que no se deja contagiar por la mala cultura de la
indiferencia y el descarte», una cultura que, añadió, mata a los emigrantes.
El Papa dirigió su pensamiento, por
ejemplo, «a las muchas buenas personas que están allà en primera lÃnea, a Mediterranea
Saving Humans (que acaba de concluir, en colaboración con la Fundación
Migrantes de la Conferencia Episcopal Italiana, su operación de búsqueda y
rescate en el mar) y a muchas otras asociaciones».
Que nadie se sienta excluido de lo
que el Papa considera una lucha de civilización. Sólo rezar es mucho y es
necesario, sabiendo que «el Señor está con nuestros migrantes en el mare
nostrum, el Señor está con ellos, no con quienes los rechazan...».
“Unamos
nuestros corazones y nuestras fuerzas, para que los mares y los desiertos no
sean cementerios, sino espacios donde Dios pueda abrir caminos de libertad y
fraternidad”
Saludos en nuestro idioma
“Saludo
cordialmente a los peregrinos de lengua española. Pidamos al Señor por tantas
personas que se ven obligadas a dejar sus hogares en busca de un porvenir, y
por quienes los reciben y acompañan, devolviéndoles la esperanza y abriendo
nuevos caminos de libertad y fraternidad. Que Jesús los bendiga y la Virgen
Santa, Consuelo de los migrantes, los cuide. Muchas
gracias”.
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