Reflexión | Adriana Masotti
Sin el Espíritu la Iglesia
no avanza, no crece, no puede predicar
Tras la pausa
de verano este 7 de agosto el Papa reanudó la audiencia general de los
miércoles, en cuya catequesis prosiguió su reflexión sobre la presencia del
Espíritu comenzando por el acto de la Creación y pasando después al Nuevo
Testamento. El Espíritu Santo es protagonista en la Encarnación del Verbo:
María se convierte en Madre de Cristo y es figura de la Iglesia. Y ante las
dificultades Francisco invitó a repetir: «Nada es imposible para Dios»
La acción del
Espíritu Santo en la obra de la Redención, es decir, de Jesucristo. Durante la
audiencia general de esta mañana, celebrada en el Aula Pablo VI, el Santo Padre
retomó el hilo conductor de las catequesis anteriores a la pausa de julio, cuyo
título general es: «El Espíritu y la Esposa. El Espíritu Santo guía al pueblo
de Dios hacia Jesús, nuestra esperanza».
En esta
ocasión el tema propuesto fue el Espíritu Santo en la Encarnación del Verbo. Y
de hecho, el Papa habló de María, esposa del Espíritu y figura de la Iglesia,
que precisamente del Espíritu recibe la fuerza para anunciar la Palabra de Dios
después de haberla recibido.
«El ángel dijo
a María: ‘No temas, María, porque has hallado gracia ante Dios. Concebirás un
hijo y darás a luz a un niño al que llamarás Jesús´. [...] Entonces María dijo
al ángel: ´¿Cómo será esto, pues no conozco varón?´. El ángel le respondió: ´El
Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su
sombra´» (Lc 1,30-31.34-35).
María concibió por obra del Espíritu Santo
La reflexión
del Papa partió del dato fundamental de la fe puesto por la Iglesia, con el
Concilio Ecuménico de Constantinopla en el año 381, en el centro del «Credo»,
que es el descenso del Espíritu Santo sobre María que por su obra se
convertiría en la Madre de Cristo. Este es el anuncio del ángel. Y Francisco
afirmó:
“Es, por
tanto, un hecho ecuménico de fe, porque todos los cristianos profesan juntos el
mismo Símbolo de fe. La piedad católica, desde tiempos inmemoriales, ha tomado
de él una de sus oraciones diarias, el Ángelus”
María, figura de la Iglesia
Se trata,
prosiguió diciendo Francisco, del artículo de fe «que permite hablar de María
como la Esposa por excelencia, que es figura de la Iglesia». La Lumen
gentium, observó además el Papa, retoma este paralelismo entre María, que
engendra al Hijo « bajo la sombra del Espíritu Santo», y la Iglesia. Mientras
citando la Constitución dogmática, afirmó:
“La Iglesia,
contemplando la santidad misteriosa de la Virgen, imitando su caridad y
cumpliendo fielmente la voluntad del Padre, mediante la Palabra de Dios
fielmente acogida, se convierte también en madre, ya que, mediante la
predicación y el bautismo, genera a una vida nueva e inmortal a los hijos,
concebidos por obra del Espíritu Santo y nacidos de Dios”
«¿Cómo es posible esto?»
Continuando
con el paralelismo entre María y la Iglesia, Francisco subrayó además que, al
igual que la Virgen acogió primero a Jesús en sí misma para luego darlo a la
luz, así la Iglesia debe acoger primero la Palabra de Dios «para después darlo
a luz con su vida y su predicación». Como le sucedió a María, «también la
Iglesia, ante tareas que superan sus fuerzas, se plantea espontáneamente la
misma pregunta: “¿Cómo es posible esto?”.
“¿Cómo es
posible anunciar a Jesucristo y su salvación a un mundo que parece buscar sólo
el bienestar? La respuesta es también la misma que entonces: ‘Recibirán la
fuerza del Espíritu Santo’. Sin el Espíritu Santo la Iglesia no puede avanzar,
la Iglesia no crece, la Iglesia no puede predicar”
Nada es imposible para Dios
Y no sólo la
Iglesia, sino cada bautizado, cada uno de nosotros, prosiguió diciendo el Papa,
se encuentra a veces preguntándose «¿cómo puedo afrontar esta situación?». Será
útil, dijo, recordar la respuesta del ángel y concluyó:
Hermanos y
hermanas, pongámonos también cada vez en camino con esta certeza reconfortante
en el corazón: «Nada es imposible para Dios». Y si creemos esto, obraremos
milagros. Nada es imposible para Dios.
Resumen de su catequesis y saludos en nuestro idioma
Queridos hermanos y hermanas:
Después de
haber reflexionado sobre el Espíritu Santo en la obra de la creación, con esta
catequesis entramos en la segunda etapa de la historia de la salvación.
Pasamos, por tanto, al Nuevo Testamento, y contemplamos al Espíritu Santo en la
obra de la redención, es decir, en Jesucristo.
El tema de hoy
es «el Espíritu Santo en la encarnación del Verbo». Sabemos que la Virgen
María, por su fe y su obediencia, engendró al mismo Hijo de Dios y, gracias a
su «sí», podemos llamarla «esposa del Espíritu Santo» y «figura de la Iglesia».
Leemos en el
evangelio de Lucas que María «concibió» y «dio a luz» a Jesús. Es decir, lo
acogió en su corazón y en sus entrañas, y después dio testimonio de Él, con
toda su vida. También nosotros estamos llamados, como María, a dejar espacio al
Espíritu Santo para que actúe en nosotros. Cuando atravesemos situaciones
difíciles, renovemos nuestra confianza en el Señor recordando las palabras del
ángel a María: «Nada es imposible para Dios». No olvidemos estas palabras que
nos pueden ayudar mucho en la vida: «Nada es imposible para Dios».
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