Fe y Vida | Fran Otero
13 de septiembre: san Juan Crisóstomo,
una figura del siglo IV muy actual
Poco reconocido en Occidente, el segundo patriarca de
Constantinopla es uno de los padres de la Iglesia, junto con san Agustín, que
más escritos nos ha legado entre homilías, comentarios, sermones…
San Juan Crisóstomo —cuya memoria se celebra el 13 de
septiembre, aunque este año cae en domingo— es uno de los grandes santos de la
Iglesia. Venerado tanto por la Iglesia católica como por la ortodoxa, tiene más
predicamento entre los fieles de Oriente que entre los de Occidente. Basta
echar un vistazo a las palabras que se utilizan para definirlo para descubrir
su dimensión: teólogo, arzobispo, patriarca, doctor de la Iglesia, santo… «Es
el san Agustín oriental. Agustín y Juan Crisóstomo son los dos padres de la
Iglesia que más escritos nos han dejado. Metros y metros de páginas. San
Agustín es más conocido, aunque san Juan Crisóstomo es para los ortodoxos y
para los católicos orientales el gran padre de la Iglesia». Quien afirma esto
es Marcelo Merino, profesor de Patrología en la Facultad de Teología de la
Universidad de Navarra y director de la colección Biblioteca de Patrística de
la editorial Ciudad Nueva. Sabe de lo que habla, pues ha escrito numerosos
comentarios y notas a sus obras.
«Boca de oro»
Era un portento a nivel intelectual, lo que le valió
el apelativo de Crisóstomo, que significa «boca de oro». Esto se puede ver en
todos sus escritos, la mayoría de su etapa de sacerdote. «Es la época dorada de
su predicación, de la que nos quedan numerosas y magníficas muestras: homilías,
sermones, panegíricos, etc. Y de la misma época proceden también sus mejores
comentarios, casi siempre homiléticos, a la mayor parte de los libros de la
Sagrada Escritura», señala el dominico Argimiro Velasco en la colección Nuevo
Año Cristiano (Edibesa). Destacan entre tan prolífica producción las Homilías sobre las estatuas, en respuesta a las
protestas de los antioqueños ante el emperador Teodosio –derriban sus estatuas–
por un nuevo impuesto. «Son sus homilías más bonitas. Les dice a los fieles que
romper las estatuas no está bien y ensalza la autoridad, que no es personal,
sino que viene de Dios», añade Marcelo Merino.
Otra de las características de san Juan Crisóstomo es
la humildad. Repite que se siente indigno de ser sacerdote, e incluso confiesa
en uno de sus escritos su deseo de ser como el trozo de cruz que está enterrado
en la tierra, que no se ve pero que sostiene al resto. Nunca buscó medrar y, de
hecho, fue conducido a Constantinopla para ser consagrado patriarca sin que él
lo supiera. Los consejeros del emperador Arcadio vieron en él un buen candidato
después de que las citadas homilías calmasen la furia de los antioqueños.
Crítico con el poder
Sin embargo, Juan nunca fue una persona cómoda para el
poder o para aquellos que vivían de espaldas a su ministerio. De hecho, la
austeridad fue la seña de identidad de su mandato, de modo que eliminó todo
signo de boato, algo que exigió también a sus sacerdotes y a los monjes,
algunos de los cuales llevaban muy buena vida. «Fustigó el afán de lujo y
acaparamiento de riquezas, porque todo eso redundaba en mengua y daño de los
pobres y humildes, que en su corazón ocupaban siempre el lugar más destacado y
eran el centro de su amor», escribe Argimiro Velasco.
Estas denuncias fueron las que provocaron los
problemas con el poder y con la emperatriz Eudoxia, quien se siente señalada
por san Juan Crisóstomo tras este criticar la inauguración de una estatua de la
primera, que estuvo acompañada de todo tipo de festejos. Esto le valió al santo
el arresto domiciliario y, más tarde, su segundo destierro. La decisión fue
aplaudida por numerosos obispos que años antes habían organizado un concilio
sin la presencia de Juan en el que decidieron retirarle del episcopado y pedirle
al emperador que lo expulsara, como así sucedió.
Fue el segundo destierro el que acabó con su vida.
Tras pasar por Nicea y ser enviado a Cúcuso, un pueblo en Armenia Menor, los
esfuerzos del Papa Inocencio I en favor de Juan se volvieron en su contra y fue
enviado todavía más lejos, a Pitionte (hoy, Pitsunda). No llegaría, pues
falleció en la Comana Póntica, muy cerca de la ermita de San Basilisco, donde
descansarían sus restos hasta que el emperador Teodosio II mandó trasladarlos a
Constantinopla una vez rehabilitada su figura.
Biografía
- 344-354: Nace en
Antioquía
- 368: Recibe
el Bautismo
- 386: Es
ordenado sacerdote
- 386: Escribe
las Homilías sobre las estatuas
- 398: Patriarca
de Constantinopla
- 403: Destierro
definitivo
- 407: Muere en
la Comana Póntica
- 428: Se
instituye la fiesta del santo patriarca Juan
- 438: Sus
reliquias son trasladas a Constantinopla
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