Fe y Vida | Juan Luis Vázquez DÃaz-Mayordomo
22
de octubre: san Juan Pablo II, el gigante de Wadowice
Cada 22 de octubre celebramos la fiesta de san Juan
Pablo II, un Papa que ha marcado la historia personal y colectiva de la Iglesia
del tercer milenio
El 18 de mayo de 1920 veÃa la luz en Wadowice, un
pequeño pueblo al sur de Polonia, un niño sin el cual no podrÃa entenderse la
historia del siglo XX. Karol Jozef Wojtyla, futuro Juan Pablo II, conoció
desgracias similares a las de sus contemporáneos en todo el mundo, pero el dedo
de Dios hizo de su vida un espejo en que se miraron millones de personas para
encontrar esperanza.
A los 21 años ya era huérfano de padre y madre.
Durante la Segunda Guerra Mundial vivió la ocupación nazi y la soviética, y
cursó sus estudios en el seminario clandestino de Cracovia. Ordenado sacerdote
tras la guerra, en 1958 fue nombrado obispo auxiliar de Cracovia. Seis años
después fue nombrado arzobispo y participó en las sesiones del Concilio. En
1967 Pablo VI le creó cardenal.
El 16 de octubre de 1978 subió a la sede de Pedro el
primer Papa no italiano en casi cinco siglos. «¡No tengáis miedo, abrid de par
en par las puertas a Cristo!», exclamó en la Misa con la que dio inicio su
pontificado. Los 27 años siguientes los dedicó en cuerpo y alma a la tarea de
hacer giratorias estas puertas, de modo que Cristo pudiera entrar en un mundo
sacudido por la Guerra FrÃa, la revolución sexual y las hambrunas.
Dicen que como no pudo reformar la Curia, salÃa del
Vaticano para evangelizar, y por eso realizó 104 viajes apostólicos por todo el
mundo. Ya en casa, dedicaba su jornada a rezar, recibir gente y escribir.
Fueron 14 las encÃclicas que escribió: la moral sexual de la Iglesia –que
desgranó en su teologÃa del cuerpo–, la relación entre razón y fe, la unidad
entre todas las iglesias, el mundo del trabajo, la centralidad de la EucaristÃa
o la misericordia divina fueron algunos de los legados que dejó al pueblo de
Dios, sin olvidar el impulso de que dio a la elaboración del nuevo Catecismo.
Fue el Papa de los jóvenes, porque bajo su pontificado
auspició el nacimiento de las jornadas mundiales de la juventud y con ellas
multitud de vocaciones. Y también fue el Papa de la familia, a la que definió
como «el camino de la Iglesia». Además, se convirtió en el primer Papa en
entrar a rezar a una iglesia luterana, a una mezquita y a una sinagoga, y fue
el que dio el primer impulso a los encuentros de AsÃs, que marcaron el camino
para el diálogo interreligioso de hoy.
Gorbachov le denominó «la autoridad moral más
importante del mundo», aunque no fue un jefe de Estado al uso. Se opuso con
firmeza a la guerra de Irak ante los lÃderes mundiales del momento, al mismo
tiempo que no dudó en visitar a los católicos en paÃses conflictivos, desde el
Chile de Pinochet a la Cuba de Fidel Castro.
Juan Pablo II conoció de primera mano los excesos del
comunismo, y por eso impulsó las beatificaciones de cientos de mártires en todo
el mundo. Él mismo llegó a dar su sangre cuando recibió los disparos de Ali
Agca el 13 de mayo de 1981. Al salir del hospital acudió a la celda del turco
para dar un precioso testimonio de perdón ante el mundo.
El deterioro fÃsico de sus últimos años no solo no
mermó su talla de gigante, sino que la acrecentó, pues el mundo entero pudo
asistir a un vÃa crucis particular en el que transparentó al mismo Cristo.
Entregó su alma el 2 de abril de 2005, en la vÃspera de la fiesta de la Divina
Misericordia, que él instituyó.
«Tratan de entenderme desde fuera, pero solo se me
puede entender desde dentro», dijo una vez. Si ese fuera fue tan fecundo, solo Dios sabe cómo de
lleno estaba ese dentro.
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