Editorial Octubre Mes de las Misiones
Continuemos la
Misión de la Iglesia
Dedicamos el mes de octubre a “la misión”, orar, reflexionar y colaborar
con la misión de la Iglesia. La misión es la razón de ser de la Iglesia, la
Iglesia existe para evangelizar, para dar a conocer a Jesús, quien es el
Evangelio viviente, a la humanidad: “vayan a todo el mundo y anuncien el
Evangelio a toda criatura” (Mc, 16,15), les dice Jesús a sus discípulos,
después de su resurrección. Para eso es que Jesús constituye la comunidad de
discípulos y los doce. Les muestra la misión personal que él mismo vivía para
que ellos, los que le sucedieron, nosotros y los que vengan después de
nosotros, la continúen en todos los tiempos.
Así definió Jesús su propia misión, citando al profeta Isaías: Fue a
Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los
sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el libro del
profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: «El
Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado para
anunciar el Evangelio a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y
a los ciegos, la vista. Para dar libertad a los oprimidos; para anunciar el año
de gracia del Señor». Y, enrollando el libro, lo devolvió al que le ayudaba y
se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él. Y él se puso a decirles:
- Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír. (Lucas
4, 16-21).
Los seguidores de Jesús o cristianos, como nos
llaman, heredamos nuestra misión de la de Cristo. Como Jesús es nuestro
Maestro, nuestro fundador y Señor, asumimos su enseñanza integral. Si no lo
hacemos, entonces no somos cristianos, no seguimos realmente a Jesús. Así que
nuestra misión está estrechamente ligada a los pobres y oprimidos, es nuestra
tarea número uno, para comunicarles la Buena Noticia de que Dios les ama y
busca mostrar al mundo la justicia y el derecho, procurando liberarlos de la
opresión y todo el mal de que son víctimas. La Iglesia deja de ser de Cristo si
no se dedica a los pobres. El Espíritu de Jesús nos guía hacia la defensa de
los maltratados por la vida o por los hombres. Esta será la prueba de que nos
estamos dejando Salvar.
Solo una Iglesia
colmada del Espíritu es capaz de misionar. Pero una Iglesia movida por el
Espíritu de Dios está llamada a salir de sí misma y dar testimonio del
Evangelio en el mundo entero. Su preocupación nunca puede limitarse a su propia
conservación y mantenimiento de sí misma. ¡Una Iglesia que dejara de tener
presente el mandato de evangelizar y no sintiera el impulso misionero para
hacerlo no sería ya la Iglesia de Jesús!
Todo bautizado es
misionero por naturaleza. Él encuentra la fuente y el origen de todo su
dinamismo evangelizador en la fuerza desbordante del amor del Padre, del Hijo y
del Espíritu Santo. “El amor es y sigue siendo la fuerza de la misión y es
también el único criterio según el cual todo debe hacerse y no hacerse,
cambiarse y no cambiarse”.
El Papa Francisco
quiere “despertar aún más la conciencia misionera de la misión fuera de las
propias fronteras y retomar con un nuevo impulso la transformación misionera de
la vida y de la pastoral”. “Que el mes de
las misiones sea un tiempo de gracia intensa y fecunda para promover
iniciativas e intensificar de manera especial la oración —alma de toda misión—,
el anuncio del Evangelio, la reflexión bíblica y teológica sobre la misión, las
obras de caridad cristiana y las acciones concretas de colaboración y de
solidaridad entre las Iglesias, de modo que se avive el entusiasmo misionero y
nunca nos lo roben”.
El Papa Juan Pablo
II, acuñó el término “nuevos areópagos”, en su encíclica misionera La Misión
del Redentor. El Papa, en su escrito, pensaba en tantos escenarios que
necesitan ser penetrados por los valores y vivencias del evangelio. Volver al horizonte de la evangelización es
condición fundamental para la vitalidad y renovación de la Iglesia y sus
comunidades cristianas en el mundo, si deseamos conservar la actualidad, el
frescor, el impulso y la fuerza para anunciar el Evangelio con credibilidad. “La
misión renueva la Iglesia, refuerza la fe y la identidad cristiana, da nuevo
entusiasmo y nuevas motivaciones”.
La sinodalidad nos
llama a ser una Iglesia en misión. La Iglesia no sólo “tiene” una misión. La
Iglesia “es” misión. Ella es una comunidad de discípulos misioneros que son
enviados a todos los confines de la tierra para anunciar y dar testimonio del
Evangelio de la Alegría. Como nos recuerda con frecuencia el Papa Francisco, la
misión que hemos recibido nos obliga a “salir”, especialmente hacia los
confines de la sociedad humana, las periferias. Esto es lo que significa ser
una “Iglesia Sinodal en Misión” sostenida y guiada por el Espíritu Santo.
ADH 893 2024
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