Nuestra Fe | Fray Roberto Pasolini*
Primer Domingo de Adviento:
Primer paso la oración, no agobiar el corazón
El recién
nombrado predicador de la Casa Pontificia reflexiona sobre el primer domingo
del tiempo que prepara la Navidad: la realidad que vivimos es aterradora, pero
Jesús que viene nos recuerda que levantemos la cabeza porque «vuestra
liberación está cerca».
El tiempo de Adviento es un tiempo
en el que renovamos nuestra espera del Señor que ya ha entrado en la historia,
pero que volverá para llevarla a término. Es un tiempo breve pero intenso, en
el que despertar, como decimos en estos días, no significa no hacer nada,
dormirse, acostarse en algún sitio, sino, al contrario, volver a despertar toda
nuestra lucidez y asombro ante la realidad, y ante lo que Dios, en realidad,
realiza. Aunque la realidad, como nos recuerda el Evangelio, nos asuste a
menudo: signos terribles, angustias, miedos, guerras, terremotos,
cataclismos... El Evangelio dice incluso que todos morimos de miedo ante la
realidad, y esto es verdad por muchas razones. Sin embargo, en esos momentos,
Jesús dice: «Levantad la cabeza y daos cuenta de que vengo y vuestra liberación
está cerca». Sería bueno tener esta capacidad. ¿Cómo hacerlo? Jesús da dos
indicaciones básicas. La primera es: no agobiéis vuestros corazones. En nuestro
corazón hay deseos equivocados, cosas que nos hacen vivir con un ritmo agobiado
porque vamos buscando en la realidad algo que no está ahí. Por eso, no agobiar
el corazón significa encontrar la profundidad adecuada de nuestros deseos,
comprender lo que realmente deseamos y lo que la realidad puede ofrecernos. Y
luego Jesús dice: «Velad orando». No basta con rezar, primero hay que abrir
bien los ojos, vigilar. Esta es una indicación muy importante, porque muchas
veces decimos oraciones, pero no nos pasa nada, porque todavía tenemos los ojos
cerrados, es decir, no tenemos una mirada de confianza y de atención sobre la
realidad. Y, en cambio, el tiempo de Adviento comienza exactamente así:
abriendo los ojos, entrando en nuestro corazón, empezando a rezar.
*Predicador
de la Casa Pontificia
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