Actualidad | Alcedo A. Ramírez
Resucitó
de entre los Muertos
Sin lugar a dudas que la Resurrección de Nuestro Señor
Jesucristo es el evento más importante de la Cristiandad y de la Historia
Universal, lo cual hace del mismo un tema permanente de discusión y valoración.
Cuando el Hijo de Dios volvió de lo más profundo de la tierra se hizo realidad
la Promesa de Vida Eterna. Ya no había lugar a dudas, Cristo Jesús es el Mesías,
Redentor y Salvador del Mundo, tal y como nos lo había dicho Jesucristo, a
través de sus enseñanzas a los Apóstoles.
Esta realidad y verdad de la Resurrección, aceptada por
todos los cristianos como un Sacramento de Fe, constituye la esencia de la
creencia del Cristianismo, en una persona imbatible, no en una ideología
abstracta. Jesús resucitó hace más de dos mil años y ha estado con nosotros
antes, ahora y para siempre. Precisamente, este hecho de la Resurrección se ha
convertido en la Piedra Angular de la fortaleza y atractivo que ha existido alrededor
de la persona de Jesucristo.
Las narrativas del Antiguo y Nuevo Testamentos dan fe de la Resurrección
de Jesucristo, por lo que podemos asegurar que es un hecho histórico
indiscutible e incuestionable, ya que fue visto por muchas personas, en
diferentes lugares y momentos, por lo que podemos acreditar las evidencias
necesarias para otorgarle la calidad de Verdad Histórica. Así mismo, los
primeros historiadores de la Época también ofrecen narraciones sobre este gran
fenómeno, desconocido hasta entonces en la naturaleza y la humanidad. Ahora nos
toca a nosotros, con todas las evidencias y nuevos conocimientos sociales y
tecnológicos, proseguir con la cruzada de dar a conocer al Resucitado hasta los
últimos confines de la tierra.
A pesar de todo lo expresado hasta aquí, múltiples han sido
los intentos para acallar y desacreditar la realidad de la Resurrección de
Nuestro Señor Jesucristo, antes y ahora, pero sin resultados positivos.
Comenzando por la incredulidad de los mismos Apóstoles, siguiendo con los
fariseos y maestros de la ley, quienes ofrecieron dinero a los soldados quienes
custodiaban la tumba ya vacía para que inventaran la historia de que el cadáver
había sido sustraído, para luego y mas tarde querer ofrecer variadas razones de
la imposibilidad del evento y de tal ocurrencia. Hasta el día de hoy, son
incontables los intentos de desmeritar el suceso histórico, para querer hundir
esta gran Verdad Cristiana en un mar de escepticismo y mentiras.
Efectivamente, la verdad de la Resurrección ha sido capaz de
cambiar el miedo de los creyentes en certeza, sus debilidades en fortalezas, así
como las dudas existenciales en pilares indestructibles de una Nueva Vida, con
Cielos Nuevos en Tierra Nueva. Los Cristianos Comprometidos con sus Comunidades
tenemos la obligación de seguir martillando en los corazones y las mentes de
nuestros hermanos la necesidad de asumir esta creencia fundamental como
Esperanza Cristiana, capaz de sostenernos en el recorrido terrenal, junto al
prójimo, hasta los jardines del Reino de Dios, cuyos linderos están en esta
tierra, antesala de la Eternidad Prometida.
Tal y como nos dijo Cristo Jesús, si no creen en mis
palabras, crean en las obras que hago, los cuales son hechos que provienen de
Dios. El mismo Jesucristo proclamó su muerte y vuelta a la vida del lugar de
los muertos. Aquí es donde cada uno tiene que ejercer una decisión personal,
por aceptar o rechazar la Verdad de la Resurrección, en la cual se está jugando
su destino eterno.
La experiencia de los 40 días en Galilea, y su posterior Ascensión
al Cielo, como lo pudieron vivir más de 500 personas y lo establece el Credo de
la Iglesia, confirman una vez más el Misterio Pascual, a la vez de las
vivencias de todos los creyentes y cristianos en los últimos dos mil años.
Cristo está Vivo y Entre Nosotros. Amén, Ahora y Siempre.
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