Vida Religiosa | Isabella H. de Carvalho
El Papa a los religiosos:
reconocer los signos de los tiempos para servir a los necesitados
Responder a
las necesidades del mundo, la obediencia para recordar a la sociedad actual el
sentido del sacrificio y la importancia de vivir juntos la vocación religiosa.
Estas son las tres sugerencias que León XIV dio a los participantes en los
CapÃtulos Generales de los Misioneros de la PreciosÃsima Sangre, de la Sociedad
de MarÃa (Maristas), de los Frailes Franciscanos de la Inmaculada y de las
Ursulinas.
Prestar
«atención a los signos de los tiempos» para servir al prójimo en sus
necesidades, vivir «la obediencia como un acto de amor» en el mundo actual y la
importancia de «la vida en común». Estos son los tres mensajes de aliento que
León XIV transmite a los religiosos y religiosas de diversas congregaciones e
institutos, reunidos en Roma para sus capÃtulos generales y asambleas, con
quienes se ha reunido hoy, 18 de septiembre, en audiencia en el Vaticano. Entre
los participantes se encontraban miembros de los Misioneros de la PreciosÃsima
Sangre, de la Sociedad de MarÃa (Maristas), de los Frailes Franciscanos de la
Inmaculada y de las Ursulinas de MarÃa Inmaculada. Recordando el «bien» que
hacen cada dÃa en todas partes del mundo —«a menudo desconocido a los ojos de
los hombres, pero no a los de Dios»—, el Papa invitó a los religiosos a
«continuar con fe y generosidad» sus misiones, respondiendo a las necesidades
del mundo, siguiendo los pasos de quienes fundaron estas familias religiosas.
“Sus
fundadores y fundadoras fueron personas capaces de observar, evaluar, amar y
luego partir, incluso a riesgo de sufrir grandes penas, incluso a costa de
perder lo propio, para servir a los hermanos en sus necesidades reales,
reconociendo en la indigencia del prójimo la voz de Dios”.
La atención a los signos de los tiempos
Es
precisamente esta atención a los signos de los tiempos la que, según destaca el
PontÃfice, deberÃa ser el impulso para estimular la misión. «Sin esta mirada
abierta y atenta a las necesidades reales de los hermanos, ninguna de sus
Congregaciones habrÃa nacido jamás», insiste, «por eso es importante que
trabajen en la memoria viva de esos valientes comienzos» Citando a su
predecesor, el Papa Francisco, el Papa León explica que esto no significa
«hacer arqueologÃa o cultivar nostalgias inútiles», sino «recorrer el camino de
las generaciones pasadas» para captar «la chispa inspiradora» e identificar
«potencialidades quizás aún inexploradas, para ponerlas al servicio del “aquà y
ahora”».
De hecho, el
PontÃfice recuerda a los diversos fundadores de estas realidades y la «herencia
polifacética» que dejaron. Como, por ejemplo, la beata Brigida di Jesús
Morello, que fundó la Congregación de las Hermanas Ursulinas de MarÃa
Inmaculada y, en el siglo XVII, a través de la formación de los jóvenes,
«inauguró una obra de promoción de la mujer que darÃa muchos frutos en el
futuro». O también San Gaspar del Bufalo, fundador de los Misioneros de la
PreciosÃsima Sangre, que dos siglos después, en Roma, «se comprometió a
combatir el espÃritu rampante de "impiedad e irreligión" que afligÃa
a su época». O también el padre Jean-Claude Colin, que partió del «espÃritu de
humildad y ocultamiento de MarÃa de Nazaret» para fundar la Sociedad de MarÃa. Por
último, León XIV menciona también a San Francisco y a San Maximiliano Kolbe,
que inspiraron el nacimiento de los Frailes Franciscanos de la Inmaculada.
La obediencia puede ayudar al mundo a redescubrir el
valor del sacrificio
El PontÃfice
subraya además la importancia de la obediencia como «valor fundamental» para la
vida de los religiosos, pero también para el mundo actual, en el que a menudo
impera la autorreferencialidad. «Hoy en dÃa, hablar de obediencia no está muy
de moda: se considera una renuncia a la propia libertad. Pero no es asû. La
obediencia es, por el contrario, «una escuela de libertad en el amor», de la
que Jesús fue el primer ejemplo a través de «su relación con el Padre». León
XIV menciona a este respecto a San AgustÃn, que insistÃa en la «estrecha
relación que existe, en la vida cristiana, entre la obediencia y el amor
verdadero».
“La
obediencia, en su significado más profundo de escucha activa y generosa del
otro, es un gran acto de amor con el que se acepta morir a uno mismo para que
el hermano y la hermana puedan crecer y vivir. Profesada y vivida con fe, traza
un camino luminoso de entrega, que puede ayudar mucho al mundo en el que
vivimos a redescubrir el valor del sacrificio, la capacidad de relaciones
duraderas y una madurez en el estar juntos que va más allá del «sentir» del
momento para consolidarse en la fidelidad”.
La importancia de la vida en comunidad
Por último, el
PontÃfice invita a los religiosos a vivir la vida en comunidad «como lugar de
santificación y fuente de inspiración, testimonio y fuerza en el apostolado».
Aclara que en ella el EspÃritu es «uno y pasa simultáneamente a todos» y «se
disfruta del fruto del don ajeno como del propio».
“No en vano,
el EspÃritu Santo inspiró a quienes los precedieron a unirse a las hermanas y
hermanos que la Providencia puso en su camino, para que en la comunión de los
buenos se multiplicara y creciera el bien. Asà fue en los inicios de sus
fundaciones y a lo largo de los siglos, y asà sigue siendo ahora”.
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