Papa León XIV | Rocio Lancho García
Dios se hace cercano a la
humanidad con la pequeñez de un niño
Las
delegaciones de los donantes del pesebre del Aula Pablo VI y del árbol y el
pesebre de la plaza de San Pedro son recibidos por el Santo Padre en el
Vaticano. El Pontífice ha invitado a rezar “por los que sufren a causa de la
guerra y la violencia” y de forma particular ha encomendado a las víctimas del
atentado terrorista de ayer contra la comunidad judía en Sídney.
El Papa León
XIV ha recibido esta mañana a las delegaciones de los donantes del pesebre del
Aula Pablo VI y del árbol y del pesebre de la plaza de San Pedro. Dirigiéndose
a la delegación de la diócesis de Nocera Inferiore-Sarno, de donde procede el
pesebre, el Pontífice agradeció a las empresas implicadas, a los trabajadores y
a todos aquellos que idearon el proyecto y colaboraron en su realización,
“buscando unir arte y espiritualidad en un escenario que narre la fe y las
raíces culturales de vuestra tierra”.
Los peregrinos
que visiten la plaza de San Pedro, cuando contemplen la escena de la natividad,
les “recordará que Dios se hace cercano a la humanidad, se hace uno de
nosotros, entrando en nuestra historia con la pequeñez de un niño”, aseguró el
Pontífice. De hecho, en la pobreza del establo de Belén, “contemplamos un
misterio de humildad y de amor”.
Por esta
razón, ha asegurado el Santo Padre, delante de cada pesebre, “revivimos ese
Evento y redescubrimos la necesidad de buscar momentos de silencio y de oración
en nuestra vida, para reencontrarnos con nosotros mismos y entrar en comunión
con Dios”.
Además, el
Pontífice ha subrayado que la Virgen María “es el modelo del silencio
adorante”. A diferencia de los pastores, que, al volver de Belén, “glorifican a
Dios y cuentan lo que han visto y oído”, la Madre de Jesús “custodia todo en su
corazón”. El silencio de María “no es un simple callar: es maravilla y
adoración”, ha indicado León XIV.
El Papa se
dirigió también a la delegación procedente de la diócesis de
Bolzano-Bressanone, de donde procede el abeto rojo ubicado ahora en la plaza.
El árbol – ha asegurado – es signo de vida y recuerda la esperanza que no falla
ni siquiera en el frío del invierno. Asimismo, ha afirmado que las luces que lo
adornan “simbolizan a Cristo luz del mundo, venido a disipar las tinieblas del
pecado y a iluminar nuestro camino”.
Finalmente,
dedicó unas palabras a la representación de la Natividad que estará en el Aula
Pablo VI durante todo el periodo navideño, que procede de Costa Rica y se
titula Nacimiento Gaudiumm. Cada una de las veintiocho mil cintas de colores
que decoran la escena “representa una vida preservada del aborto gracias a la
oración y al apoyo ofrecido por organizaciones católica a madres en
dificultad”, ha explicado. Por ello, el Santo Padre ha agradecido a la artista
costarricense que haya querido lanzar, junto al mensaje de paz de la Navidad,
un llamamiento para que se proteja la vida desde la concepción.
Para concluir,
León XIV ha reconocido que el pesebre y el árbol son signos de fe y de
esperanza y ha invitado a pedir al Señor “renovar en nosotros el don de la paz
y de la fraternidad” mientras les contemplamos. Del mismo modo ha pedido rezar
“por los que sufren a causa de la guerra y la violencia”. De forma particular,
ha encomendado a las víctimas del atentado terrorista de ayer contra la
comunidad judía en Sídney.
“¡Basta con
estas formas de violencia antisemita! Debemos eliminar el odio de nuestros
corazones”
“Dejemos que
la ternura del Niño Jesús ilumine nuestra vida. Dejemos que el amor de Dios,
como las ramas de un árbol siempre verde, permanezca ferviente dentro de
nosotros”, ha pedido al concluir el Pontífice.


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