• Noticias

    lunes, 1 de diciembre de 2025

    El Papa a religiosos del Líbano: "Ustedes son constructores esperanza y caridad”


    Vida Religiosa | Daniele Piccini

     


    El Papa a religiosos del Líbano: "Ustedes son constructores esperanza y caridad”

     

    En el segundo día de su peregrinación al Líbano, el Papa visita el santuario mariano de Harissa y se reúne con obispos y religiosos. El Pontífice escucha cuatro testimonios de solidaridad, guerra, migración y pastoral carcelaria que muestran la capacidad del pueblo libanés de hacerse «cercano» a quien sufre, como María al pie de la cruz. El saludo del patriarca de Cilicia de los armenios: “Su presencia nos recuerda que Dios está con nosotros”.

     

    Las palabras con las que san Juan Pablo II, en un mensaje a los ciudadanos del Líbano de 1984, les confiaba la misión de ser "responsables de la esperanza", "no han sido vanas", sino que han encontrado escucha y respuesta, porque aquí se sigue construyendo la comunión en la caridad.

     

    Así lo constata el Papa León XIV en el discurso pronunciado en francés ante unas 3500 personas, durante el encuentro con los obispos, sacerdotes, consagrados y agentes pastorales del Líbano, celebrado esta mañana, 1° de diciembre, en el Santuario de Nuestra Señora de Harissa. Es el segundo día del «peregrinación» al País de los Cedros, segunda etapa de su viaje apostólico que lo llevó también a Turquía. El santuario de Harissa, situado en la montaña del mismo nombre que se eleva sobre la ciudad de Jounieh, es el santuario mariano más importante de Oriente Medio. Fue construido en 1904, con motivo del 50.º aniversario de la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción por parte del Papa Pío IX.

     

    Auténticos responsables de la esperanza

    León XIV encuentra la prueba de que las palabras proféticas del Papa Wojtyła, tan afectuoso con el pueblo de País de los Cedros, se han convertido en carne, vida, cuidado y caridad en la sociedad libanesa, en los cuatro testimonios leídos durante el encuentro.

     

    Testimonios de cercanía y proximidad, como el que acabamos de leer en el pasaje del Evangelio de Juan, donde se dice que María y su hermana, María madre de Cleofás y María de Magdala, estaban junto a la cruz de Cristo, en el Gólgota, mientras era crucificado.

     

    Es al estar con María junto a la Cruz de Jesús (cf. Jn 19,25) que nuestra oración, puente invisible que une los corazones, nos da la fuerza para seguir esperando y trabajando, incluso cuando a nuestro alrededor retumba el ruido de las armas y las propias exigencias de la vida cotidiana se convierten en un desafío.

     

    Esta proximidad a la cruz de Jesús es la fe, el ancla que, según el Papa Francisco, cita el pontífice, mantiene nuestra vida “anclada en el cielo”: y anclarnos al cielo, explica León XIV, es el camino para “construir la paz”.

     

    De estas raíces, fuertes y profundas como las de los cedros, crece el amor y, con la ayuda de Dios, cobran vida obras concretas y duraderas de solidaridad.

     

    La moneda siria junto con la libanesa

    Obras de amor, como la del padre Youhanna-Fouad Fahed, sacerdote activo en un pueblo multiconfesional —donde conviven musulmanes suníes y cristianos ortodoxos y maronitas— llamado Debbabiyé, en el norte del país, en la frontera con Siria. El sacerdote, en francés, relató las dificultades de la comunidad, víctima de los bombardeos del país vecino, Siria, donde imperaba la guerra civil.

    Allí, a pesar de la extrema necesidad y bajo la amenaza de los bombardeos, cristianos y musulmanes, libaneses y refugiados del otro lado de la frontera, conviven pacíficamente y se ayudan mutuamente.

     

    Una comunión que también subraya el Papa al detenerse en la imagen de las monedas sirias dejadas en la bolsa de limosnas, junto con las libanesas: el destalle “nos recuerda que en la caridad —comenta el Pontífice— cada uno de nosotros tiene algo que dar y que recibir, y que el donarnos mutuamente nos enriquece a todos y nos acerca a Dios”.

     

    Respondiendo indirectamente al padre Youhanna, que poco antes había hablado de «los jóvenes que solo ven un futuro en la huida» de la migración, el Papa recuerda la “responsabilidad que todos tenemos” hacia ellos.

     

    Es importante favorecer su presencia, también en las estructuras eclesiales, apreciando su aportación de novedad y dándoles espacio. Y es necesario, incluso entre los escombros de un mundo con dolorosos fracasos, ofrecerles perspectivas concretas y viables de renacimiento y crecimiento para el futuro.

    Permanecer por amor a pesar de las bombas y la violencia

    Sin embargo, para aquellos que no pueden huir ni siquiera ante las amenazas de los bombardeos y buscan “seguridad y paz”, “los responsables de la esperanza” tienen el rostro de las religiosas que permanecen a su lado, a pesar de que las milicias armadas las rodean, improvisando un campo de refugiados y un centro de estudios para seguir acompañando a “nuestros estudiantes refugiados”. Es el testimonio de la hermana Dima Chebib, religiosa de las Hermanas de los Sagrados Corazones, enviada por su congregación a Balbeeck, una ciudad libanesa de mayoría musulmana donde sus hermanas están presentes desde 1882. “No podía irme”, contó en francés la hermana Dima.

    León XIV subraya la importancia de “mantener abierta la escuela” incluso ante “el estallido de violencia”: aquí se aprende a “amar en medio del odio, a servir incluso en el cansancio y a creer en un futuro diferente más allá de toda expectativa”.

     

    La Iglesia en Líbano siempre ha prestado mucha atención a la educación. Los animo a todos a continuar con esta loable labor, asistiendo sobre todo a quien pasa necesidad y a quien carece de medios, a quienes se encuentran en situaciones extremas, con decisiones guiadas por la caridad más generosa, para que la formación de la mente vaya siempre unida a la educación del corazón.

     

    “Educación del corazón” que, recuerda el Papa, se cuida según la “escuela de la Cruz” y teniendo como “único Maestro nuestro a Cristo”.

     

    El horror de la guerra: la historia de James y Lela

    Y precisamente historias de migraciones «desgarradoras» contó Loren Capobres en su testimonio. Esta mujer, originaria de las Islas Filipinas, que trabaja como empleada doméstica desde hace diecisiete años, lejos de su hogar, “ha encontrado un propósito en el servicio a los demás”. “Soy voluntaria en Couples for Christ Lebanon, en el Arrupe Migrants’ Center y en mi parroquia, Saint Joseph Tabaris, que ahora considero mi segundo hogar”, contó en inglés la mujer, que luego admitió llevar grabada en su corazón la historia de James, sudanés, y de su esposa Lela. Cuando estalla la guerra, su empleador los encierra en casa. La pareja no se rinde. Lele está embarazada y los dos logran escapar y, tras tres días de camino, llegan a la iglesia de Loren.

     

    El Papa recuerda que, como afirmó el Papa Francisco en la homilía del Día Mundial del Migrante y del Refugiado, el 29 de septiembre de 2019, el dolor de la guerra “nos concierne y nos interpela”. La historia de James y Lela, por lo tanto, “nos conmueve profundamente”, comenta el Pontífice.

    Lo que han vivido nos obliga a comprometernos para que nadie tenga que huir de su país debido a conflictos absurdos y despiadados, y para que quien llama a la puerta de nuestras comunidades nunca se sienta rechazado.

     

    Llevar y encontrar a Cristo en las cárceles

    El padre Charbel Fayad, lazarista, capellán de prisiones, encuentra a Cristo todos los días en el rostro de los reclusos “que la sociedad ha olvidado, pero a los que Dios nunca ha dejado de amar”. “Celebramos la misa, escuchamos las confesiones, compartimos el pan y la Palabra, acompañamos [a los presos] en todos los niveles. Y allí, a menudo en silencio, renace la alegría de saberse amados, incluso tras los muros”, dijo el padre Chabrel en francés en su testimonio.

     

    Lugares como este, “donde el mundo ve sólo muros y crímenes”, nos ofrecen la oportunidad de encontrar la mirada de Dios. «En los ojos de los reclusos vemos la ternura del Padre, que nunca se cansa de perdonar», comentó el Papa en su homilía.

     

    Y es así: vemos el rostro de Jesús reflejado en el rostro de los que sufren y de los que cuidan las heridas que la vida ha causado.

     

    Saludo de bienvenida del Patriarca de Cilicia de los Armenios

    El encuentro en el santuario de Harissa comenzó a las 11.40 (hora local) con el saludo de bienvenida de Raphaël Bedros XXI Minassian, Patriarca de Cilicia de los Armenios. El Patriarca Minassian definió la visita del Papa como “una llama viva de oración y esperanza que ilumina cada rincón de nuestro país”, recordando que “cada día, dondequiera que estemos, en las iglesias, en las capillas o en las casas, nuestras voces se elevan en un solo canto, como el aroma del incienso que sube al cielo. Oramos con usted, Santo Padre, por la paz, la justicia y el renacimiento de nuestro amado Líbano”. Una nación cuyo pueblo, en los últimos años, “ha afrontado pruebas que han sacudido profundamente su cuerpo y su alma”. En este país, añadió el «Catholicos», la memoria de los mártires, conservada, se ha transformado “en un Evangelio vivido, encarnado en la vida cotidiana”. De esta fe ardiente «brota la fuerza del Oriente cristiano» en un país que “alberga dieciocho confesiones religiosas, símbolo concreto de cómo la fe puede convertirse en un puente sobre las heridas del mundo”. “Su presencia —concluyó Minassian dirigiéndose al Pontífice— nos recuerda que Dios está con nosotros. La Iglesia está con nosotros. Nunca estamos solos”.

     

    El don de la Rosa de Oro

    Ser perfume de Cristo con nuestra vida, explica León XIV, es el sentido de la entrega de la Rosa de Oro, el regalo que tradicionalmente los pontífices, en visita mariana al Santuario de Harissa, llevan como prenda de su devoción a la Virgen y colocan a los pies de la estatua negra de María.

     

    Es un gesto antiguo, que entre otros significados tiene el de exhortarnos a ser, con nuestra vida, perfume de Cristo.

     

    Un perfume que no es necesariamente costoso, añade el Papa, y que a menudo se asemeja al aroma de la comida donada y compartida.

     

    No es un producto costoso reservado a unos pocos que pueden permitírselo, sino el aroma que se desprende de una mesa generosa en la que hay muchos platos diferentes y de la que todos pueden servirse juntos. Que este sea el espíritu del rito que nos disponemos a celebrar y, sobre todo, el espíritu con el que cada día nos esforzamos por vivir unidos en el amor.

     

    Vaticannews.va 






    No hay comentarios:

    Publicar un comentario

    Promueve el diálogo y la comunicación usando un lenguaje sencillo, preciso y respetuoso...

    Para Vivir Mejor


    Entradas Recientes



    La Familia


    Amigo del Hogar | Revista

    Orientada esencialmente a la familia desde una visión humano-cristiana, la Revista Amigo del Hogar nace en el año 1942, como obra evangelizadora de los Misioneros del Sagrado Corazón (MSC).

    ¿Quiénes Somos?

    Somos una comunidad religiosa fundada por el P. Julio Chevalier en el año 1854, en Issoudun, Francia. El proyecto al que buscamos ser fieles es, desde el Corazón misericordioso de Jesús, anunciar el amor de Dios al mundo.

    Temas de Salud


    Entradas populares