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    jueves, 1 de diciembre de 2011

    Historia del pájaro carpintero y la cuyaya

    Participando en una reunión de esas tantas que uno tiene en su ministerio, escuché una simple historia que deseo compartir con los amigos lectores de esta revista Amigo del Hogar, esperando que la misma les ayude a los grupos como reflexión y análisis. Dice la leyenda que una vez había un pájaro carpintero haciendo una cueva en una palmera y una cuyaya observaba su labor. Diariamente el carpintero acudía a la palmera como lugar de trabajo, donde pasaba largas horas martillando el árbol y así pasó mucho tiempo, mientras la cuyaya observaba cada día la faena del astuto pájaro. Un día el carpintero vio realizada su obra: su casita donde podía depositar sus huevos cuando nacieran sus crías. El pájaro carpintero cada día permanecía más tiempo en su cueva y la cuyaya observaba sin inmutarse y como quien no quiere la cosa, calculaba la vida del carpintero. Con el tiempo, ya eran contadas las veces que el pájaro carpintero salía de la cueva debido a que estaba incubando sus huevos y pronto vería sus criaturas. ¡Así fue! Los huevos se abrieron y comenzaron a salir nuevas criaturas, tres en total. Cierta mañana la cuyaya observó que el carpintero salió y regresó con algo en su pico para alimentar a sus criaturas y así sucedió varios días. En una de esas salidas, la cuyaya se acercó a la palmera y vio tres pichones que al sentir la presencia de algo, inmediatamente abrieron sus piquitos creyendo que era su padre. La cuyaya sale rápidamente de aquel lugar y se aleja por unos días hasta que más tarde regresa acercándose a la palmera y con sangre fría, entra a la cueva a comerse las crías que habían nacido en la cueva y ni corta ni perezosa, se apropia de ese lugar en la que se quedó a vivir. Decía quien hacía la historia: debemos ser como la cuyaya, es decir, ser constantes y no desesperarnos porque al final triunfamos. Agregó que solo los perseverantes triunfan y que en cambio, los desesperados no consiguen nada. Al oír estas reflexiones, lo cierto es que en parte estuve de acuerdo con él, pero no del todo y es aquí donde les invito a reflexionar sobre esta simple y hasta infantil historia de estos dos conocidos protagonistas: el carpintero y la cuyaya. Si observamos el accionar de nuestros dos personajes, pienso hoy en día en la situación que se nos presenta en nuestro país de tantas cuyayas que solo asechan a aquellos que trabajan y con su esfuerzo logran obtener algún bien y “de buenas a primeras” aparece alguien que nunca ha dado un golpe y les arranca violentamente esos bienes hasta con saldo de muertes. No hace mucho en un noticiero de televisión vi una acción que de verdad me hizo recordar la historia de la cuyaya y el carpintero. En una comunidad hicieron un desalojo de unas familias que llevaban mucho tiempo ubicados en un terreno. Me produjo mucha pena ver cómo les tiraban las casitas que esas familias habían levantado con su esfuerzo y todo porque había aparecido un supuesto dueño que alegaba que ese terreno era de su propiedad. Ante este alegato y con la fuerza pública a su favor, apareció un contingente de policías y civiles armados que como fieras se lanzaban sobre esas humildes viviendas hasta derribarlas. Al ver esta acción, recordé la cuyaya y el pájaro carpintero. Es muy probable que el “supuesto propietario” sabía de la presencia de estas familias y las humildes edificaciones que habían levantado en esos terrenos, pero quiso esperar que todo estuviera acondicionado y en buen estado, para luego ocupar a la fuerza y destruir lo que con tanto esfuerzo le había costado a esas pobres familias levantar. Como el carpintero, seamos constructores de hogares sanos y cuidémonos de los que, como las cuyayas, están ocasionando tanto daño a las familias dominicanas. De la vida misma | P. Eulide García, MSC

    2 comentarios:

    1. MANSOS Y HUMILDES DE CORAZON, PERO ASTUTOS COMO SERPIENTES. Casi siempre "los hijos de la luz" construimos con fuerza, sacrificio y llenos de esperanza, pero a veces, ajenos a la mirada insensata de quienes nos asechan para darnos el tiro de gracia.

      La sociedad dominicana se ha desarrollado con al aval de gobiernos y sectores de poder que heredaron “la depredación criminal” como practica para acumular bienes materiales. El trujillismo y el balaguerismo mantuvieron y enseñaron esta forma de absurda de gobernar que es un anatema del cual no hemos podido liberarnos a pesar de que nos han gobernado dos partidos fundados por Juan Bosch, que eran la esperanza del pueblo dominicano de que por fin comenzaríamos a “servir al partido para servir al pueblo”, y todavía el pueblo sigue esperando se cumpla esta promesa.
      Al parecer Bosch, “el carpintero”, construyo la casa de la liberación pero “sus pichones” al crecer se apropiaron de la casa y cuando les convino dejaron entrar “a las cuyayas” del reformismo. Y ahora los opositores de siempre contra la dictadura y la corrupción, como palomas mensajeras, que hasta hace poco, intentaron congregarse para crear “una fuerza alternativa” y tratar de cambiar el rumbo del desgobierno actual, por no desprenderse de la banda presidencial con la que creen haber nacido, pretenden seguir como “golondrinas” después de la tormenta, o como “bacas al matadero electoral”, solas en su discurso futurista e incierto. Pero, mi esperanza es que el cambio vendrá por la fuerza de la tragedia social, y de la rebelión de las masas surgirá a un líder que interpretara el sentir del pueblo. Este es el tiempo, los malos gobiernos tienen que caer por el peso de sus crímenes. La sociedad seguirá con la ayuda del Dios de la historia que aun vive en cada persona que cree, confía y trabaja para que en Quisqueya por fin se produzca este esperado cambio. El grupo de sacerdotes “Don Helder Cámara” seguirá acompañando al pueblo en la esperanza, con la conciencia clara en que hizo tanto como se pudo “y hasta lo que no pudo” para crear un frente verdaderamente amplio con el ideal de Juan Pablo Duarte y los trinitarios, y de todos los héroes que han bendecido con su sangre el camino de la liberación de Quisqueya.

      Yo, Heudes Anteca, ni soy carpintero, ni cuyaya, soy una paloma mensajera “de la revolución del amor de Jesús”, y trabajo por la paz con pan; por la educación con sabiduría; por el techo digno para todos y la diversión saludable en armonía con la naturaleza, que es vida, es bienestar y es verdaderamente “PATRIA”, una palabra que en mi lenguaje significa Pueblo, Acción, Trabajo, Resurrección, Independencia y Amor.

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    2. De los errores salen lesiones y lecciones: "Bacas al maletero electoral". Baca s. f. Estructura resistente, generalmente metálica y con forma de rejilla, que se coloca sobre el techo de un automóvil y sirve para llevar maletas y otros objetos.

      "Vacas al matadero electoral", animal de cuatro extremidades (o bipedo) que es llevado a echar su inconsciencia o ignorancia en una caja de carton llamada urna... algo asi parecido a un zafacon.

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