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    viernes, 10 de mayo de 2013

    La Comunicación Social y el Evangelio

    Editorial | Amigo del Hogar. La Comunicación Social en el anuncio del Evangelio
    La Iglesia se apresta a celebrar, este 12 de mayo, la LXVII Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales 2013 que este año lleva por título: "Redes Sociales: portales de verdad y de fe; nuevos espacios para la evangelización". Más que comentar el Mensaje, que aparece en este mismo número de Amigo del Hogar, proponemos algunas reflexiones sobre el mismo hecho de la Comunicación Social en el anuncio del Evangelio.
    Al ritmo de los avances tecnológicos, los nuevos lenguajes comunicativos y el impacto de los Medios en la cotidianidad, entre otras realidades que envuelven, constatamos que los seres humanos somos comunicadores por vocación: nos hallamos en unión con el mundo y relacionados entre nosotros; somos capaces de expresar procesos y situaciones interiores, y transmitirlos a los demás, animarlos a comportamientos específicos e influir en sus opciones y decisiones. El ser personas interrelacionados en y con el mundo -el nuestro y de los otros-, hace ineludible esta vocación. Pero como miembros de la Iglesia, vale la pregunta: ¿somos mediaciones de un mensaje de vida que define nuestra identidad y nuestra misión?
    Nuestra vocación es humana y cristiana; no hay frontera que establezca límites a esta realidad; en clave de encarnación, nuestra misión de evangelizar es humanizar. Actuar desde nuestra condición de comunicadores en todo el sentido humanizador de la palabra marca en nuestro horizonte muchos desafíos, en todo lugar y en toda época. Hacernos cargo de un mensaje que nos libera y que anuncia liberación para la gente de nuestro tiempo, requiere más que buena voluntad; tenemos que hacerlo con todo el corazón, con toda el alma, con todo nuestro ser y con todos los medios, incluida la comunicación social a nuestro alcance. Esto abre muchos caminos de reflexión y, además, es un gran desafío para nosotros.
    No podemos ser ingenuos en el uso de los medios, ni en el influjo que tienen sobre los comportamientos humanos, gustos y maneras de moldear las opiniones y visiones del mundo. Los medios de comunicación son industrias, que a conveniencia pueden ser autoritarias, pues viven del mercado y por lo tanto tienen una relación de doble vía: ellos investigan el mercado y tratan de ofrecerle lo que quiere. El problema es que quienes manejan los medios quieren imponer a los pueblos lo que ellos entienden que los pueblos deben querer.
    Podríamos valorar nuestra conciencia de ser comunicadores y si el hecho de serlo tiene muchas implicaciones en cuanto a nuestras responsabilidades en el modo de comunicar y en el contenido de lo que comunicamos. En este paso las herramientas de comunicación somos nosotros mismos, privilegiados de lenguaje, corporalidad, imágenes, signos y símbolos, experiencias compartidas…
    Preguntarnos también si el mensaje transmitido tiene que ver con nuestro estilo de vida. Si no hay autenticidad en nosotros y un deseo sincero de convertirnos a lo que anunciamos, quitamos credibilidad y fuerza a un mensaje que puede transformar el mundo. Hoy que tenemos mayor presencia en los Medios de Comunicación Social es conveniente revisar el modo de estar en ellos.
    El modo de participar en los medios de comunicación favorece la interacción en sociedades pluralistas y sistemas de gobiernos no confesionales o de acusado secularismo. En ellos reconocemos las culturas juveniles y trazos del mundo nuevo en que habitan. Nos damos cuenta de la necesidad de educarnos en el mundo audiovisual y digital. En ese mundo también hay un desafío de evitar la “colonización” de proyectos locales perjudicados por los medios trasnacionales y su cosmovisión.
    Insistimos en la educación para fomentar la creatividad, el diálogo, la participación. La capacidad de lectura crítica de los medios mejora el conocimiento y el actuar ante la realidad. Sin duda alguna, esto va en sintonía con la fe que anunciamos, tan ávida de la verdad y la libertad.

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