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    lunes, 19 de agosto de 2013

    Las relaciones Dominico Haitianas

    No es lo mismo ni es igual | Pablo Mella, Instituto Filosófico Pedro F. Bonó
    Los pollos, los huevos y las relaciones Dominico Haitianas
    Durante el mes de junio, la opinión pública dominicana se vio agitada por un conflicto comercial entre Haití y República Dominicana. Bajo el pretexto de un brote de gripe aviar, las autoridades haitianas prohibieron el ingreso a territorio haitiano de huevos y pollos producidos en suelo dominicano. El hecho sirvió de ocasión para que determinados actores nacionalistas alimentaran discursos y prácticas xenofóbicas.
    Estas reacciones ultranacionalistas no resultan novedosas, porque los prejuicios en torno a las relaciones entre ambos países siguen atravesados por el imaginario creado por la historia patria y siguen siendo reforzados por el sistema educativo dominicano que los reproduce inconscientemente. Por eso, hace falta otra vez un ejercicio de esclarecimiento racional que pueda servir de base para establecer relaciones entre ambos países con apego a parámetros de justicia promovidos por el actual derecho internacional.

    1. La narración de los hechos como interpretación
    Conviene dejar claro que las narraciones de los hechos son en sí mismas interpretaciones. Nadie puede decir “esto fue lo que pasó” al rememorar procesos sociales complejos. Por eso, la organización de hechos en una narración debe de ser cuidadosa, evitando reproducir prejuicios descalificadores, sobre todo cuando están en juego las relaciones entre países vecinos con una historia política conflictiva. Proponemos, pues, la siguiente narración como una interpretación que evita reproducir prejuicios poco constructivos.
    El punto de partida del conflicto en la opinión pública dominicana con respecto a Haití fue ciertamente la prohibición de la entrada de huevos y pollos procedentes de la República Dominicana al territorio haitiano. También es cierto que esta prohibición se justificó sobre un juicio objetivamente equivocado de las autoridades haitianas, que confundía la gripe aviar, tipificada como H5N1, con la gripe exclusivamente humana, tipificada como H1N1. Esta variante de gripe, que se hizo famosa a nivel mundial hace unos años, había reaparecido en esos días en suelo dominicano y fue alertada por las autoridades sanitarias dominicanas.
    Pasados más de quince días, las autoridades dominicanas no consiguieron cambiar la prohibición de las autoridades haitianas, a pesar de que las Organización Panamericana de la Salud (OPS) certificó que en República Dominicana no había gripe aviar. Esto amargó más la opinión pública dominicana y propició la reaparición de inveterados discursos antihatianos del imaginario dominicano.

    2. Explicaciones mal fundadas en torno a la crisis
    Sobre las narraciones de los hechos se buscan entonces explicaciones. Una pregunta que puede guiar el obligado juicio sobre la situación es esta: si se estableció claramente que la gripe aviar no afectaba al suelo dominicano, ¿por qué las autoridades haitianas no quitaron inmediatamente la veda?
    Para responder a esta pregunta, no basta con decir que hay poderosos y turbios intereses empresariales haitianos detrás de esta prohibición. Tampoco basta con decir que los hay también del lado dominicano. Los empresarios de países pobres, con baja acumulación de capitales, se han comportado históricamente así en casi todas partes. Por ejemplo, el grupo económico más grande del país, que ahora se abandera de nacionalismo, acumuló sus capitales originarios prestando dinero al Estado dominicano en el siglo XIX en términos usureros. Más bien, como sostuvimos en el Centro Bonó en una declaración en la prensa, la falta de solución se puede explicar mejor desde el lado de las instituciones estatales, como síntoma de la inoperancia de la Comisión Mixta Bilateral, de la fragilidad de los mecanismos diplomáticos entre ambos estados, de la ausencia de acuerdos comerciales y de la falta de reglas y políticas claras que regulen las relaciones entre ambas sociedades.
    Además, puede decirse que la crisis fue magnificada con ayuda de los medios de comunicación. Es cierto que la actividad comercial de pollos y huevos es millonaria; pero no es de lejos la más importante entre ambos países. Por esto, resulta preocupante la fuerza que puede tener una información noticiosa mal servida. La agitación de la opinión pública creó un clima de virulencia que propiciaba la violación de los derechos humanos de la población migrante haitiana. Puede decirse que esta agitación se debía a explicaciones mal fundamentadas, que confundían indebidamente un tema comercial con asuntos migratorios y con la ayuda prestada por República Dominicana en el terremoto que asoló a Haití en 2010. Así, se oyó decir más de una vez que “los haitianos son unos malagradecidos”, al mismo tiempo que las asociaciones de migrantes haitianos desautorizaban a sus autoridades públicas. La descalificación en bloque de todos los haitianos no respondía a la variedad de posiciones que se mostraban en la coyuntura.

    3. Aprender de la coyuntura
    El mensaje que enviamos desde el Bonó es que la coyuntura debe tomarse como una oportunidad para aprender y mejorar el marco institucional que regula las relaciones entre Haití y República Dominicana. Los desacuerdos comerciales entre ambos países no deben afectar el sentido de justicia que siempre ha de guiar las relaciones de convivencia entre los pueblos.
    Primeramente, de esta coyuntura podemos aprender que las más altas autoridades dominicanas han tomado una actitud correcta en este sentido. La ciudadanía, con la conciencia formada, debe saludar la posición asumida por el gobierno dominicano, que llamó a la población a cuidar las emotividades y a preservar la fraternidad.
    Otra cosa que podemos aprender es a reconocer la importancia y variedad de la vida económica que comparte República Dominicana con Haití, que es su segundo socio comercial. Se estima que el intercambio comercial entre ambos países ronda los US$1,500 millones al año, según los datos ofrecidos por el gobierno. Dominicana exporta a Haití harina de trigo, varillas de acero, cemento gris, aceite de soya, galletas, cajas de cartón corrugado, barras de hierro o acero forjadas, fundas plásticas, fertilizante, detergente en polvo y preformas plásticas para botellas. La exportación de huevos y pollos representa solo alrededor de un 5% de dicho intercambio.
    En fin, aprendamos que conviene hacerse eco de la preocupación de organizaciones y personalidades que cuestionan el posicionamiento de diferentes actores que parecen aprovechar situaciones como esta para enardecer la opinión pública e incitar a la violencia contra personas haitianas. Por el contrario, desde el Centro Bonó proponemos que se realice un acuerdo formal con el gobierno haitiano en materia comercial. Este acuerdo debe de venir acompañado de otras medidas que lo hagan eficaz, como la modernización e institucionalización eficiente de los puertos fronterizos, la clarificación de las canales de comunicación diplomática y la puesta en funcionamiento de la Comisión Mixta Bilateral. Medidas como estas son imprescindibles para mejorar las relaciones económicas, sociales y culturales con el país vecino. El resto son meras declaraciones de buena intención y un terreno fértil para que crezca la xenofobia en una coyuntura mundial caracterizada por una alta migración. ADH 770.

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