La responsabilidad de ser mujer
Muchas culturas consideran a la mujer como un ser inferior al hombre. Esas culturas misóginas se ensañan abiertamente contra el crecimiento intelectual y económico de la mujer. En el occidente las mujeres reciben un trato casi igualitario. Y, cabe destacar, el "casi" porque aún queda mucho camino por recorrer.
Sin embargo, muchos han aprovechado la diferencia que aún existe para entrar ideologÃas, que en mi opinión, son erradas. Asà encontramos la ideologÃa de género a la cual el Papa Francisco se refiere: “Otro desafÃo surge de diversas formas de una ideologÃa, genéricamente llamada gender, que niega la diferencia y la reciprocidad natural de hombre y de mujer”. Esta no es la forma idónea para alcanzar la igualdad entre el hombre y la mujer.
Es decir, cuando la mujer pierde su identidad deja de luchar por la verdadera igualdad. La igualdad es más que el derecho a vestir como hombre o el derecho a recibir el mismo salario del hombre en condiciones similares de trabajo (situación que en República Dominicana no hemos logrado). La verdadera igualdad es por la que Sor Juana Inés de La Cruz luchó por alcanzar. Poder estudiar, tener acceso al conocimiento que sólo era permitido al hombre. Ser respetada y escuchada.
Sin embargo, hoy en el occidente las mujeres tienen la misma oportunidad que los hombres para estudiar y capacitarse. En paÃses como los Estados Unidos existen parejas en las cuales el hombre cuida a los hijos mientras la mujer es la que aporta la principal entrada monetaria. Pero paÃses como el nuestro tiene mal visto las parejas que duplican este modo de vida. Para los dominicanos el hombre debe verse como el mayor proveedor. Pero la realidad es que cada dÃa más las mujeres de bajos recursos deben salir a buscar el sustento de su hogar. En la región sur del paÃs las mujeres salen hacia Europa en busca de una mejor vida. Muchas caen en redes de tráfico o trata de blancas. Otras logran establecerse dignamente y vuelven a reunirse con su familia.
En la República Dominicana el 49.8% de su población es femenina, y nos llama la atención que, acorde a los datos de las estadÃsticas de matriculación en las universidades, el 62.8% de los graduandos en los últimos 5 años son mujeres. Este Ãndice nos dice que las mujeres han decidido capacitarse e integrarse activamente a la fuerza laboral.
Pero, todo dependerá con el cristal con que se mire. Para las activistas de los movimientos feministas, por ejemplo, poder practicarse un aborto cuantas veces la mujer desee debe ser un derecho. Sin embargo, la realidad es que un aborto provocado siempre será un crimen. Como bien lo enfatiza el Papa Francisco: “El aborto no es un mal menor: es un crimen. Es echar fuera a uno para salvar a otro. Es lo que hace la mafia. Es un crimen, es un mal absoluto”. Y agrega: “Es necesario reiterar la oposición más firme a cualquier atentado directo a la vida, especialmente inocente e indefensa, y el nonato en el seno materno es el inocente por antonomasia.
Responsabilidad de la mujer
Ser mujer conlleva una gran responsabilidad, somos responsables de conservar la vida. Actualmente existe una tendencia a disminuir la cantidad de seres humanos, los paÃses desarrollados abogan por la disminución de la tasa de natalidad. Por eso apoyan y tratan de expandir la ideologÃa de género. Vemos la influencia de esta corriente en las series de televisión y pelÃculas que promueven el libertinaje sexual en adolescentes y jóvenes. Asà como el lesbianismo, homosexualidad, el aborto y la bisexualidad. Todos estos anti valores van en contra de los valores tradicionales de la familia. Y asà como se trabaja para frenar los acosos y el bulling en los centros educativos, tampoco podemos permitir que los niños y niñas crezcan en un ambiente que les induzca al libertinaje.
La responsabilidad de ser mujer va más allá de exigir liberación. La responsabilidad de ser mujer nos lleva a respetarnos nosotras mismas y respetar a las otras mujeres. Saber que aún queda mucho camino por recorrer para alcanzar las metas deseadas. Que mientras existan paÃses en donde la mujer debe caminar dos pasos detrás de su esposo y siempre con la cabeza abajo la lucha real va más allá de la defensa al aborto y la ideologÃa de género.
Participación de la mujer
En la Biblia encontramos verdaderas guerreras como Débora, en Jueces 4:4, "Gobernaba en aquel tiempo a Israel una mujer, Débora, profetisa, mujer de Lapidot." Débora dejó que Dios la guiara y realizó un muy buen trabajo con su pueblo. Como ella también hoy la mujer debe participar activamente en la polÃtica. En nuestro paÃs contamos con dignas representantes femeninas en el congreso y en cargos importantes en el gobierno.
Sin embargo, también en la Biblia encontramos mujeres que cometieron errores, que aún al dÃa de hoy, la humanidad está viviendo las consecuencias de sus acciones. Una de esas mujeres fue Sara, la esposa del padre Abraham. Sara se desesperó y decidió "ayudar a Dios" o simplemente quiso asegurarse de que su esposo no se quedara sin hijos. Al tomar la decisión de entregarle a su esposo su esclava como mujer, para que tuvieran un hijo, nació la rivalidad que existe hasta el dÃa de hoy entre los palestinos y el pueblo de Israel. Ismael e Isaac los primeros hijos de Abraham engendraron pueblos grandes, pueblos hermanos que han estado en guerra hasta hoy. La salida fácil y rápida que encontró Sara ha traÃdo consecuencias funestas a toda la humanidad. Lo mismo sucede cuando se buscan salidas rápidas y fáciles ante un embarazo no deseado. Si bien es cierto que un embarazo por violación se presenta como el peor castigo, también es cierto que, en muchos casos, optar por la vida se convierte en una bendición.
Por eso la mujer está llamada a ser sabia. Astuta como serpiente y mansa como paloma. Conozco casos en los cuales mujeres que han abortado se han sentido mal toda su vida. Aún sin admitirlo el abortar les ha cambiado, en algunos casos la depresión les ha llevado a enfermar de la mente.
En conclusión, aunque muchas instituciones se han unido en la lucha por lograr la igualdad entre el hombre y la mujer, todavÃa este propósito no se ha logrado. La Carta de las Naciones Unidas, firmada en 1945, fue el primer acuerdo internacional para afirmar el principio de igualdad entre mujeres y hombres. Lo que espero es que no se confunda igualdad y libertad, con libertinaje y subyugar a los hombres relegándolos de sus deberes. Que las mujeres logremos asumir nuestras responsabilidades y con ellas alcanzar nuestros derechos a plenitud. ADH 810.
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