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    viernes, 26 de enero de 2018

    A propósito de la violencia en la escuela

    Cotidianidades | P. Eulide García, MSC


    A propósito de la violencia en los centros escolares  

    En los últimos tiempos se ha visto el crecimiento de una realidad preocupante: las peleas dentro y fuera de las escuelas, tan violentas que han llegado casos a los tribunales del país y han ameritado medidas de coerción a los implicados.
    Nos damos cuenta con solo ver cómo se comportan los estudiantes a la salida de los centros escolares; comienzan a picarse como pollitos hasta terminar en trifulcas donde intervienen decenas de ellos.  Pude observar esta situación a la salida de una escuela en el sector Villa Verde, en la ciudad de La Romana, el tránsito de una importante vía del sector fue paralizado ante tan llamativo evento; tanto así que requirió la intervención de la policía nacional y vi cómo se llevaron algunos niños “detenidos”, pongo las comillas porque no sé si fue la única causa, pues no hace mucho tiempo que una alumna murió fruto de los golpes recibidos en ese mismo centro escolar.

    ¿Será que en las escuelas se está educando para la violencia? ¿O están formando muchachos/as violentos? La respuesta es bien clara y sabemos que no es así, más bien son los violentos que están llegando a las escuelas, vienen de los hogares y de las calles y la escuela se convierte en el lugar donde se reúnen, con esa carga de violencia fruto de una sociedad decadente en valores humanos. Son niños y niñas que no han tenido la oportunidad de vivir en hogares donde los padres vivan en armonía y puedan manejar su agresividad y frustraciones; a veces hijos de madres solteras, criados bajo la  tutoría de sus abuelos, los cuales por su situación física y mental ya no pueden “vigilar y mantener a raya a estos adolescentes de hoy día”: Esa es la queja constante de los abuelos que tengo que escuchar y dicen: “Ay! padre esos nietos están  acabando con mi vida”, y en verdad  ellos no exageran, en ocasiones lo dicen con los ojos llenos de lágrimas, y cuando les pregunto por los padres de esos niños, casi siempre es la misma respuesta: el papa no sé donde andará y mi hija trabaja y llega de noche; en fin, es la realidad de niños y niñas prácticamente criados en pequeñas pandillas que se pasan parte del día en la calle viviendo todo tipo de situación.

    Y los profesores ante esta situación ¿qué están haciendo? Muchos profesores también son víctimas de esta violencia en las escuelas, conozco varios profesores y maestros que son fieles de nuestra parroquia y lo cierto es que duele escucharlos, también sufren esta situación, impotentes ante los hechos, a veces temen hasta corregirlos porque no saben cuál será la reacción de los alumnos o de los padres, como el caso de una maestra que corrigió una niña ante su conducta incorrecta y al día siguiente fue el padre de la niña a la escuela y casi agrede físicamente la maestra. “Ay! Padre, usted no se imagina por la que estamos pasando, quiero que termine rápido el día para salir de ese infierno”, es un sentir de la realidad que se vive en las aulas de muchos centros educativos, pequeños infiernos para los docentes, y si ellos no se sienten a gusto en un centro de trabajo, es posible que la enseñanza que transmitan será mediocre o ineficaz para su alumnado.

    ¿Cómo evitar ese brote de violencia en las escuelas?
    No es tarea fácil, aunque a simple vista lo parezca, es un asunto complejo, porque la raíz del mismo está en los hogares, allí en la familia se inicia el proceso. Muchos perciben los centros educativos como lugares donde los adolescentes y niños expresan su agresividad, espacios que eligen para resolver sus conflictos. Actuar para superar la violencia escolar supone, a mi entender:
    1. La educación temprana de los hijos, enseñándoles los padres el respeto a las otras personas, siendo ellos mismos ejemplos de sana convivencia, sin agresión verbal ni maltratos físicos entre los cónyugues ;
    2. El Ministerio debe contar con psicólogos preparados para orientar a estos adolescentes con problemas conductuales y promover las relaciones humanas en el aula;
    3. Las iglesias pueden trabajar más de lleno con los niños/as, a través de una pastoral de adolescentes para interactuar con la familia y la escuela;
    4. Los Medios de Comunicación no promover la violencia en su programación.
    Es una tarea de todos y todas, hacer posible una convivencia más humana y fraterna en nuestra República Dominicana. ADH 819

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