Biblia | P.
William Arias
Fundamentos bíblicos de la Eucaristía
La eucaristía es una de las mayores manifestaciones de nuestra fe, el
creyente vive de la eucaristía y la incidencia de la misma en la vida de la
Iglesia es prácticamente central, a tal punto que la comunidad cristiana se
articula precisamente alrededor de este sacramento; el devenir de la misma en
medio del mundo parte de este encuentro del cristiano con Cristo y sus
hermanos, en el hecho de la reunión en torno a las especie de pan y vino, que
luego pasan a ser por el misterio de la fe la presencia real del cuerpo y la
sangre del Señor.
Para hablar de una fundamentación bíblica de este sacramento, debemos
partir del criterio de fe revelada en el Antiguo Testamento como prefiguración
de lo acontecido en el Nuevo como consumación, es decir, hay unas series de
textos del Antiguo que son convenientes ver como anuncio de lo que ya el Señor
revelará en la institución de este sacramento.
Primeramente debemos ver lo acontecido entre Abraham y un personaje
misterioso de la Biblia llamado Melquisedec, rey de salem o rey de paz, quienes
en un primer momento de la historia de salvación ofrecen pan y vino (Gen
14,17-24). Luego como mandato para el
pueblo de Israel cuando se asiente en la tierra prometida, se le pide celebrar una
fiesta donde comerá panes azimos, sin levadura, para recordar el día que el
pueblo salió de Egipto (Ex 13,5-10). El texto relativo a la comida del pueblo en el desierto, que
consistía en maná y codornices, pero sobre todo lo relativo al maná visto como
pan caído del cielo (Ex 16,1-7). En el libro del Levítico la ley referida a las
ofrendas presentada por los hijos de Aarón, herederos del sacerdocio judío,
consistente en la harina que se debía presentar y los que ellos mismos debían
presentar en el momento de su
consagración sacerdotal (Lev 6,7-15). Y
el relato relativo a la subida del profeta Elías al monte Horeb, en todo lo que
acontece antes de la subida, con aquella frase de: ´´Come que el camino es
superior a tus fuerzas´´(1Re 19,1-8). En fin, todos estos textos veterotestamentarios,
debemos verlos como anuncio de la realidad futura que será el sacramento
eucarístico.
Ya en el Nuevo Testamento, encontramos nosotros los textos que por su
forma literaria y de manera directa nos hablan a nosotros de la eucaristía,
narrándonos su institución y sus primeras vivencias en la naciente comunidad
cristiana.
Partimos del evangelio
archiconocido de la multiplicación de los panes, una tradición que se presenta
en los cuatro evangelios y la mención de los verbos, tomar, bendecir, partir y
compartir revelan su clara intención eucarística más que portentosa (Mc
6,30-44; Mt 14,13-21; Lc 9,10-17 y Jn 6.1-15). En el evangelio de Mateo se nos
presenta a Jesús instituyendo la eucaristía en una cena pascual ante sus
discípulos (Mt 26,26-30). Luego en Lucas encontramos el relato de los
discípulos de Emaus, con la gran dimensión eucarística y litúrgica, ya que
previo al partir el pan se da la presencia de la palabra (Lc 24,13-25). En el
evangelio de Juan, en el diálogo entre Jesús y la gente de Cafarnaún, Jesús hace
su famosa declaración como pan de vida (Jn 6,48-58). En los Hechos de los
Apóstoles Lucas, en uno de sus sumarios,
nos dice de cómo vive la
comunidad de Jerusalén, y cómo una de sus acciones es la fracción del pan (Hech
2,42-47). Finalmente la primera carta de Pablo a los Corintios nos revela
ciertas implicaciones que ya debía tener la participación eucarística en el
creyente, en cuanto a su relación con las comidas idolátricas y la libertad
cristiana (1Cor 10,16-33), y como un testimonio fuerte y primero, ante que los
evangelios, Pablo nos narra la institución eucarística hecha y mandada por el
mismo Cristo (1Cor 11, 17-19). ADH 825
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