Impacto de las creencias religiosas
en la elaboración del duelo por suicidio
La poeta
Gabriela Mistral escribió en 1916 el poema que titulara Interrogaciones. En él,
la reconocida maestra chilena reflexiona sobre el futuro del alma de quienes se
han suicidado. Sus versos reflejan el cúmulo de pensamientos que parecen
danzar sin pausa en su mente, entre la duda y la fe. Mistral interpela: “Y
responde, Señor: cuando se fuga el alma,/ por la mojada puerta de las largas
heridas,/ ¿entra en la zona tuya hendiendo el aire en calma/ o se oye un
crepitar de alas enloquecidas?”.
Pocos años
antes de escribir este poema, Gabriela enfrentarÃa la primera pérdida a causa
del suicido. En el 1909, Romelio Ureta, un amor de juventud, se suicidarÃa
luego de haber sustraÃdo dinero del lugar donde laboraba. En el chaleco
de Romelio se encuentran una foto y una tarjeta de la poeta. Gabriela tiene que defenderse de quienes la
señalan como causante del hecho. Desde el dolor escribe los famosos Los
sonetos de la muerte. Largo tiempo después, mientras la poeta se desempeñaba
como diplomática en Brasil, estableció una breve, pero significativa amistad
con el también escritor Stefan Zweig y la esposa de este, Lotte Altmann. Ambos
se suicidaron en febrero de 1942 agobiados por los horrores de la guerra. Más
preguntas. Un año más tarde, en iguales circunstancias, perderÃa a su sobrino,
Juan Miguel Godoy, a quien habÃa criado como a un hijo. Su muerte serÃa un golpe terrible, él era,
según ella lo escribirÃa “la llama dulce” de su vida (Gautier, 2015).
Las
interrogantes continúan: “¿Angosto cerco lÃvido se aprieta en torno suyo?/
¿El éter es un campo de monstruos florecido?/ ¿En el pavor no aciertan ni con
el nombre tuyo?/ ¿O van gritando sobre tu corazón dormido? Tal como
revelan los versos de Gabriela Mistral, quienes han perdido a un ser querido a
causa del suicidio pueden permanecer preocupados por el destino del alma de
quien ha muerto de esta manera, incluso en el caso de personas que no tienen
fuertes creencias sobre la vida después de la muerte (Vandecreek & Mottran,
2009).
Pese a que la
evidencia cientÃfica sugiere que las creencias espirituales fuertes pueden ser
un recurso para los dolientes, esto no necesariamente se aplica a quienes han
perdido a un ser querido por el suicido. Para algunos es difÃcil integrar
la idea de un Dios, que se describe como amoroso, pueda permitir este acto sin
sentido (Lynn, Henneberry & Eyre (2015). Las personas pueden cuestionar sus
creencias, asà como las enseñanzas de la religión que profesan.
Posiblemente esto pudo haberle ocurrido a quienes crecieron guiados bajo los
preceptos contenidos en el Catecismo de Baltimore de 1891, el cual establecÃa
que quienes se suicidaban debÃan de ser privados de un entierro cristiano.
Las enseñanzas
de la Iglesia Católica han sido revisadas a la luz del conocimiento que ahora
se tiene sobre el tema. El catecismo más reciente, publicado en el 1992,
ratifica que el suicidio es contrario al amor de Dios, sin embargo, a la vez
establece, en su numeral 2283, que “No se debe desesperar de la salvación
eterna de aquellas personas que se han dado muerte. Dios puede haberles
facilitado por caminos que Él solo conoce la ocasión de un arrepentimiento
salvador. La Iglesia ora por las personas que han atentado contra su vida.” La
Iglesia reconoce que trastornos mentales graves, la ansiedad, o el miedo
intenso de la prueba, del sufrimiento o de la tortura, pueden reducir la
responsabilidad del suicida. Esto supone un cambio sustancial de la
visión anterior, sin embargo, el estigma puede estar aún presente. El
desconocimiento puede ser especialmente perjudicial, cuando parece validar
comentaros inoportunos o posturas inapropiadas que culpabilizan al suicida y lo
condenan al fuego eterno.
El trabajo de
Lynn et al (2015) plantea la importancia de que pastores y lÃderes religiosos
cuenten con la adecuada preparación para hablar de manera abierta sobre el
suicidio, lo cual podrÃa contribuir a necesaria elaboración de la dimensión
espiritual de la pérdida. Esto también servirÃa para educar a la
comunidad sobre cómo apoyar y acompañar. De igual manera, los autores animan a
que los profesionales de la salud reconozcan el rol de las creencias religiosas
y espirituales en el proceso de duelo y que no teman evaluarlas, considerando
su importancia en el mismo. Es conveniente permitir que el doliente
ventile en voz alta su rabia, sus dudas, sus interrogaciones, tal como la poeta
chilena. El trabajo colaborativo con lÃderes religiosos podrÃa ser apropiado.
El debate de
Gabriela continúa, por momentos parece haber encontrado un respuesta que
contradice lo que ha escuchado de los hombres, la idea de un dios indiferente
al dolor, un ser sordo, que se niega a ver. La mujer, la amiga, la madre
se aferra a una experiencia personal con el único que puede responder: “Tal el hombre
asegura, por, error o malicia;/ mas
yo, que te he gustado, como un vino, Señor,/ mientras los otros siguen llamándote Justicia,/ ¡no te llamaré nunca otra cosa que Amor! Seamos el eco de ese rostro, seamos parte de ese
nombre.
Referencias
Catecismo de la Iglesia Católica (1992). Recuperado de http://www.vatican.va/archive/catechism_sp/p3s2c2a5_sp.html
GarcÃa, I. Gabriela Mistral:
CronologÃa 1889-1921. Centro Virtual Cervantes. Recuperado de https://cvc.cervantes.es/literatura/escritores/mistral/cronologia/
Gautier, G. ( 2015). Gabriela
Mistral y Yin Yin: La llama dulce de mi vida. Recuperado de https://www.fundacionlafuente.cl/gabriela-mistral-y-yin-yin-la-llama-dulce-de-mi-vida/
Lynn,
T. Henneberry, J. & Eyre, M. (2005).
Spiritual beliefs and meaning-making within the context of suicide bereavement.
Journal for the study of spirituality, Vol. 5 No. 2, November, 2015,
98-112
The Catholic Primer
(2005). The Baltimore Catechism of 1891. Recuperado de http://www.boston-catholic-journal.com/baltimore_catechism.pdf
Vandecreek, L. &
Mottram, K. (2009) The Religious
Life During Suicide Bereavement: A Description, Death Studies, 33:8, 741-761, DOI: 10.1080/07481180903070467
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