“¡QUE LA ESCUELA VAYA
BIEN!” SJBDLS.
Patrono de los Maestros y las Maestras
El día 15 de mayo de 1950 el Papa Pío XII nos hacía saber: “…por la autoridad de estas Letras y para siempre constituimos a San Juan Bautista de La Salle, confesor, principal patrono celestial ante Dios de todos los maestros consagrados a la educación de los niños y adolescentes...”.
Aunque nosotros, aquí, celebramos el día del maestro el 30 de junio, nos adelantamos con este artículo que nos sirve de reflexión y homenaje para quienes se dedican a esta fascinante tarea.
Para abrir apetito, contamos con los
testimonios magníficos de dos premios Nobel de Literatura.
El primero es de Albert Camus. Tras recibir el premio -1957- escribió una carta a su maestro para agradecerle cuanto le había enseñado.
“Querido
señor Germain:
He
esperado a que se apagase un poco el ruido que me ha rodeado todos estos días antes
de hablarle de todo corazón. He recibido un honor demasiado grande, que no he
buscado ni pedido. Pero cuando supe la noticia, pensé primero en mi madre y
después en usted. Sin usted, la mano afectuosa que tendió al pobre niñito que
era yo, sin su enseñanza y ejemplo, no hubiese sucedido nada de esto. No es que
dé demasiada importancia a un honor de este tipo. Pero ofrece por lo menos la
oportunidad de decirle lo que usted ha sido y sigue siendo para mí, y le puedo
asegurar que sus esfuerzos, su trabajo y el corazón generoso que usted puso
continúan siempre vivos en uno de sus pequeños discípulos, que, a pesar de los
años, no ha dejado de ser su alumno agradecido.
Le mando un abrazo de todo corazón. Albert Camus”.
El segundo es de Mario Vargas Llosa que destapó su discurso de agradecimiento -2010- con estas palabras:
“Aprendí a leer a los cinco años, en la clase del hermano Justiniano, en el Colegio de la Salle, en Cochabamba (Bolivia). Es la cosa más importante que me ha pasado en la vida. Casi setenta años después recuerdo con nitidez cómo esa magia, traducir las palabras de los libros en imágenes, enriqueció mi vida, rompiendo las barreras del tiempo y del espacio y permitiéndome viajar con el capitán Nemo veinte mil leguas de viaje submarino, luchar junto a d’Artagnan, Athos, Portos y Aramís contra las intrigas que amenazan a la Reina en los tiempos del sinuoso Richelieu, o arrastrarme por las entrañas de París, convertido en Jean Valjean, con el cuerpo inerte de Marius a cuestas. La lectura convertía el sueño en vida y la vida en sueño y ponía al alcance del pedacito de hombre que era yo el universo de la literatura pues me apenaba que se terminaran o quería enmendarles el final”.
Por eso, Maestro, Maestra, te digo con absoluto reconocimiento: ¡Te cansas pero no te canses! Adelante, la labor es difícil y también muy hermosa, y a pesar de los pesares -¡y son tantos!- encuentras en la entrega a los niños y los jóvenes una satisfacción profunda: la única que colma las hondonadas abisales del corazón. Tú lo sabes, la vida solo tiene sentido cuando es Amor hecho Servicio.
Hasta aquí el homenaje. Ahora la reflexión, en forma de
espejo donde mirarnos. Son algunos criterios
de la vitalidad de nuestra misión educativa:
• la
calidad humana de los educadores y la profesionalidad de su enseñanza;
• la
convicción de que la dedicación a la enseñanza es más una vocación que una
profesión;
• la
presencia de educadores implicados en crear una auténtica comunidad educativa;
• la
atención cercana a cada alumno, en especial a los pobres, a los últimos y a los
más débiles;
• la
oferta de formación religiosa explícita para todos los agentes: alumnos, padres
de familia, educadores, personal administrativo…
• la
promoción y constitución, en cada obra educativa, de grupos y comunidades
intencionales de fe y/o de servicio.
• la
promoción de la inclusividad y la colaboración mutua a todos los niveles…
• la
calidad de las relaciones humanas en todos los ámbitos;
• la
conciencia de la presencia de Dios en el hecho educativo.
Punto final. Unas frases de DLS donde eleva
la dignidad de los maestros, a unas alturas que espero se den cuenta:
“Pongan, pues, de manifiesto en todo su proceder con los niños que les están confiados, que se consideran como los ministros de Dios, desempeñándolo caritativamente, con CELO sincero y verdadero, soportando con toda paciencia las dificultades que tuvieran que sufrir…
El CELO del que deben estar animados debe ponerlos en estas disposiciones, al ver que es Dios quien los llamó, los destinó a este empleo y los ha enviado a trabajar en su viña (Mt 20,3). Desempéñenlo, pues, con todo el afecto de su corazón y como quien no trabaja sino por Él.
Lo que debe animarlos,
además, a tener gran CELO en su estado, es que no sólo son los ministros
de Dios, sino que también lo son de Jesucristo y de la Iglesia. Es lo que dice san Pablo, que quiere
que todos consideren a los que anuncian el Evangelio como ministros de
Jesucristo (1 Co 4,1), los cuales escriben la carta que Él les ha dictado, no
con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; y no sobre tablas de piedra,
sino sobre tablas de carne (2 Co 3,3), que son los corazones de los niños”. (De
su meditación para tiempo de retiro, 201). ADH 845
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Promueve el diálogo y la comunicación usando un lenguaje sencillo, preciso y respetuoso...