Temas de Salud | Dra. Marcia Castillo
Una vida no vale 20 dólares
“Sinceramente, quiero la pena de muerte para los policías que mataron a mi hermano. La única forma en que la gente sentirá que hay justicia, y la única forma en que esta policía dejará de matar gente a plena luz del día como si no fuera nada, es si también ellos comienzan a morir”.
Así, con megáfono en mano, una capucha negra cubriendo su cabeza y la voz tan potente como su propio cuerpo fue el discurso del ex jugador y activista Stephen Jackson. Una visible mezcla de tristeza y repudio permeaba el lugar atiborrado de personas indignadas por el asesinato de George Floyd, encolerizado y rígido Jackson pedía justicia por su hermano.
Creo que todos sentimos esos angustiosos minutos de asfixia, la rodilla quebrándonos el cuello y la indiferencia de aquellos que no hicieron nada para evitarlo, vemos la paja en el ojo de un hombre blanco que abusa de su poder, sabemos su nombre, sabemos su historia pero ¿qué hacemos? Reclamar justicia poniendo las pantallas de Instagram de negro.
La ira y el odio consumieron noche tras noche un pueblo que se batía literalmente fuego contra fuego, humo, gente con antorcha, miedo y ahora la asfixia era de ambos lados.
¿Pero estamos viendo la viga en nuestro propio ojo? Basta con poner las pantallas en negro.
La quintaescencia de todo ese pandemónium no es el racismo, no son los policías que usan su uniforme como cota de malla, el quidismo del asunto es el pequeño niño que fue George Floyd, el niño que fue Derek chauvin y el niño con megáfono que retoma la ley del Talión como pivote para empujar una causa sin lugar a dudas justificada pero no así de manera incívica.
¡Todos quieren un culpable! pues solo tenemos que mirarnos al espejo. Nosotros criamos estos hombres, estas víctimas, estos verdugos, por eso se trata de nuestros hijos, de cómo le damos un bagaje emocional para su vida, nuestros hijos que serán los futuros hombres, los que tal vez construirán una sociedad del hombre por el hombre sin importar el color, el sexo, la religión o sus preferencias; de esto se trata, de educar a nuestros hijos en la empatía, la tolerancia y el amor a los demás, nuestro cerebro a través de las células en espejos es capaz de ayudarnos a esculpir estos valores en nuestros pequeños.
Aquí te dejamos 6 consejos para enseñar a nuestros hijos a ser empáticos:
1. Enséñalos a entender que aunque seamos diferentes todos somos iguales;
2. Cultiva en ellos la inteligencia emocional;
3. Proporciona un ambiente familiar con disciplina positiva, un niño maltratado será un maltratador;
4. Fomenta su autoestima aplaudiendo más sus esfuerzos que sus logros;
5. Muestra con tu ejemplo la cortesía, el respeto y el valor de ser auténticos;
6. Se el padre que quisiste tener.
Hablar de racismo en la era postmoderna espanta desde cualquier óptica que la veamos, pero no olvidemos nuestro rol en esta generación y las venideras, porque como dijo F. Douglas, “Es más fácil criar a niños fuertes que reparar a hombres rotos”. ADH 846.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Promueve el diálogo y la comunicación usando un lenguaje sencillo, preciso y respetuoso...