La Palabra | Wilkin Castillo
Creer es poder
Seguimos en este
proceso exigente de profundizar en la palabra de Dios que la Iglesia nos
presenta para este domingo, nos dirá el evangelista: En aquel tiempo, dijo Jesús
a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: ¿Qué les parece? Un hombre
tenÃa dos hijos. Se acercó al primero y le dijo: “Hijo, ve hoy a trabajar en la
viña.” Él le contestó: “No quiero.” Pero después recapacitó y fue. Aquà hay una
realidad muy puntual y es la invitación en libertad por parte del dueño de la
viña, no hay atropello ni la más mÃnima sospecha de obligación, es una
petición: “hijo ve hoy a trabajar en la viña.” No siempre las palabras definen
y determinan el actuar de un ser humano.
Se acercó al
segundo y le dijo lo mismo. Él le contestó: “Voy, señor. Pero no fue”. Este
segundo hijo es Pronto en responder de forma positiva al pedido de su padre y
lento en concretizar su acción. Esta
actitud no tiene ningún valor para el padre del segundo hijo. No sirve de nada decir sà y luego hacer todo lo
contrario, por eso decir no quiero y luego recapacitar e ir es suficiente para
el padre del primer hijo. Es como cuando estamos en pecado y nos empeñamos en
no dar el paso a la reconciliación y una vez lo logramos cambia todo en nuestro
entorno para nuestro bien.
¿Quién de los dos hizo lo que querÃa el padre?
Contestaron: “El primero.” Aquà está el detalle solo puede hacer aquel que
cree, quien no cree no hace, y el primer hijo, aunque en un principio contesto
de forma negativa, luego recapacito y fue a la viña y es lo que valoró su
padre. No podemos definir una persona por el inicio de su existencia y por sus
actos iniciarles, sino por su proceder al final de su vida.
Jesús les dijo: “Les aseguro que los
publicanos y las prostitutas les llevan la delantera en el camino del reino de
Dios. Porque vino Juan a ustedes enseñándoles el camino de la justicia, y no le
creyeron; en cambio, los publicanos y prostitutas le creyeron.” Por esta razón
citada más arriba los publicanos y prostitutas nos llevan con mucho la
delantera en el camino del reino de Dios, ellos a pesar de sus pecados y estar
sumergidos en una vida de impureza fueron capaces de creer y ese creer fue el
impulso que les llevó a cambiar, pues cambia el que cree Y hace de forma
consciente lo mandado y es capaz de responder con generosidad.
En ese mismo
sentido nos dice El profeta Ezequiel al final de la primera lectura: “Cuando el
malvado se convierte de la maldad que hizo y practica el derecho y la justicia,
él mismo salva su vida. Si recapacita y se convierte de los delitos cometidos,
ciertamente vivirá y no morirá.”
Cada vez que
desobedecemos a Dios como en el caso del segundo hijo nos vamos muriendo poco a
poco hablando en un sentido espiritual. Desobedecer a Dios es morir y obedecer
a Dios es vivir. Por eso la frese del evangelio del primer milagro de Jesús en
la boda de Caná, expresada a viva voz por su madre MarÃa: “Hagan lo que él les
diga,” se traduce en la felicidad plena y real que viviente alguno en la tierra
experimente a lo largo de su vida.
Nos queda a nosotros
poner por obra aquellas cosas que Dios mismo nos pide que hagamos, y acoger con
beneplácito todo aquello que el Señor nos manda y convencidos y confiados nos
movamos camino a su encuentro, sabiendo que él es dueño de la viña y nosotros
centinelas, seguros, que de esa cosecha nos vendrá la recompensa, quizás no
merecida, pero si ofrecida por el Señor y dador de vida.
Wilkin, amigo y hermano. Dios nos premie con la vida eterna.
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