Generaciones |
Andrea Safier
¿Es posible envejecer sabia
y dignamente?
El desarrollo
del ser humano se da por etapas y en cada una de ellas afronta desafíos. Cuando
se mira la vida como una curva que asciende y luego desciende, el punto crítico
está al final, donde nos espera la vejez y su consecuencia inevitable que es la
muerte. A medida que avanzamos en la posibilidad de prolongar nuestras vidas
(de 30 años de promedio de vida hace XX siglos a vivir de 60 a 80 años en la
actualidad), nos preocupamos más por el hecho de envejecer, de sentir que la
vejez es el declive de la vida, como si la ancianidad solo fuera arrugas,
malestares y soledad.
Lo cierto es
que hay urgencia de vivir el envejecimiento como una etapa con su propio valor
de vida, sus expectativas y desafíos. El terror a envejecer marca la vida de
muchas personas y es fácil entrar en depresión a edad joven, por el miedo a envejecer.
Si agregamos la situación de vulnerabilidad y desamparo de millones de seres
humanos que no disfrutan ni siquiera de las condiciones básicas para el
bienestar y la realización personal, entonces se agrava esta realidad.
No falta tampoco
quienes, movidos por las industrias farmacéutica, la cosmética y la del consumo,
entran en una desenfrenada carrera por detener su etapa de envejecimiento,
parecer más jóvenes y querer vivir de manera “espectacular" en una especie de “síndrome
existencial”. Esto provoca un desorden en el orden mental, corporal, en las
motivaciones y comportamientos. Hombres mayores buscan chicas jóvenes y muchas
mujeres, como en el turismo, viven idilios con chicos jóvenes y corpulentos.
Luego todo el afán por verse bien, acudir a los cambios corporales en el
quirófano, incluso con sus riesgos para la vida.
Asumir
envejecer sabia y dignamente
Cuando se
intenta de golpe, es más doloroso. Pero cuando la vida tiene un sentido y una
calidad personal que proyecta el futuro, aprendemos a envejecer con sabiduría.
Ya hay experiencias interdisciplinares que nos pueden acompañar para hacer este proceso: las ciencias de
la salud, la religión, entre otras, nos pueden entrenar para vivir sabia y dignamente
el proceso de envejecimiento.
Envejecer es la
dicha de vivir y desde la fe, es un don de Dios y una nueva posibilidad para
seguir creciendo, avanzando. Mientras se establecen políticas claras para el
cuidado de los envejecientes, podemos ir creando un estilo de vida que nos
permita envejecer sabia y dignamente. En la próxima reflexión sobre el tema
veremos algunos pasos necesarios para conseguirlo.
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