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El trauma de la segunda ola. Cuando el
miedo al futuro crece
"La segunda ola se escribió en los
libros de historia de la medicina y las epidemias, pero nunca nos sucederÃa a
nosotros. Con este exorcismo inconsciente, querÃamos olvidar lo más rápido
posible el horror en el que vivimos. En este sentido, la segunda ola parece
aún más terrible que el primero, porque implica el duelo por la cura. Es el
carácter traumático que acompaña a cada recaÃda ", dice Massimo Recalcati ,
psicoanalista italiano y profesor de las universidades de PavÃa y Verona, en un
artÃculo publicado por Repubblica, 30-10-2020. La traducción es
de Luisa Rabolini.
Según él, "la segunda ola muestra que el trauma real no está en el pasado, sino en el futuro. Al destruir la ilusión de la reanudación de la vida en la que todos creÃamos, amplió el horizonte de la pesadilla. La segunda vez del trauma es más traumática que la primera, porque demuestra que el mal no ha terminado, pero sigue vivo entre nosotros. Las esperanzas alimentadas por el verano se hicieron añicos. Esta decepción es el sentimiento que hoy prevalece.
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Ansiedad por posibles cierres. El aspecto
traumático acompaña a todas las posibles recaÃdas.
La primera ola fue un puñetazo en la
cara. Con dificultad aguantamos y superamos su violencia. El verano
se vivió como el anuncio del fin de una pesadilla. Entonces, la segunda
ola fue tan inesperada como la primera. Nadie lo esperaba. Solo unas
pocas Cassandras insistieron en advertirnos. Pero el aire que respiramos
fue sin duda el de un regreso a la vida. La privación de libertad se
revirtió en su reafirmación más obtusa sin considerar la presencia, aunque
aparentemente silenciosa, del virus aún entre nosotros. La eliminación del
mal prevaleció. No solo en los negacionistas, sino básicamente en todos
nosotros. El paréntesis del terror se estaba cerrando. De eso
estábamos convencidos.
La segunda ola fue escrita en libros de
historia médica y epidemias, pero nunca nos sucederÃa a nosotros. Con este
exorcismo inconsciente querÃamos olvidar cuanto antes el horror que estamos
viviendo. En este sentido, la segunda ola parece incluso más
terrible que la primera, porque implica curación de duelo. Es el carácter
traumático que acompaña a cada recaÃda.
La inevitable falta de preparación que caracterizó
la primera ola se revela, por tanto, también en la segunda, pero
esta vez, con la culpa agravante: sabÃamos, pero querÃamos ignorar lo que
sabÃamos. Nos sorprendió nuevamente, a pesar de que la segunda ola ya
estaba escrita en la primera. La miopÃa de la vida que quiere vivir más
allá de su protección es una forma de lo que Freud llamó pulsión
de muerte . La renuncia a la prudencia que caracterizó nuestro verano
muestra la cigarra del alma del ser humano que nuestro tiempo eligió apadrinar
en un solo sentido.
Cada tÃmido llamado a la cautela se vivÃa como un
abuso de poder, expresión de una dictadura sanitaria con rasgos
sádicos. Pero la reafirmación de la libertad ilimitada nos ha devuelto al
drama. ¿Podemos aprender algo de esta lección? Al escuchar a mis
pacientes durante la primera ola , el sentimiento predominante fue el
de desconcierto por lo desconocido. El sÃntoma más común fue el de
la huida fóbica y el aislamiento social ante la propagación
de la epidemia. Este sÃntoma coincidió con las medidas sanitarias
necesarias para frenar la propagación maligna del virus (desprendimiento,
confinamiento, cuarentena, cribado). Ante la inminencia y la incertidumbre
del peligro, encontrar fronteras seguras tuvo durante mucho tiempo un efecto
angustioso.
En la segunda ola, el cuadro clÃnico
parece profundamente modificado. El pánico que habÃa
caracterizado las primeras manifestaciones sintomáticas individuales y
colectivas -el asalto a trenes y supermercados- parece adquirir matices más
oscuros. Ya no es solo la respuesta a la sensación de sentirse atrapado y
sin salida (primera ola), sino la sensación de correr sin red de seguridad,
abandonado a uno mismo, sin más futuro. Es un pánico entrelazado con una
experiencia profundamente deprimente.
La segunda ola muestra que el trauma
real no está en el pasado, sino en el futuro. Al destruir la ilusión de la
reanudación de la vida en la que todos creÃamos, amplió el horizonte de la
pesadilla. La segunda etapa del trauma es más traumática que la primera,
porque muestra que el mal no ha terminado, pero sigue vivo entre
nosotros. Las esperanzas alimentadas por el verano se hicieron
añicos. Esta decepción es el sentimiento que prevalece hoy.
Siempre es más difÃcil levantarse de la segunda
caÃda que de la primera . Es una lección clÃnica: el
regreso del trauma, su recurrencia, puede ser más traumático que la primera
vez. El pánico de la segunda ola trae consigo la sensación de
nunca poder volver a la vida. Por eso, creo, muchos de mis pacientes
deprimidos piden expresamente poder hacer las sesiones en persona y no de forma
remota, como solÃa ocurrir durante la primera ola. Sienten la
necesidad de reducir la distancia, de no sentirse cayendo en el vacÃo de la
pantalla. Es la condición en la que se encuentran todas las subjetividades
más frágiles y más probadas por la crisis económica. Necesitan una
presencia tangible que les brinde un apoyo inmediato, una cura sin demora.
Publicado en ihu.unisinos.br
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