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La CEE y Cáritas «suman esfuerzos» para
celebrar la Jornada Mundial de los Pobres
La Conferencia Episcopal Española y Cáritas «suman
esfuerzos» por cuarto año consecutivo para celebrar la Jornada Mundial de los Pobres»,
una convocatoria impulsada por el Papa Francisco y que se conmemora en todo el
mundo el domingo 15 de noviembre. En esta edición, la Jornada se celebra bajo
el lema «Tiende tu mano al pobre», tomado del Eclesiástico, también conocido
como Sirácida, uno de los libros del Antiguo Testamento y que, como señala el
Papa Francisco en su mensaje, pertenece a un pasaje del que se desprende que
«la oración a Dios y la solidaridad con los pobres y los que sufren son
inseparables», ya que «el tiempo que se dedica a la oración nunca puede
convertirse en una coartada para descuidar al prójimo necesitado; sino todo lo
contrario: la bendición del Señor desciende sobre nosotros y la oración logra
su propósito cuando va acompañada del servicio a los pobres».
Una celebración de toda la Iglesia
Junto al mensaje de Francisco, la CEE y Cáritas
han publicado este 12 de noviembre, diversos materiales para apoyar la
celebración de esta Jornada por parte de todas las diócesis, parroquias,
comunidades, movimientos, asociaciones e instituciones de la Iglesia como un
momento privilegiado de evangelización. La idea de impulsar la Jornada nació el
13 de noviembre de 2016, coincidiendo con el cierre del Año de la Misericordia
y cuando en la basílica de San Pedro el Santo Padre celebraba el Jubileo
dedicado a las personas marginadas. De manera espontánea, al finalizar la
homilía, Francisco expresó su deseo de que «quisiera que hoy fuera la Jornada
de los pobres». El objetivo de esta convocatoria –que se celebra cada año y en
toda la Iglesia universal el último domingo del tiempo ordinario, el domingo
previo a la fiesta de Cristo Rey— es poner de relieve el protagonismo de los
más pobres en la vida de las comunidades y en las prioridades pastorales de la
Iglesia.
Tal y como señala el Papa en su mensaje «la opción
por dedicarse a los pobres y atender sus muchas y variadas necesidades no puede
estar condicionada por el tiempo a disposición o por intereses privados, ni por
proyectos pastorales o sociales desencarnados. El poder de la gracia de Dios no
puede ser sofocado por la tendencia narcisista a ponerse siempre uno mismo en
primer lugar».
Manos tendidas a la solidaridad y al amor
El signo de tender la mano, explica Francisco,
«recuerda inmediatamente la proximidad, la solidaridad, el amor». Es un signo
especialmente necesario «en estos meses en los que el mundo entero ha estado
como abrumado por un virus que ha traído dolor y muerte, desaliento y desconcierto»
y en el que no hemos dejado de ver manos tendidas. Como son, escribe el Papa,
«la mano tendida del médico que se preocupa por cada paciente tratando de
encontrar el remedio adecuado. La mano tendida de la enfermera y del enfermero
que, mucho más allá de sus horas de trabajo, permanecen para cuidar a los
enfermos. La mano tendida del que trabaja en la administración y proporciona
los medios para salvar el mayor número posible de vidas. La mano tendida del
farmacéutico, quién está expuesto a tantas peticiones en un contacto arriesgado
con la gente. La mano tendida del sacerdote que bendice con el corazón
desgarrado». O «la mano tendida del voluntario que socorre a los que viven en
la calle y a los que, a pesar de tener un techo, no tienen comida».
La celebración, en pleno rebrote de la pandemia,
de la Jornada de los Pobres sirve para darnos cuenta de todas aquellas certezas
que se han puesto en crisis y sentirnos «más pobres y débiles porque hemos
experimentado el sentido del límite y la restricción de la libertad». «Nuestras
riquezas espirituales y materiales –señala Francisco— fueron puestas en tela de
juicio y descubrimos que teníamos miedo. Encerrados en el silencio de nuestros
hogares, redescubrimos la importancia de la sencillez y de mantener la mirada
fija en lo esencial. Hemos madurado la exigencia de una nueva fraternidad,
capaz de ayuda recíproca y estima mutua».
Las manos que se quedan en los bolsillos
La invitación de la Jornada de este año de «tender
la mano al pobre» es, en una situación de crisis como la actual, “una
invitación a la responsabilidad y un compromiso directo de todos aquellos que
se sienten parte del mismo destino, una llamada a llevar las cargas de los más
débiles”. Y es una exhortación que, como se denuncia el Mensaje, pone en
evidencia la actitud de quienes tienen las manos en los bolsillos y no se dejan
conmover por la pobreza, de la que a menudo son también cómplices”.
Francisco identifica con claridad esas otras
«manos tendidas para rozar rápidamente el teclado de una computadora y mover
sumas de dinero de una parte del mundo a otra, decretando la riqueza de
estrechas oligarquías y la miseria de multitudes o el fracaso de naciones
enteras, manos tendidas para acumular dinero con la venta de armas que otras
manos, incluso de niños, usarán para sembrar muerte y pobreza, manos tendidas
que en las sombras intercambian dosis de muerte para enriquecerse y vivir en el
lujo y el desenfreno efímero, manos tendidas que por debajo intercambian
favores ilegales por ganancias fáciles y corruptas y manos tendidas que, en el
puritanismo hipócrita, establecen leyes que ellos mismos no observan». Sin
embargo, «no podemos ser felices hasta que estas manos que siembran la muerte
se transformen en instrumentos de justicia y de paz para el mundo entero.
El Papa concluye su mensaje explicando que «la
finalidad de cada una de nuestras acciones no puede ser otra que el amor. Este
es el objetivo hacia el que nos dirigimos y nada debe distraernos de él. Este
amor es compartir, es dedicación y servicio, pero comienza con el
descubrimiento de que nosotros somos los primeros amados y movidos al amor».
Publicado en Ecclesia Digital.
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