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    jueves, 3 de diciembre de 2020

    Pandemia, crisis y llegada de Jesús


    Consideraciones | Antonio Lluberes, SJ




    Pandemia, crisis humanitaria y Advenimiento de Jesús


    Cuando se escriben estas líneas en Europa y muchos países de América se experimenta un rebrote del virus que lleva a tomar nuevas medidas radicales de confinamiento. Ahora, a diferencia de marzo-abril surgen sectores sociales, militantes, que se oponen a las medidas de control a título de recuperación económica y libertad para el ocio. Pero, afortunadamente, en el fondo se proyectan noticias esperanzadoras sobre el desarrollo y pronto uso de diversas vacunas.


    Curar y sanar serían las palabras claves. Curar a los enfermos de los efectos del virus, alimentar a los hambrientos, pero dar seguridad y paz a todos


    ¿Qué podemos reflexionar y sacar provecho? Caminamos hacia la Navidad, en el mes de diciembre, a un año de que se declarara la aparición del coronavirus en la ciudad china de Wuhan el 31 de diciembre de 2019. ¡Cuánto ha acontecido de esa fecha a hoy día! El virus ha puesto en evidencia verdades sabidas que se nos hacía difícil aceptar. En primer lugar, la existencia de la naturaleza con sus propias leyes, su permanente estado de evolución con su capacidad de recrear y sorprender.  La unidad de toda la condición humana, natural y social, por encima de diferencia social de raza, religión y nación. La necesidad de unir voluntades y recursos, privados y estatales, personales y societales para construir un hábitat cada vez más humano. Y los posibles riesgos de enfrentar catástrofes, situaciones de emergencia, ya sea de orden político o natural, que amenacen la salud, la seguridad y el bienestar de un grupo de personas o toda la humanidad, una crisis humanitaria, que necesita de la acción conjunta de toda la humanidad para afrentarla.

    Los estados y los organismos internacionales afrontan, con cuantiosos recursos los colapsos económicos, y el financiamiento de la investigación científica y apartan capitales para la compra y distribución de vacunas. En estos días recientes, el Grupo G–20, que reúne países industrializados y emergentes, ha dedicado dos días a un diálogo, todavía con sus deficiencias, a la doble crisis sanitaria y económica.

    Pero quedan pendientes algunos temas como la operatividad y éxito de algunas medidas, como aquellas tomadas a la fuerza sin dedicar tiempo a convencer a las poblaciones, sobre todo a las más sensibles. También se observa la ausencia de planes para ir en ayuda de países pobres que carecen de recursos para alimentar, salvar sus débiles economías y curar sus poblaciones ante el riesgo que se trata de un virus que tiene un comportamiento libre que no se detiene en fronteras geográficas. Y, por último y principal, la disposición personal e intima de la gente, toda la gente, para disciplinar sus vidas y dar de su generosidad para humanizar este tránsito que vivimos y sanar la sociedad. Como todavía no sabemos si en el mediano plazo el distanciamiento social nos hará mas cercanos o lejanos, restablecerá las fronteras que hemos tratado de superar o acentuará las diferencias sociales.

    Curar y sanar serían las palabras claves. Curar a los enfermos de los efectos del virus, alimentar a los hambrientos, pero dar seguridad y paz a todos.

    Para los que creemos en Jesús, el resucitado que vence el mal del mundo incluida la muerte, y nos oferta la comunión de todos en uno, este seria un camino de seguridad y paz. Un camino de vida sencilla, el camino de los “benditos de mi Padre” preocupados de los sedientos, hambrientos, enfermos y presos, abandonados y tristes. ADH 851


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