Desde los tejados | Manuel Maza, SJ. mmaza@pucmm.edu.do
Jesús
enfrenta el mal
¿Dónde
colocamos el Absoluto? El Salmo 94 expresa el absoluto para Israel: reconocer a
Dios como creador nuestro, la Roca salvadora y nuestro guía. Ignacio de Loyola
pensaba, que cuando el Señor es nuestro principio y fundamento, la vida, la
salud, el honor y las riquezas quedan en un segundo plano.
Si
es verdad, como creemos los cristianos, que el Señor es leal y tiene un proyecto
de salvación realizador, más que ninguna otra cosa, de la profundidad de
nuestro ser, sería una desgracia, seguir a “dioses extranjeros” (Deuteronomio
18, 15-20).
El
mal empieza cuando la criatura se erige en su propio Dios. A la base del mal está
la mentira radical de afirmarnos, como si nosotros fuésemos nuestros propios
creadores. Toda la creación y el universo se desquician cuando la criatura
pretende ocupar el lugar del Creador.
Lo
triste, no es tanto que haya gente que afirme no creer en nada; lo triste es
que luego acaban creyendo en cualquier disparate, adoradores de mentiras: la
brujería, el dinero, el prestigio, la ropa, una casa o su placer.
Jesús
es salvador, es decir, nos rescata del mal, que con su mentira se enseñorea de
nuestras vidas para perdernos. El mal no es sólo mentiroso, es asesino.
En
Marcos, el mal hace tres declaraciones que delatan su mentira radical (Marcos
1, 21 – 28): ¿qué tienes que ver con nosotros Jesús Nazareno? El mal, piensa
mal de Dios. Piensa que Dios no tiene nada que aportarle. Considera a Dios como
una amenaza, “¿Has venido a acabar con nosotros?”. El mal siempre es arrogante,
no tiene nada que aprender, lo sabe todo. En Marcos, grita así: “Sé quién eres:
el Santo de Dios."
Por
algo el nombre de Jesús, quiere decir, “Dios salva”. Nadie está más perdido que
quien no lo sabe.
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