EcologÃa
Integral | Leonardo
Boff
Los
negacionistas amenazan la vida en la Tierra
La
irrupción de los coronavirus ha revelado la cantidad de negacionistas que
existen en el mundo. Comenzando por el primer ministro inglés, Boris Johnson,
quien menospreciaba la Covid-19, se contaminó y casi se muere. Donald Trump,
afecto a las fake news y a las verdades paralelas (eufemismo para mentiras)
trató el virus como algo pasajero. Se demoró en tratar la pandemia. Infectado,
cambió de opinión, pero no le dio centralidad, hasta el punto de que Estados
Unidos es el paÃs con más vÃctimas.
El
presidente brasilero, lacayo de Trump, es el campeón absoluto entre los
negacionistas. Consideró la pandemia como una “gripecita”, acabó infectado y se
curó nadie sabe cómo. Como el proceso de la antropogénesis lo dotó de
poquÃsimas luces, sigue siendo negacionista de otra forma: prescribe, como si
fuera médico, cloroquina, afirmada por la ciencia sin eficacia contra el virus,
duda o niega de la eficacia de las vacunas, no favorece el distanciamiento
social, ridiculiza el uso de las mascarillas. Y lo más grave de todo, no
propuso ningún plan nacional para hacer frente a la Covid-19. Por eso Brasil
ocupa el último lugar en el mundo entre los paÃses que peor combaten la Covid.
Entre
nosotros tenemos ya cerca de 2018 mil vÃctimas fatales y casi diez millones de
infectados. Como forma de desprecio a la clase médica, puso de ministro de
salud a un general que no entiende nada de medicina y no ha elaborado ningún
plan estratégico de vacunación. Nuestro negacionista se ha convertido en un
asesino de su pueblo y, posiblemente por los crÃmenes de responsabilidad y
crÃmenes comunes va a ser depuesto y muy probablemente, él y sus cómplices,
tendrán que comparecer ante un tribunal de crÃmenes contra la humanidad.
Pero no
hay solamente este tipo de negacionistas. Son negacionistas todos los que no
aceptan el hecho de que no es que estemos yendo al encuentro del calentamiento
global sino que estamos ya muy dentro de él, con todos los eventos extremos que
causa.
MuchÃsimas
personas no tienen conciencia de las graves amenazas que pesan sobre el planeta
Tierra: hemos tocado ya sus lÃmites insoportables hasta el punto de que ella
necesita un año y medio para reponer lo que le quitamos violentamente en un
año, en función del consumismo ilimitado y de la voracidad de acumulación de
riqueza material. Conocemos ya la Sobrecarga de la Tierra alcanzada a finales
de septiembre de 2020. Crece la erosión de las nueve fronteras planetarias que
sustentan la vida en el planeta. Si se rompen, pueden, en un efecto cascada,
llevar nuestra civilización a un colapso. Grandes nombres de la ciencia de la
vida y de la Tierra lamentan que la mayorÃa de los jefes de estado no tengan
suficiente conciencia ecológica. No hacen los cambios necesarios, por ser
antisistémicos y por perjudicar la lógica antinatural de la acumulación
ilimitada.
Atinadamente
el Papa Francisco afirmó en su encÃclica de ecologÃa integral Laudato Si, sobre
el cuidado de la Casa Común: “Las previsiones catastróficas ya no se pueden
mirar con desprecio e ironÃa… pues nuestro estilo de vida insostenible sólo
puede acabar en catástrofe” (n.161). En la reciente Fratelli tutti advierte muy
seriamente: “estamos todos en el mismo barco; o nos salvamos todos o nadie se
salva” (n.32). Queda asà comprobado que la gran amenaza a la vida no viene de
algún meteoro rasante sino del propio ser humano que, según innumerables
cientÃficos, ha inaugurado una nueva era geológica, después del holoceno, la
del antropoceno e incluso la del necroceno, es decir, la destrucción en masa de
seres vivos.
Otro
grande y fundacional documento, asumido por la ONU, la Carta de la Tierra,
afirma al empezar: “Estamos en un momento crÃtico de la historia de la Tierra,
en el que la humanidad debe elegir su futuro… nuestra elección es esta: o
formamos una alianza global para cuidar la Tierra y cuidarnos unos a otros, o
arriesgamos nuestra propia destrucción y la de la diversidad de la vida”
(Preámbulo).
En este
contexto dramático recordamos la famosa parábola del filósofo y teólogo
dinamarqués Sören Kierkegaard (1813-1855), uno de los precursores del
existencialismo moderno y uno de los crÃticos más
severos del idealismo de Hegel, Schelling y otros. Esta es su narración: Se
declaró un incendio entre los bastidores de un teatro. El director mandó al
payaso, que ya estaba listo para entrar en escena, que avisase a toda la platea
sobre el peligro que corrÃan todos. El payaso pedÃa que acudiesen a apagar las
llamas. Como se trataba de un payaso, todos pensaban que era un truco para
hacer reÃr a la gente. Y reÃan y reÃan. Cuanto más lo pedÃa el payaso, más
reÃan todos. Entonces se puso serio y comenzó a gritar: “el fuego acaba de
quemar las cortinas y va a quemar todo el teatro con ustedes dentro”. Todos
encontraron esto muy gracioso y decÃan que el payaso estaba haciendo espléndidamente
su papel. Y el fuego consumió todo el teatro con toda la gente dentro. Termina
Kierkegaard: “AsÃ, supongo yo, es como va a acabar el mundo en medio de la
hilaridad general de los graciosos y bromistas que piensan que todo, al final,
no pasa de ser una broma”.
AsÃ
pensaba la gente en tiempos de Noé y sucumbieron bajo el diluvio. ¿Cuántos hoy,
entre nosotros y en todo el mundo, consideran las amenazas letales como una
invención de los comunistas o un artificio de los globalistas para dominar el
mundo? Es significativa la última advertencia de Zygmunt Bauman una semana
antes de morir en 2017: “o nos unimos todos para salvar la Tierra y la vida o
engrosaremos el cortejo de aquellos que se encaminan hacia su propia
sepultura”.
La
irrupción de la Covid-19 y el aislamiento social forzado son oportunidades que
la vida nos da para pensar sobre nuestra responsabilidad colectiva y sobre qué
tipo de Casa Común queremos construir y habitar, naturaleza incluida. Esta vez
no habrá un Arca de Noé: o nos salvamos todos o todos conoceremos el camino ya
recorrido por los dinosaurios.
*Leonardo
Boff es ecoteólogo y ha escrito Cuidar la Tierra- Proteger a vida: cómo escapar
del fin del mundo, Nueva UtopÃa, Madrid 2011. Con Jürgen Moltmann, ¿Hay
esperanza con la creación amenazada? Vozes 2014.
Traducción
de Mª José Gavito Milano
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