Mariología | Juan Corona Estévez, MSC
María, madre y fuente de esperanza en el
mundo de hoy
Así como Jesús es la fuente y el centro de la vida en la
creación y en la historia, María es la mujer que transmite íntegra y recreada
la naturaleza humana al Verbo Encarnado. Ella, además, es la persona que ha
iniciado la cultura de la vida nueva por medio de la encarnación del Hijo de
Dios. Por eso mantiene un estrecho lazo personal con el Evangelio de la vida.
La Virgen ha sido invocada también como esperanza de los pobres, de los humildes, de los que lloran y de los afligidos
El relato de Mateo 2,13-15, pone de manifiesto que María
defendió con coraje la vida de su Hijo para librarlo de las amenazas del rey
Herodes. De ahí que la Iglesia tenga como paradigma a la Virgen, implica que
debe seguir luchando en la historia por la defensa de la vida, continuamente
insidiada por la fuerza del mal, pues al defender la vida de los más débiles,
acogemos a Jesús. Asimismo, educados por ella, los cristianos acogen con
pasión, respeto y cuidado la vida en sí y la de los demás.
Justamente por ser madre de la vida, el pueblo cristiano se
dirige desde siempre a María con suma esperanza. Las madres, por ejemplo,
entregan con confianza a la protección materna de María el futuro de sus hijos,
la felicidad de su familia, el trabajo y la paz de las naciones. Por esta
acción de protección eficaz en la historia, la Virgen ha sido invocada también
como esperanza de los pobres, de los humildes, de los que lloran y de los
afligidos. Por ello puede decirse que como madre del Hijo de Dios nos acompaña,
defiende y custodia a quien espera en ella.
El pueblo cristiano recurre con plena confianza a María porque
se encuentra presente ahí donde sus hijos e hijas se alegran y donde tienen
necesidad. Algunos teólogos toman el texto de Juan 1,1-2, para explicar que en
esta fiesta la Virgen interviene con discreción y eficacia para que Jesús
realizara el milagro. Él en cambio, no solo transforma el agua en vino, sino
que, azuzado por la petición de su madre, transforma la desesperanza en
esperanza, la carencia en abundancia. En concreto, devuelve la esperanza y la
alegría a la fiesta de la vida.
Por su parte, en el plan de redención, María guía a la
comunidad cristiana hacia Jesucristo, esperanza de la humanidad. Ella lleva a
su máxima expresión el anhelo de los pobres de Yahvé, resplandeciendo como
modelo para cuantos confían con todo el corazón en las promesas de Dios. El
concilio Vaticano II, en la Constitución Dogmática Lumen Gentium, n. 68, afirma
que la madre de Jesús es signo de esperanza y consuelo en la tierra hasta que
llegue el día del Señor. Por ello el Pueblo de Dios da gracia por el don de
María madre de misericordia, de vida y esperanza (cfr. Amato, A.,1999, pp.
172-185).
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Promueve el diálogo y la comunicación usando un lenguaje sencillo, preciso y respetuoso...