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Líderes católicos publican un Manifiesto
por la Vacunación Universal solidaria
La Academia de líderes católicos de Latinoamérica
publicó un Manifiesto por la vacunación universal solidaria. En el mismo se
detienen en las diversas problemáticas relacionadas con la vacunación, y
realizan una serie de pedidos, como el aumento de los recursos al programa
Covax, la libertad de producción de vacunas y la suspensión de los derechos
vinculados a las patentes.
Para asegurar la oportuna disponibilidad de vacunas para todos, y también 'impulsar un genuino espíritu de colaboración'
La Academia de líderes católicos de Latinoamérica
publicó un Manifiesto por la vacunación universal solidaria. Con la convicción
de que “la vida humana es el bien primario del que se derivan otros bienes”,
parten de la afirmación de que la vacuna contra el Covid-19 se convierte así
“en un bien común mundial”. Refiriéndose al impacto sanitario, económico y
social de la pandemia del Covid-19, considerado “el más grande de nuestra
historia contemporánea”, los firmantes sostienen que la vacunación es la única
medida que puede alcanzar resultados contundentes y sostenibles para revertir
la situación actual. E informan que, según expertos en salud publica, “se
requerirá́ vacunar de 3200 a 4100 millones de personas para llegar a la
inmunidad de rebaño a nivel global”.
El manifiesto hace el punto en la brecha entre
ricos y pobres, que se pone en evidencia también en el proceso de vacunación y
en las respuestas sanitarias frente a la pandemia: los países ricos con un 15%
de la población mundial han contratado el 60% de la producción mundial de la
vacuna, y son 13 los países productores de las vacunas y de sus componentes,
los que han establecido “límites explícitos y ocultos a las transacciones
internacionales de las vacunas”. Una de las consecuencias es que los tiempos de
vacunación universal son muy discrepantes entre países pobres y ricos, entre
países “no productores y productores de vacunas”. Son “los pobres – constatan-
los vulnerables, excluidos de las villas, poblaciones o asentamientos humanos
de miseria, los migrantes, los refugiados, los que dependen del trabajo
informal, los ancianos solos, los indígenas, los discapacitados y muchas
mujeres, quienes morirán a la puerta de los hospitales, en la calle o en su
hogar, si no existen prioridades y campañas destinadas para la vacunación de
ellos”.
“Las consecuencias mundiales de la pandemia son
evidentes”, observan los líderes: “incluso un solo país no inmunizado puede
llevar a un bloqueo mundial del tráfico, del comercio y del movimiento de
personas”. Advierten, por otra parte, que el retraso en la inmunización de la
población mundial permitirá también el desarrollo de variantes del virus que
no se pueden tratar con los tratamientos actuales, porque el virus seguirá
circulando y mutando, y afectará la salud de los ciudadanos ya vacunados. A la
vez que recuerdan que la vacunación universal es la consecuencia de un derecho
humano fundamental como lo es el derecho a la salud, aseveran que las vacunas
son un bien público internacional y deben ser asequibles a todos. La pandemia
muestra que “no hay seguridad para nadie si no hay seguridad para todos”,
añaden, pues “mientras el virus continúe en las áreas más pobres del planeta
periódicamente encontrará caminos para regresar también a las más ricas”.
De ahí que soliciten el aumento de los recursos al
programa COVAX, pues con los recursos actuales, si los fabricantes cumplieran
con sus entregas, apenas se lograría vacunar 500 de los 1700 millones de
habitantes de los países pobres y al 20% de los habitantes de países de
ingresos bajos y medios. Los firmantes manifiestan la necesidad urgente de una
“producción adecuada y sostenible de la vacuna en todo el mundo, a un precio
justo y accesible para todos los países, incluidos los de menores ingresos”,
así como de una “distribución simultánea y coordinada” de la vacuna para
reducir, en el menor tiempo posible, la circulación del virus, evitando focos
de resistencia y variantes del virus más mortales y resistentes al
tratamiento. Otro pedido es el de la “libertad de producción de vacunas” y el
de la “suspensión transitoria de los derechos vinculados a las patentes”: no se
trata – escriben - de vulnerar las garantías de la propiedad intelectual, sino
de reconocer que la lógica del lucro debe subordinarse a la protección del
bien público global. También solicitan acuerdos entre empresas farmacéuticas
y fabricantes en países de ingresos medios y bajos y señalan como
“fundamental” el poner fin a las limitaciones a la exportaciónestablecida por
países que fabrican las vacunas o sus componentes, lo mismo que equipos y
medicinas para su tratamiento.
Según los líderes católicos resulta necesario
buscar apoyo financiero de organismos multilaterales y otras fuentes de
cooperación internacional, para asegurar la oportuna disponibilidad de vacunas
para todos, y también “impulsar un genuino espíritu de colaboración” y
establecer los mecanismos para que se haga efectiva la compleja logística de
aplicación de las vacunas, así como para compartir el conocimiento sobre la
bondad y utilidad de las vacunas y para una consistente campaña mediática de
concientización. En vistas a preparar respuestas comunes a próximas pandemias,
consideran importante la investigación científica y la innovación tecnológica
en particular, en los países latinoamericanos.
Devastantes los efectos de la pandemia para los
más pobres y vulnerables que “ya no pueden esperar más”, pues “si no mueren de
la enfermedad, mueren de hambre, mueren por cerrar sus negocios, muere su
dignidad”. Los efectos de la exclusión, advierten, “no son solo sanitarios o
económicos, que son los más visibles”, sino también la pérdida de
autoestima y de esperanza que constituyen “los traumas más difíciles de
curar”.
El manifiesto de la Academia de líderes católicos
concluye con un llamado a que cada uno “tome la vacuna de la solidaridad” para
conquistar a nivel global “la inmunización de rebaño” del aislamiento, la
pobreza y la muerte: “Hay que vacunarse de los virus de la indiferencia, del
egoísmo, de la idolatría del poder y del dinero, de mentalidades del ‘todos
contra todos’ o el ‘sálvese quien pueda’”. Y “cada líder - finalizan - en su
nivel de responsabilidad, ya sea en instituciones multilaterales, iglesias,
gobiernos, empresas, organizaciones de la sociedad civil, individuos, debe
transformar el proceso de vacunación universal en uno de la recuperación de
la esperanza”.
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