Vida Misionera | Redacción Amigo del Hogar
Entrevista con el P. Abzalón, MSC
"Las beatificaciones tienen una fuerza de profecía, de compromiso para nosotros"
El padre
Abzalón Alvarado Tovar es de Guatemala y dentro de su proceso de formación como
Misionero del Sagrado Corazón vivió su etapa de formación entre nosotros, en el
Noviciado Internacional del Centro Vocacional MSC, en Santiago. Fue ordenado sacerdote
en el año 1997.
Tiene una
maestría en teología y un doctorado en psicoterapia. Ha trabajado en parroquias
de Nicaragua y ha impartido clases de teología de la vida religiosa. También ha
sido formador.
Somos una
congregación de una tradición martirial, en el mundo entero tenemos muchos
mártires, unos ya reconocidos como beatos y otros en proceso
En nuestra
Misión MSC en el país es muy conocido y apreciado, se le reconoce su actitud
amistosa y acogedora en el trato, su profundidad en compartir lo específico de
nosotros y su buen humor. Nos ha visitado muchas veces y pensamos lo
significativo que, como guatemalteco, habrá sido esta experiencia de las
beatificaciones. Él conoce de cerca lo doloroso del martirio en la región y la
alegría que supone celebrar estos “testigos” de la fe, cuando quedan tantas
lágrimas por enjugar y tanta dignidad que proclamar y defender para que los
pueblos tengan vida.
Ya habíamos
informado su visita por una semana, luego siguió para compartir el Capítulo
Provincial de Centroamérica y la gran fiesta de las beatificaciones.
Aprovechamos para valorar estos acontecimientos.
Abzalón
nos cuenta de su itinerario en este periplo desde Roma a esta región y su
regreso a Italia.
Actualmente
los itinerarios son en tiempo de pandemia, ¿no? Entonces como Consejo General
podemos físicamente acercarnos poco a las misiones, los viajes son más
virtuales; pero actualmente logramos que algunos del consejo pudiésemos venir a
la beatificación a Guatemala, yo concretamente vine de Roma a Santo Domingo, a
República Dominicana para acompañar una semana esta provincia en su asamblea
electiva para el cambio de lideranzas en esta región, he estado viendo algunas
comunidades, la casa de formación y ahora parto para Guatemala para poder
participar en la última parte de la Asamblea Provincial que ellos tienen y que
están hoy en asamblea electiva también y el día viernes 23 (abril) en la
beatificación de los Misioneros del Sagrado Corazón y laicos del Quiché y
después me quedo unos 20 días acompañando algunas comunidades de la provincia
de Centroamérica y México.
¿Cómo tú valores
desde la Casa General, desde lo que somos nosotros como misioneros, este hecho
tan significativo de las beatificaciones?
Yo creo que
todo está lleno de mucha simbología, pero no por ser simbólico deja de ser lo
más profético y humano, que es el hecho de personas que por su compromiso, su
entrega, su profetismo, su radicalidad, su presencia en los lugares donde la
vida era maltratada, es maltratada, donde la madre tierra estaba sufriendo,
ellos fueron asesinados; o sea, hubo un hecho humano injusto, sangriento, que
hoy lo traducimos en esta simbología de beatificación en que la Iglesia
reconoce las virtudes heroicas, proféticas de hermanos, hermanas en el mundo
que entregan su vida, que arriesgan su vida hasta las últimas consecuencias
como Misioneros del Sagrado Corazón.
Este hecho,
como dije, simbólico pero lleno de humanidad está muy enmarcado en nuestras
constituciones, en nuestra espiritualidad, en nuestro carisma de dar la vida
por los que amamos, de dar la vida como Jesús, de ser el Buen Pastor que está
al lado de las ovejas especialmente de las que más sufren; entonces somos una
congregación de una tradición martirial, en el mundo entero tenemos muchos
mártires, unos ya reconocidos como beatos y otros en proceso, pero al fin en
todos los continentes ha habido personas misioneras, Misioneros del Sagrado
Corazón que han dado su vida, y se les ha quitado su vida violentamente;
entonces es un hecho como digo simbólico, pero que tiene gran fuerza y tendrá
que tener una fuerza de profecía y de realidad para todos nosotros.
¿Crees
que podría generar respuestas vocacionales, despertar más compromisos para
asumir nuestra misión?
Vocacionalmente
creo que es un momento de renovación para todos los misioneros, para recuperar
nuestra identidad misionera y se ha dicho tradicionalmente que la sangre de
mártires es semilla de nuevos cristianos, semilla de nuevas vocaciones. Yo, en
este momento de la realidad de la vida religiosa, lo que más esperaría y
confiaría es que esta sangre martirial nos dé auténticas vocaciones, sino ya la
cantidad -quizás no es así la realidad-, pero sí una calidad de motivaciones
vocacionales, tanto en los que ya estamos, como en los jóvenes que vienen y
ojalá sirva para promover esta opción de vida, el carisma MSC en la vida de la
Iglesia.
¿Cómo se
hará significativo este hecho en nuestras vidas? ¿Cuáles desafíos nos pone por
delante tener “testigos” que dieron su vida?
Para los
Misioneros del Sagrado Corazón en todas las provincias, pero especialmente en
América Latina, el mejor o la mejor forma de celebrar los mártires es seguir
comprometidos con las causas que a ellos los llevaron al martirio que
lamentablemente siguen abiertas, las heridas siguen sangrando; de otra manera,
ya no con guerras civiles, tal vez ya no con dictaduras militares, pero la
gente sigue sufriendo. Las causas que llevaron a estos hermanos a dar la vida
están allí, para nosotros la manera de celebrarlo es viviendo de acuerdo a esa Causa,
luchando contra esas causas que generan injusticia, pobreza, muerte, hoy
comprometiéndonos con la madre tierra, con la gente más sencilla, esa sería
para mí la mejor manera de hacer homenaje a nuestros mártires.
En la
despedida, Abzalón recalcó un hecho muy significativo en estas beatificaciones:
la laicidad. Eran tres sacerdotes y seis laicos. Nos despedimos deseándole una
provechosa estadía en Centroamérica.
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