Día de las Madres | Sandy
Yanilda Fermín
¡Aprendiendo a ser Mamá!
Si vas a mi casa, encontrarás juguetes en
cualquier lugar. Si te acuestas en mi cama, podrías tropezarte con una muñeca,
un carrito o un avioncito. En ocasiones, mi cama se convierte en una pista de
carros o de aterrizaje. La imaginación de los niños es tan hermosa, que nos hace
felices, y más cuando disfrutan de su inocencia y creatividad.
Cuando nos convertimos en madres por primera vez,
no tenemos un ensayo previo de cómo hacer sonreír a nuestros hijos, de cómo cuidarlos.
Simplemente nos sale desde el fondo de
nuestro corazón y, al momento de embarazarnos, Dios coloca por default un chip,
que se llama: “Instinto maternal”. El ser madre, hace que nosotras dejemos
de ser nosotras mismas, para convertirnos en un arcoíris que inicia y no termina jamás, porque desde el cielo,
muchas madres, continúan cuidando a sus hijos.
Cuando mi hijo mayor iba a nacer, me hacía muchas
preguntas:
· ¿Podré cuidarlo si se
enferma?
· ¿Podré despertarme cuando
llore?
· ¿Podré identificar cuando
tenga hambre? ¿Podré cocinarle comidas que no le hagan daño? ¿Podré mantener la
higiene que implica un bebé recién nacido?
· ¿Lo podré acurrucar? ¿no se me caerá? ¿Lo bañaré bien?, etc., etc.
Cuando él nació, simplemente, le di muchas gracias a Dios por enviarlo, y no sólo por él, sino
por mis cinco hijos que él me regaló. Mi
madre respondió muchas de esas preguntas. Haciendo esta reflexión, me comparé con mi mamá y mis abuelas, donde
sin querer, me ayudaron a ensayar en mi vida el ser Mamá. Me gustaría destacar
esos maravillosos momentos que fueron inolvidables para mí:
Mi abuela materna: Cariñosamente “Mamá”. La recuerdo muy alegre,
enérgica, trabajadora y muy luchadora. Recuerdo su bata blanca con bolitas
negras, con dos bolsillos, donde colocaba los palitos para tender ropas. Su
chancleta y su pincho al lado. Y lo mejor, el olor de su comida y el sabor rico
de sus habichuelas. Cuanta nostalgia retiene
mi alma, por ti Mamá. Sé que, desde
el cielo, nos sigue amando a todos.
Mi abuela
paterna:
Muchos de nosotros, les decíamos abuela. Por ella, aprendí a amar a nuestra madre María y a cantarle el Ave María a mis
hijos. Recuerdo su tenacidad con el trabajo fuerte en el campo y su amor
familiar. La recuerdo barriendo el patio con la escoba de ramos. Cierro los
ojos y la veo prendiendo el fogón con leñas y colando ese cafecito con el
colador de tela. La escucho, llamándonos
a comer en la enramada, al medio día. Había una mesa larga y la cotorra
diciéndole: ¡“Pascualita” …! Es como si estuviera allá en vivo, viendo las
gallinas y sus pollitos, comiendo los granos de arroz que dejábamos caer al
suelo. Nos vemos en la eternidad,
Abuela.
Mi madre: Cariñosamente “Ne”. El
recuerdo de niña que tengo de ella, es de una mujer y una madre visionaria,
trabajadora, luchadora, emprendedora, con temor de Dios. Nos enseñó a orar, a cantarle a Dios, a buscarlo, a visitar la iglesia
y sobre todo a leer la Biblia y a amar a la Virgen María. Gracias a ella, por
dedicarnos su tiempo y su amor incondicional. También, gracias a sus
amenazas, como: “cuando yo llegue, que encuentre todo como un diamante”, somos hoy, lo que somos, mis hermanos y yo.
Algo importante, ha mantenido el matrimonio y la unión familiar.
Yo como
madre: Soy
una mezcla de todas, me siento orgullosa de serlo. Muchas gracias a Dios, por tener una generación bendita de madres
inigualables.
Y tú, ¿Eres
un pedacito de cielo, de cada una de nuestras madres y abuelas?
Felicitamos y admiramos, el amor de madre que realizan: las abuelas, las señoras que dejan de
cuidar sus hijos, para cuidar los nuestros. Las tías, las hermanas mayores, las
profesoras que marcaron nuestras vidas con su amor y dedicación, las enfermeras
que cuidan a muchas madres, las parteras en los campos, las vecinas u otras
personas que han servido de ahínco y apoyo a muchos niños que tuvieron la
oportunidad de tenerla como madres y de cuidar de ellos.
Todos los días, son días nuestros. Todos los días,
nosotras las madres, jugamos nuestro papel importante en la vida de nuestra
familia. ¡Dios bendiga a todas las Madres de nuestro País!
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