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    lunes, 10 de mayo de 2021

    Discernir es un estilo de vida


    Otra vida familiar es posible | Fernando Vidal





    Discernir es un estilo de vida


    Discernimiento es una palabra con demasiadas sílabas; siendo algo tan esencial en la vida debería tener tan pocas sílabas como «alma», «mirar», «sentir» o «verdad». Pero La expresión «discernimiento» está llena de palabras darás y sencillas. Mirar con el alma para sentir la verdad es otra forma de decir «discernimiento».


    La alegría del amor pone en el centro de la vida familiar el dis­cernimiento: guiarse por la vida iluminando el camino con el corazón en la mano. En el interior de cada per­sona hay formaciones cognitivas -un sentimiento de fondo- que integran todos los procesos del percibir, pen­sar, recordar y sentir e incluso aquello liminar de lo que no podemos o sabe­mos hablar. Al discernir se busca exa­minar esos «sentimientos de fondo», la verdad que se pronuncia con el sen­tir más profundo. El discernimiento no es relativismo ni subjetivismo sino que es la experiencia de la verdad encarnada en lo concreto.

     

    En realidad discernimos continua­mente. El discernimiento no es un procedimiento excepcional que se realiza cuando hay una gran decisión. Discernir es distinguir, encontrar el camino; es la lógica del seguimiento. El discernimiento es la búsqueda y fidelidad del seguimiento. Discernir es vivir atento a las huellas del cami­no; es elegir vivir con los ojos abier­tos. Se vive todos los días tanto cuanto tomamos decisiones, elegi­mos, buscamos, nos preguntamos, sentimos deseos, nos interpelan. El discernimiento es un estilo de vida.

     

    Hay familias que viven siguiendo ese estilo de vida de discernimiento. No voy a contar la historia de una sola familia sino de un grupo de fami­lias aliadas para vivirlo en común. Se reúnen cada dos semanas para acompañarse e impulsarse en la vida. Cuando se reúnen comparten qué es lo que se ha movido en su interior en esos días. Lo que compar­ten son esos sentimientos de fondo, Lo que de verdad les ha tocado el alma.

     

    El discernimiento es algo que afecta a todos sus días si quieres vivir una vida libremente elegida y no la que te imponen los poderes del mundo. El grupo ayuda a que las familias pongan libertad en todas las situa­ciones en que sienten duda, apatía, lejanía, impotencia o incluso temor.

     

    Las familias construyen su vida de discernimiento sobre un hábito dia­rio al que tratan de ser siempre fie­les: el examen del día. Cada noche o cada mañana se preguntan: ¿cuáles han sido los sentimientos de fondo de hoy? ¿Qué ha ocurrido y qué he hecho? Y lo hacen comenzando por la gratitud, pidiendo luz y libertad a Dios, luego mirando cara a cara a esa jornada, deseando lo mejor y abra­zando el propósito de seguir más de cerca a Jesús.

     

    El examen es algo que las fami­lias tratan que sus hijos aprendan a hacer. Cada día desde que son muy niños les acompañan al final del día y les enseñan a practicarlo. ¿Por qué das gracias hoy? Pedimos luz y liber­tad. ¿Qué es lo más importante que ha pasado? ¿Qué podíamos haber hecho mejor? ¿Cómo seguir más a Jesús en eso? Gratitud, luz, lo que pasó, lo que faltó, el seguimiento. Cinco pasos como cinco dedos de la mano. Hay una aplicación que lo hace fácil de vivir en familia cada día: Examen de conciencia.

     

    Las familias que viven haciendo el examen ignaciano cada día no aña­den más horas a su jornada pero cada hora es más profunda. Se vive con la conciencia de que nada del día se va a perder, todo será recogido en el examen final: como en el Evangelio, al final del día todo será examinado en el amor. Al final de cada día, sola­mente importa el amor. El amor es la luz que lo examina y discierne todo.



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