Otra vida familiar es posible | Fernando Vidal
Discernir es un estilo de vida
Discernimiento es una palabra con demasiadas sÃlabas; siendo algo tan esencial en la vida deberÃa tener tan pocas sÃlabas como «alma», «mirar», «sentir» o «verdad». Pero La expresión «discernimiento» está llena de palabras darás y sencillas. Mirar con el alma para sentir la verdad es otra forma de decir «discernimiento».
La alegrÃa del amor pone en el centro de la vida familiar el discernimiento: guiarse por la vida iluminando el camino con el corazón en la mano. En el interior de cada persona hay formaciones cognitivas -un sentimiento de fondo- que integran todos los procesos del percibir, pensar, recordar y sentir e incluso aquello liminar de lo que no podemos o sabemos hablar. Al discernir se busca examinar esos «sentimientos de fondo», la verdad que se pronuncia con el sentir más profundo. El discernimiento no es relativismo ni subjetivismo sino que es la experiencia de la verdad encarnada en lo concreto.
En realidad discernimos continuamente. El
discernimiento no es un procedimiento excepcional que se realiza cuando hay una
gran decisión. Discernir es distinguir, encontrar el camino; es la lógica del
seguimiento. El discernimiento es la búsqueda y fidelidad del seguimiento.
Discernir es vivir atento a las huellas del camino; es elegir vivir con los
ojos abiertos. Se vive todos los dÃas tanto cuanto tomamos decisiones, elegimos,
buscamos, nos preguntamos, sentimos deseos, nos interpelan. El discernimiento
es un estilo de vida.
Hay familias que viven siguiendo ese estilo de
vida de discernimiento. No voy a contar la historia de una sola familia sino de
un grupo de familias aliadas para vivirlo en común. Se reúnen cada dos semanas
para acompañarse e impulsarse en la vida. Cuando se reúnen comparten qué es lo
que se ha movido en su interior en esos dÃas. Lo que comparten son esos
sentimientos de fondo, Lo que de verdad les ha tocado el alma.
El discernimiento es algo que afecta a todos sus
dÃas si quieres vivir una vida libremente elegida y no la que te imponen los
poderes del mundo. El grupo ayuda a que las familias pongan libertad en todas
las situaciones en que sienten duda, apatÃa, lejanÃa, impotencia o incluso
temor.
Las familias construyen su vida de discernimiento
sobre un hábito diario al que tratan de ser siempre fieles: el examen del
dÃa. Cada noche o cada mañana se preguntan: ¿cuáles han sido los sentimientos
de fondo de hoy? ¿Qué ha ocurrido y qué he hecho? Y lo hacen comenzando por la
gratitud, pidiendo luz y libertad a Dios, luego mirando cara a cara a esa
jornada, deseando lo mejor y abrazando el propósito de seguir más de cerca a
Jesús.
El examen es algo que las familias tratan que
sus hijos aprendan a hacer. Cada dÃa desde que son muy niños les acompañan al
final del dÃa y les enseñan a practicarlo. ¿Por qué das gracias hoy? Pedimos
luz y libertad. ¿Qué es lo más importante que ha pasado? ¿Qué podÃamos haber
hecho mejor? ¿Cómo seguir más a Jesús en eso? Gratitud, luz, lo que pasó, lo
que faltó, el seguimiento. Cinco pasos como cinco dedos de la mano. Hay una
aplicación que lo hace fácil de vivir en familia cada dÃa: Examen de
conciencia.
Las familias que viven haciendo el examen
ignaciano cada dÃa no añaden más horas a su jornada pero cada hora es más profunda.
Se vive con la conciencia de que nada del dÃa se va a perder, todo será
recogido en el examen final: como en el Evangelio, al final del dÃa todo será
examinado en el amor. Al final de cada dÃa, solamente importa el amor. El amor
es la luz que lo examina y discierne todo.
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