Visitación de María |
P. José María Arnáiz, SM*
La visitación de María a Isabel
Ver cómo María ha salido de su casa y emprendido
aprisa un viaje; viaje que es metáfora de todos los viajes de la vida misma. La
mueve un gran proyecto que viene de lo alto. Así muestra que no se puede
existir sin misterio, sin pasión; que no se vive solo de pan sino también de
las palabras de un ángel; que el misterio nos deslumbra, supera y dinamiza.
Isabel, la mayor, se arrodilla ante María, la
joven. Las dos son portadoras de misterio; están profundamente conmocionadas
¡Qué maravillosa la fuerza vital de María! Esta
joven mujer es libre como un pájaro en el aire, como un lirio que recibe el
polen cuando sopla el viento. Es linda está capacidad de María para vivir la
vida como si fuese una germinación continua y saberse pozo de aguas que
fecundarán muchos campos.
En Isabel admira cómo se conjuga el asombro por
una maternidad inesperada con el vuelo y la acción del Espíritu actuando sobre
su esterilidad. Su asombro y exaltación se hacen eco con la alegría y la danza
de la criatura que lleva en sus entrañas. Isabel, la mayor, se arrodilla ante
María, la joven. Las dos son portadoras de misterio; están profundamente
conmocionadas. En ellas todo es sorpresa, asombro y hasta se da una buena parte
de turbación. Contemplarlas es como hacer una lectio divina a dos voces en la
que lo más valioso será la atenta escucha, el agradecimiento y la alabanza que
después nos llevarán a más amar y mejor servir.
Las dos mujeres están profunda e íntimamente
vinculadas entre sí. Con ellas y de ellas nace el tiempo nuevo, el del Reino,
el de Jesús
La escena conmueve y debe conmover a la VC.
Contagia gozo; y un triple gozo y alegría: la del encontrarse, la del creer y
la del servir. Alegría fecunda ya que está ligada a dos nacimientos que van a
cambiar la historia de su pueblo y de la humanidad. Esa historia comenzará
transformando a los protagonistas de la misma: Isabel, Juan y Zacarías y María,
Jesús y José. Este relato está inspirado en el traslado del arca de la alianza
a Jerusalén (2 Sm 6). El arca de la alianza era un cofre de maderas preciosas y
de oro fino que guardaba las tablas de la antigua alianza (Ex 25, 10-22). María
es ahora la nueva arca que lleva a Jesús, la nueva alianza de Dios con la
humanidad.
En esta escena, Dios mismo se filtra en lo cotidiano y en lo que socialmente no cuenta mayormente como sería la vida diaria de las dos mujeres: María e Isabel. Se quebranta también así la centralidad del templo. Se festejan las maravillas del Señor en un lugar sencillo, en un rincón, un camino y en una casa de familia sencilla. Lo maravilloso y extraordinario tiene lugar en lo ordinario y humilde. Ahí se celebra la vida llegada y por llegar. Las protagonistas de la ceremonia son dos sencillas mujeres.
En este maravilloso acontecimiento todo es
encuentro, se junta el Antiguo y el Nuevo Testamento, la juventud y la edad
madura, el “feliz tú por haber creído” y el “todo mi ser ensalza al Señor. Mi
corazón está lleno de alegría porque ha puesto su mirada en mí, su humilde
esclava…”. Las dos mujeres están profunda e íntimamente vinculadas entre sí.
Con ellas y de ellas nace el tiempo nuevo, el del Reino, el de Jesús. Se tiene
la impresión de vivir un momento culminante de la historia.
La grande y buena noticia de la anunciación no ha
llevado a María a ensimismarse y a sumergirse en una reflexión estática del
misterio que se desarrolla en su vientre. Por el contrario, la ha movido a
ponerse diligentemente y con prisa en camino. “Se levantó y se fue aprisa”. ¿De
dónde brota tanta diligencia? El camino físico va desde Nazaret a Ain Karim
situado en las montañas de Judea y relativamente cerca de Jerusalén. El camino
interior ha comenzado con una llamada de Dios, no es un camino recto y llano sino
serpenteante y tortuoso, interpelador y novedoso. El ángel la ha dejado
motivada para emprender una etapa nueva con el encuentro con su prima Isabel.
Está claro que la anunciación estaba pidiendo des- de un primer momento
Visitación. María, la que ha sido anunciada corre a visitar para anunciar.
* Religioso marianista. Fragmento de su
reflexión teológica en la revista clar, Llevar la Vida Consagrada a la
Visitación de María a Isabel y la visitación a nuestra vida cotidiana
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