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    jueves, 6 de mayo de 2021

    Matrimonio: caminar en el amor


    Matrimonio y Familia | Redacción ADH


     


    Caminar en el amor: enamorarse, comprometerse…



    En el matrimonio cristiano no debe haber prisa ni tampoco dejadez, porque la pareja que se encuentra y se recibe en el amor deben vivir su relación de amistad y luego de noviazgo como un proceso que los va a conducir a una mayor conciencia de su realidad de amor que los puede conducir a un proyecto para toda la vida, con la bendición de Dios, en el ambiente de una comunidad, la Iglesia, que los acoge pues son sus hijos e hijas y los acompaña a ese paso definitivo del matrimonio, y con el matrimonio a ser familia, a ser testimonio de pequeña iglesia en la familia.

     

    Por eso el consentimiento del amor mutuo en la Iglesia delante de Dios, es un decir tú y yo somos nosotros, y nosotros seremos fecundos y relacionados

     

    La aventura del matrimonio es un largo camino que tiene que recorrer la pareja. Y hacer un largo camino quiere decir que hay etapas de preparación de los que se van a casar. Tienen un punto de partida y van a alcanzar metas por etapas, van a construir sobre roca sólida como pide la Escritura, van a llevar en su mochila de novios muchos materiales para el camino y tendrán que dejar cosas para alcanzar las mayores, para sustentar sus vidas sobre la roca firme que dice Jesús en el relato que nos dejó en el Evangelio.

     

    Como el edificio no se comienza desde arriba, tampoco el camino se recorre a partir de la meta, porque para llegar hay que establecer una ruta, unos pasos, que conviene y no conviene llevar, el estado de ánimo en el camino, el compromiso de no echar atrás la decisión si realmente se quiere alcanzar el proyecto deseado. Sabemos que alcanzar metas está siempre rodeado de esfuerzos, sacrificios valiosos que satisfacen por el bien que se quiere alcanzar.

     

    Las parejas se conocen, se relacionan y se sienten atraídas, se enamoran y comienzan una nueva etapa que los conduce al noviazgo y si la relación se profundiza, se toma en serio, se comunican y reconocen mutuamente en el amor, entonces los cristianos y cristianas de fe buscarán la bendición de Dios. Y esa bendición tiene una mediación que es la Iglesia, comunidad donde están llamados el hombre y la mujer a vivir como pareja, como matrimonio, como familia. La búsqueda de la bendición de Dios por medio de la realidad sacramental los pone en el camino correcto de la fe. Ellos están reconociendo que se aman y que el amor verdadero viene de Dios y conduce a Dios. Y si Dios es amor, entonces está en el fundamento de su amor y hay que volver los rostros hacia ese Padre bueno para que se haga presente como bendición en la vida de la pareja, en la procreación y cuidado de los hijos, en las tareas que han de realizar en la Iglesia.

     

    De ahí la seriedad del noviazgo como un camino de conocimiento, de amistad, de aceptación mutua y reconocimiento de lo que en ambos hay de luces y de sombras para llegar a la unión matrimonial.

     

    Si la pareja no puede avanzar y profundizar su relación con seriedad, con la gracia de Dios, entonces muchas veces no pasan del enamoramiento, muchos quieren vivir sin compromiso, de manera superficial y no están capacitados o animados para mirar juntos hacia delante. Aquí se puede presentar entonces la ruptura de la relación. Las parejas que siguen delante, unen entonces dos familias, dos historias, dos realidades que se unen para enriquecerse mutuamente, no para fundirse, sino para amarse y ser cada uno complemento del otro. El amor que libera no anula, sino que hace crecer a la persona y ser sí misma. Por eso el consentimiento del amor mutuo en la Iglesia delante de Dios, es un decir tú y yo somos nosotros, y nosotros seremos fecundos y relacionados. Dios será el centro de esa relación y él sostendrá nuestros esfuerzos para caminar. No pueden dejar que el cansancio físico venza el amor. Al formar la familia vendrán dificultades, nuevos desafíos con los hijos, experiencias que los va a enriquecer para que se entreguen mutuamente en el amor constante, fiel, paciente, abierto a la vida.



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