Evangelios | Giuseppe De Rosa
Los años «oscuros» de Jesús en Nazaret
LA «JUVENTUD» DE JESÚS
Jesús pasó los años de su adolescencia y juventud
en Nazaret, donde, viviendo el clima espiritual del «judaísmo del segundo
Templo», que era el clima religioso no solo de Judea sino también de Galilea,
llegó a ser espiritualmente «hebreo». ¿Pero qué podemos decir sobre estos
largos años de Jesús pasados en Nazaret? Aparte del episodio en que se «pierde»
en el Templo, narrado por Lucas (2,41-50), los Evangelios han callado al
respecto.
¿Estaba casado Jesús?
Una característica de la persona de Jesús que lo
volvía profundamente diferente de sus paisanos de Nazaret era el hecho de que
no estuviera casado. El hecho es cierto. Es verdad que en el Nuevo Testamento
no se afirma que Jesús no estaba casado; pero, por una parte nunca se dice,
directa o indirectamente, que Jesús estuviera casado; por otra parte, se habla
de los parientes de Jesús (su madre y sus «hermanos»), pero nunca se dice que
tuviese una mujer o hijos. Se habla también de mujeres que lo seguían en sus
viajes apostólicos y lo asistían a él y a sus discípulos «con sus bienes» (Lc
8,1-3); pero nunca hay el menor indicio de que entre Jesús y alguna de estas
mujeres u otras existiera una relación que se pareciera al vínculo de
naturaleza matrimonial.
Sin embargo, en tiempos de Jesús, el judaísmo
contemporáneo atribuía un importante valor al matrimonio y a la sexualidad, que
consideraba bendiciones de Dios a la humanidad y, al mismo tiempo, el medio
para aumentar el número de adoradores del verdadero Dios, el Dios de Israel, al
punto de que el matrimonio era visto como una obligación de tipo religioso.
Esto hacía que el matrimonio en Israel fuera la regla que comúnmente se seguía.
Por lo tanto, no habría habido escándalo ni extrañeza en su entorno si Jesús
hubiera estado casado; habría sido normal. Sin embargo, cuando Jesús se presenta
en Nazaret, después de haber dejado su pueblo para predicar afuera, sus vecinos
le recuerdan a su padre José, a su madre María, a sus cuatro hermanos y a sus
dos hermanas, pero ninguno le recuerda a su mujer ni a sus hijos: señal
evidente de que no los tenía.
Matrimonio y Celibato
¿Cómo explicamos el hecho de que Jesús ciertamente
no estaba casado, sin tener ninguna prueba o evidencia que avale lo contrario,
lo que nos obliga a decir que tal afirmación «es más probable», pero no
históricamente segura? Notemos, en primer lugar, que si en su tiempo el
matrimonio era la norma, el celibato era practicado por personas y grupos de
considerable importancia, como los esenios de Qumrán (si no todos, con
seguridad algunos) y los terapeutas de los que habla Filón en su De vita
contemplativa.
Pero lo más importante es que en el Antiguo
Testamento hay una gran figura – Jeremías – en la que pudo haberse inspirado
Jesús. Para Jeremías el celibato había sido un símbolo profético del trágico
destino del pueblo de Israel. Jesús pudo haber entrevisto en Jeremías su propio
destino y haber querido imitarlo. No se debe pensar, en efecto, que la decisión
de dejar su pueblo, su familia y su oficio para salir a anunciar el Reino de
Dios haya sido improvisada en lugar de madurada en silencio, en la oración y la
lectura de las Sagradas Escrituras. En particular, en la reflexión sobre las
grandes figuras del Antiguo Testamento: Abraham, Moisés, David y Salomón, y los
profetas Isaías y Jeremías, Elías y Eliseo, todas figuras recurrentes en su
predicación.
La razón que impulsó a Jesús a elegir el celibato no fue ni un ideal de pureza ritual, que nunca tuvo; ni una forma de aversión al matrimonio, que en su vida pública quiso llevar al designio creador de Dios prohibiendo el divorcio; ni una forma de misoginia, ya que entre sus discípulos aceptó a las mujeres; ni una forma de aversión a los niños, a los que en su vida pública trató con mucho afecto y propuso como ideal a sus discípulos.
Celibato por el Reino
La única razón que lo impulsó al celibato fue señalada por él mismo, cuando dijo que «hay algunos que no se casan porque nacieron incapacitados desde el vientre de su madre [es decir, personas que no se casan porque no pueden casarse]; hay otros que fueron incapacitados por los hombres [y, por tanto, no se casan porque no son aptos para el matrimonio]; pero hay algunos que han elegido no casarse por causa del Reino de los Cielos [personas que podrían casarse, pero que voluntariamente no lo hacen para poder dedicarse con mayor libertad y mayor compromiso al reino de Dios]. ¡Quién pueda aceptar esto, que lo acepte!» (Mt 19,12).
Se trata – dice Jesús – de algo que no todo el
mundo puede entender, que no se le da a todo el mundo para que lo entienda,
sino sólo a «aquellos a quienes les ha sido concedido [por Dios]». Así, la
elección de Jesús del celibato tenía una motivación religiosa: fue hecha por él
«para el reino de los cielos», para el anuncio y la realización del Reino de
Dios.
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