Temas de
Salud | Dra. Marcia Castillo
Primera mujer neuróloga, ganadora del premio Nobel,
activista, escritora y subversiva
La indoblegable neuróloga Rita Levi Moltancini
La mujer
acerca su oído a la joven entrevistadora, su
voz tiene ese jadeo que acompaña los años, no obstante su gracilidad, su
lucidez y un discurso libre de poses mantiene en vilo todo el auditórium; en
ese entonces la mujer ronda el siglo de edad y acerca su oído porque ya casi no oye, sus
ojos son dos lunas blancas como su pelo y casi ya no ve; pero eso no le impide
acudir día a tras día al laboratorio,
imparte cátedras donde se apretujan los estudiantes, maestros y científicos del área
no médica, acuden porque esa mujer es Rita
Levi Moltancini, la primera mujer neurólogo ganadora del
premio nobel, activista, escritora
y subversiva, que hizo de la investigación su medio y su
fin.
La
neuróloga italiana a pesar de ser metódica defendía la imperfección, si así es ¡la imperfección!, ya que sin ella no
existiría un motor poético para parir lo nuevo y lo maravilloso, como el “Factor
de crecimiento neuronal” que actualmente en la comunidad médica es algo bien consabido,
pero en ese momento fue toda una revolución abriendo una puerta al
entendimiento de la regeneración neuronal, ese rio turbulento en el que los
neurocientistas estamos aun aprendiendo a remar.
La Dra. Moltancini
nació en Turín y fue en ese año una de las 8 mujeres que logro entrar a la
universidad compitiendo con un centenar de hombres donde muy prontamente su talento
y entusiasmo decantaría a todas luces. Inicio sus trabajos bajo la tutoría del
Dr. Levi, una investigación que se vería casi sesgada por el hostigamiento del
nazismo. Fue así como en un mundo machista y nazista Rita tuvo que continuar su
trabajo de forma clandestina en la cocina de un diminuto apartamento usando
embriones de pollo que en la mañana eran su fuente de estudio, pero talvez en
la tarde sería su escasa ración alimentaria, este periodo impregnado de
carencia y dificultad hizo florecer sus mejores postulados.
Su
compromiso social y humano son elementos y que embellecen su paisaje histórico,
nunca fue indiferente al cambio y asi lo plasman sus biógrafos cuando describen
su enrolamiento como medico auxiliar de la cruz roja durante la guerra; la
sangre, el sufrimiento y tanta vida joven amputada se convertirían en una
esquirla que quedo incrustada en para siempre en su conciencia y redefiniendo
su objetivo vital.
Corría el 1953 cuando surgió la
larga colaboración académica y amistosa con el bioquímico Stanley Cohen, con quien luego compartió el
Premio Nobel de Fisiología o Medicina en 1986 laureando sus
estudios, y especialmente el aislamiento del factor de crecimiento neuronal -un
tipo de proteína que estimula el crecimiento de las neuronas- por el cual entendemos el desarrollo del cáncer y
creamos tratamientos específicos en un tipo de enfermedad
que otrora tenía un pronóstico ominoso.
Amante de
ese maridaje entre arte y ciencia expreso “En los años 40 la atención era más
arte que ciencia y creo que la ciencia sigue teniendo algo de esa belleza”.
Defensora cabal de que las niñas tengan acceso a estudiar a investigar constituyo
una fundación que aún prevalece y testimonia su legado trayendo niñas desde el África subsahariana
para que puedan optar por este tipo de carreras. La recordamos por frases aleccionadoras como “Educa
un hombre y tendrás un hombre educado, educa una mujer y tendrás una familia
educada, un pueblo educado y un mundo educado”, otras más intimistas como “Que
se te arrugue la piel, pero no el cerebro”.
104 años pesaban
sobre su espalda cuando murió plácidamente al dormir, su legado trascendió y
trascenderá a las futuras generaciones, Moltancini al igual que otros prodigios
que forman parte de las minorías vivió con la espada de Damocles pendiendo
sobre su cabeza y asumiendo que cada prodigio viene signado con una cuota de
sacrificio intransferible. Esa fue y es Rita Levi Montalcini, neuróloga, premio
nobel y mujer que no se dejo doblegar ni por los años, ni por la guerra, ni por
la sociedad que aliena lo diferente, hoy brindamos en su honor. ADH 857
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