Cultura y Vida | Lic.
Pedro B. Grullón T.
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León Bloy |
Filosofía, arte y cristianismo
En esta sencilla
reflexión, hemos tomado en consideración algunos aportes del destacado
intelectual y sindicalista dominicano José Gómez Cerda y algunas ideas del
brillante pensador francés Jacques Maritain, discípulo de León Bloy. Este ayudó
en la conversión al catolicismo de Maritain y su esposa Raissa; especialmente
contribuyó la novela de Bloy “Mujer Pobre”.
Jacques Maritain escribió “Arte
y Escolástica” donde reúnen los elementos de la doctrina tomista del arte.
Proyecta las bellas artes a la luz del pensamiento de Santo Tomás de Aquino (tomismo).
Este, a su vez, sigue la doctrina de Aristóteles y distingue la filosofía como
experiencia y razonamiento, y la teología como revelación (Fe–Sagrada
Escritura) a través de la tradición y el magisterio eclesiástico.
La escolática o enseñanza
filosófica medieval en la que predominan los preceptos de Aristóteles,
establece que la inteligencia tiene funciones especulativas y prácticas, como
es el arte. Este crea cosas capaces de emocionar el alma humana como una
continuación de la creación de Dios. De ahí que se diga que el sabio es un
intelectual que demuestra y el artista es un intelectual que obra.
Las condiciones de la
belleza según Santo Tomás de Aquino son: integridad, perfección, proporción y
claridad.
El objetivo del arte y los
artistas es brindar el gozo al espíritu humano, el deleite espiritual.
Santo Tomás de Aquino,
siguiendo a Aristóteles, dice: “Nadie puede vivir sin deleites. Por eso, quien
se ve privado de los deleites espirituales, busca los carnales.”
Maritain aconseja que el
artista debe dominar algo fundamental que es la fe, una dimensión más amplia
que el simple conocimiento de lo material… la vida.
El encuentro del arte con
Dios, espiritual, desde donde se puede abarcar el universo y encontrar las
emociones necesarias para la inspiración espiritual, la creación de una obra.
Se considera a Jacques
Maritain como un modelo para los jóvenes artistas que desean obrar con un
sentido cristiano. Se advierte que existen muchas provocaciones y atractivos
comerciales y de dinero, tentaciones sutiles y fáciles que invitan al
cesamiento del hábito intelectual, llegando a disminuir y corromper al artista.
Esto puede evitarse con la moralidad cristiana.
Estas ideas invitan a
filosofar, hacer arte y actuar en sentido general con las directrices
cristianas que dan pábulo y sostén para el desempeño de una recia moral
incorruptible como el ciprés. Es el sello de garantía para producir con
seguridad dejando un legado valioso a la humanidad. ADH 678.
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