Meditación | Pastoral Juvenil MSC
Oración para Jóvenes
Si un joven tiene inquietud vocacional, su
búsqueda pasa por el camino de la oración, donde establece un diálogo con el
Señor, que es quien llama. La oración nos introduce en el Misterio de su amor
que nos impulsa a descubrir cuál es nuestra vocación, por cuáles caminos se ha
de conducir nuestra misión en la Iglesia y en el Mundo. Proponemos esta
oración:
Sólo te pido tres cosas Señor: dame fe, dame generosidad, dame valor; en
una palabra, dame amor…
Jesucristo, estaba esperando este momento desde hace mucho tiempo.
Necesitaba un rato a solas para hablar contigo y, sobre todo, para escucharte.
La verdad es que, si soy sincero, Tú no dejas de enviarme tus mensajes. Lo que
pasa es que no siempre los quiero recibir. A veces los ahogo con música, con
amigos, con ruido... Pero, -no te lo puedo negar- siento un gran vacío, aunque
a los demás les parezca lo contrario.
En cambio, cuando luego viene tu invitación serena, se inunda el corazón de
luz y de paz: «Sígueme». En cuanto en lo profundo de mi conciencia percibo esa
invitación, mi corazón se estremece pues sé que, entre cientos, entre miles de
jóvenes has puesto tu mirada en mí. Pero ¿por qué, Señor, por qué a mí? ¿qué
tengo yo de especial para que me llames a seguirte, a ser tu discípulo
predilecto?
Entonces me viene a la mente la escena del llamamiento de los primeros
discípulos y me digo a mí mismo: «Bueno, ¿y qué tenían de especial Pedro,
Santiago, Juan, Andrés...? ¿No eran hombres como los demás? ¿No tenían pecados
como los demás? ¿No eran débiles, traidores y cobardes, como los demás?». Pero
Tú los elegiste: «No son ustedes los que me han elegido. Soy yo quien los he
elegido». Y me sobrecoge pensar que ellos, esos pobres pescadores del lago de
Tiberiades, no dudaron en dejar sobre la playa, muertas para siempre, esas
redes que representaban toda su vida.
Y a mí me cuesta tanto dejar mi familia, las comodidades del hogar, el
cariño de mi novia, las posibilidades de mi carrera, mis planes personales, mi
libertad...
Pero, por otro lado, también Tú me atraes y me atraes con una fuerza
especial pues Tú eres mucho más que cualquier persona o cosa en este mundo. Me
atrae tu personalidad, tu generosidad hasta el límite, tu ternura para con
nosotros los hombres, la mansedumbre de tu corazón, la grandiosidad de tu
Reino. Sé que a tu lado encontraré la auténtica felicidad, que Tú apagarás mi
sed de eternidad, que contigo dejaría una huella indeleble a mi paso por este
mundo, haciendo el bien en tu nombre.
Pero, me da miedo. Me da miedo lanzarme a una aventura en la que me juego
todo, aunque también sé que lo puedo ganar todo. Dame generosidad, Señor, para
lanzarme sin titubeos tras de Ti, para cortar las amarras que me atan a la
orilla y me impiden echarme a la mar del mundo contigo como capitán de mi
barco. Dame valentía, dame fuerza. Sé que no tendré visiones, ni apariciones,
ni nada.
Pero tu voz no dejará de oírse en el interior de mi alma con una claridad
que no admite lugar a equívocos: «Sígueme», será tu invitación imperturbable.
Te seguiré, Señor. Te seguiré, a dondequiera que vayas y me lleves. Iré
contigo llevando mi cruz y resucitando contigo para salvar al mundo. Sólo te
pido tres cosas: dame fe, dame generosidad, dame valor; en una palabra, dame
amor. ADH 710
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Promueve el diálogo y la comunicación usando un lenguaje sencillo, preciso y respetuoso...