Opinión | Padre William
Arias
República
Dominicana en el aire
En un reciente conversatorio con el antropólogo
Carlos Andújar, auspiciado por el Instituto Nacional de Pastoral (INP), ante
una cuestionante de los participantes acerca del país y su situación en el
Caribe. Nos decía, que estamos muy lejos de las demás islas, aunque estemos
cerca, ya que sus habitantes son negros en su mayoría y nosotros mulatos y
blancos, además de la diferencia idiomática.
Esto me hizo recordar un diálogo de mis años de
estudiante en España, entre compañeros provenientes de diversos países
latinoamericanos, en donde un nicaragüense, después de haber vertido yo una
opinión sobre el continente me dijo, que en sí los dominicanos no éramos
latinoamericanos, ya que el elemento indígena, presente a lo largo de todo el
continente, en nosotros no existe, ni está presente, lo que nos deja a nivel de
relación caribeña y de identificación latinoamericana en el aire.
Como pueblo hemos vivido unos procesos históricos
y sociales muy propios y atípicos en relación a las otras naciones que nos
rodean, tal vez nuestros vecinos haitianos sí han entrado en esas dinámicas
unitarias que nos excluyen, como en el caso caribeño, pues en encuentros y
reuniones eclesiales concernientes al Caribe, he visto cómo Haití encaja
perfectamente en ese universo, sobre todo en el francófono, y ayudado por el
elemento de la negritud en la mayoría de sus habitantes.
Nosotros nos definimos caribeños por estar
enmarcados en esta región peculiar del mundo, ubicada en una parte céntrica del
planeta, por el clima que nos afecta, bañados por el mar Caribe (de ahí lo de
caribeños), los huracanes que nos azotan, por nuestras hermosas playas y el
vivir del turismo, pero a la hora de representar esta región, salen a relucir
los elementos típicos más propios del Caribe anglo, con el estilo de vestir,
peinados rasta, música típica de estos lugares y caricaturas o fotos de
individuos afroamericanos de piel oscura. Por eso no es raro que nos cueste
entrar en relación estrecha a todos los niveles, con estos pueblos tan cercanos
pero tan distantes de nosotros.
A nivel latinoamericano, el elemento indígena se
esfumó desde los comienzos de la colonización. No participamos del elemento
unificador de Suramérica que fue el proceso de independencia bajo el fusil de
Simón Bolívar, incluso fuimos rechazados por éste cuando intentamos entrar en
él, lo mismo con Centroamérica donde se dieron unos hechos muy comunes en esas
naciones, de los cuales ni noticias por acá se ha tenido. Es como si nosotros
en cuanto a la relación con el gran continente hemos hecho camino solos y por
nuestra cuenta. Ser isla siempre aísla, y media isla aún más, la identidad que
se desarrolla siempre es especial o no común, tal vez algo así nos ha tocado en
medio de este concierto de archipiélago caribeño y frente a la gran tierra
latinoamericana, podríamos pensar que tal vez somos más afines a Cuba y a
Puerto Rico, pero ambas han hecho también un caminar especialísimo, que pesa
sobre ellas todavía aún más, que harían del estudio detenido de estas tres
islas, un “bestseller” merecedor del Nobel.
Como dio a entender Carlos Andújar, en el
conversatorio ya citado, somos un pueblo con cultura e identidad propia, la
cual se ha ido realizando a través de nuestra historia y de múltiples contactos
con grupos e individualidades que se han dado cita en nuestro territorio, ya
sea de manera deliberada, o como decía él, a veces por unos juegos “traviesos
de la historia”, hemos hecho camino histórico y cultural como muchos pueblos de
la tierra. Tal vez nos han faltado unos elementos de mayor cercanía e identidad
con otros, de ahí lo del aire, pero en sí, hoy día sabemos de dónde venimos, en
dónde estamos, pretendemos determinar a dónde queremos ir y qué seremos, pero
eso… solo Dios lo sabe.
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