Fe y Vida | Benedetta Capelli/VN
Edith
Stein, el don de la vida contra la intolerancia
"Una mártir, una mujer coherente, una mujer que busca a Dios
honestamente, con amor y una mujer mártir de su pueblo judío y cristiano".
Así definió el Papa Francisco a Santa Teresa Benedicta de la Cruz, a quien la
Iglesia celebra este 9 de agosto. Una figura que todavía hoy ilumina el camino,
especialmente para Europa, de la que es copatrona.
Una hija querida de la Iglesia que ha reconocido su testimonio de fe, de
amor, su ser "luz en la noche oscura", como definió Benedicto XVI a
Edith Stein. Nacida en la Silesia alemana en 1881 en el seno de una familia
judía, se hizo filósofa y luego se convirtió al catolicismo, sin negar nunca
sus orígenes judíos, porque le llamó la atención la vida de Santa Teresa de
Ávila.
Se convirtió en religiosa carmelita con el nombre de Teresa Benedicta de
la Cruz y durante los años de la persecución nazi fue trasladada a Holanda.
Pero fue aquí, en el Carmelo de Echt, donde escribió su deseo de ofrecerse
"como sacrificio de expiación por la verdadera paz y la derrota del reino
del Anticristo".
Dos años después de la invasión nazi de los Países Bajos, en 1940, fue
llevada a Auschwitz junto con otros 244 judíos católicos como acto de
represalia contra el episcopado holandés, que se había opuesto públicamente a
las persecuciones. Murió en el campo de exterminio junto con su hermana Rosa,
que también se había convertido al catolicismo.
El amor cura el dolor
San Juan Pablo II la canonizó el 11 de octubre de 1998, destacando su
"camino en la escuela de la Cruz" y mostrando cómo el amor hace
fecundo incluso el dolor. Al año siguiente la elevó a copatrona de Europa junto
con Santa Catalina de Siena y Santa Brígida de Suecia. La editorial Città Nuova
ha presentado recientemente la serie "Obras completas de Edith
Stein". La editora es la profesora Angela Ales Bello, profesora emérita de
Historia de la Filosofía Contemporánea en la Universidad Pontificia Lateranense
de Roma y presidenta de la Asociación Italiana Edith Stein.
La profesora destaca las similitudes entre el momento histórico actual,
marcado por la pandemia, y el que vivió Santa Teresa Benedicta de la Cruz,
condicionado a su vez por la gripe española.
- ¿Qué nos pueden decir hoy la historia y el
pensamiento de Edith Stein en medio de una emergencia pandémica? ¿Cuál es su
mensaje?
Yo diría que el mensaje tiene varias lecturas. En primer lugar, se trata
de actuar en la historia y, por tanto, de ser capaces de convertirnos, dentro
de nuestro propio ámbito de actuación, en verdaderos protagonistas de una
acción orientada al bien, naturalmente no sólo al nuestro, sino también al de
los demás. Y aquí es sumamente importante el concepto de "comunidad"
que propone Stein, una comunidad que significa solidaridad y asunción de
responsabilidad mutua. Se trata, pues, de un mensaje moral basado en una
dimensión fundamentalmente religiosa, judeo-cristiana.
- El Papa Francisco ha destacado sus valientes
elecciones, tanto en su conversión a Cristo como en la entrega de su vida
contra toda forma de intolerancia y perversión ideológica. ¿Cree que hay
aspectos de esta figura que son menos conocidos hoy en día?
Ciertamente es una figura completa y compleja. Complejo significa que es
difícil captar todos los matices de su personalidad. Mi largo conocimiento de
los escritos de Stein me ha permitido entrar en sintonía, al menos así lo creo,
con una persona valiente hasta la médula, y así lo demuestra también su
participación en la Primera Guerra Mundial como enfermera de la Cruz Roja en su
juventud, en contra del consejo de su familia porque el trabajo era
naturalmente muy arriesgado.
Se encontraba en un hospital donde también había enfermos de tifus y,
por tanto, en una situación muy difícil. Pero no sólo este elemento muestra su
valentía, también la forma en que afrontó su, conocida como conversión
religiosa con respecto a su familia que, por supuesto, no podía aceptar este
paso a una visión diferente a la del judaísmo. Y de nuevo en el momento de la
persecución, es realmente un ejemplo extraordinario de la serenidad interior
que da la conciencia de la fe para afrontar cualquier situación negativa.
Del 5 al 9 de agosto fue trasladada a Auschwitz junto con su hermana,
que la había seguido al Carmelo de Echt, en Holanda. Según el testimonio de
algunos de los supervivientes, se dedicó especialmente a cuidar de los niños
que a menudo habían sido abandonados por sus madres, que ya no podían ocuparse
de ellos por la angustia y el dramatismo de la situación. En sus escritos habla
de la fuerza espiritual que puede contrarrestar todas las situaciones negativas
de la vida, incluso cuando falta lo que ella llama la fuerza vital.
- ¿Qué imagen de Edith Stein recuerda la colección
de la que usted es editora?
En primer lugar la de pensadora, no hay que olvidar toda su
investigación filosófica. Tenía una capacidad teórica y la habilidad de intuir
inmediatamente los elementos fundamentales ante una situación problemática y
extraordinaria. La suya era una gran inteligencia en el sentido de la
comprensión. Su reflexión se centró fundamentalmente en el ser humano, pero
luego desde el ser humano en su singularidad pasó a los demás: de ahí el gran
tema de la intersubjetividad, de la interpersonalidad.
La enseñanza de Stein sobre el proceso educativo es sumamente
importante, y es fundamental no sólo para los jóvenes, a los que naturalmente
presta gran atención en las escuelas y las familias, sino también para una
educación que podríamos definir como permanente, recíproca y para toda la vida.
Sus obras son realmente una muestra extraordinaria de su excepcional actividad
intelectual; es una de las más grandes filósofas de todos los tiempos. Stein
es, en mi opinión, un faro y, al mismo tiempo, va unida a otras pensadoras que
demuestran que las mujeres tienen una extraordinaria capacidad teórica. Stein,
que dio clases en el instituto durante muchos años, decía que sus alumnas
tenían grandes capacidades metafísicas, para captar con precisión la esencia de
los fenómenos fundamentales de la relación entre el ser humano y Dios, el ser
humano y el mundo.
Publicado por Vatican News:
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