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    miércoles, 11 de agosto de 2021

    Santa Clara, modelo de valentía en el seguimiento de Cristo


    Vida Religiosa | Tiziana Campisi/VN

     


    El Papa: Santa Clara, modelo de valentía en el seguimiento de Cristo

     

    En la audiencia general de esta mañana, Francisco ha recordado a la fundadora de la orden de las Clarisas, en el día de su memoria litúrgica, como un ejemplo luminoso de su total adhesión a Cristo. Sor Massimiliana Panza explica: "Esta joven de Asís no huyó del mundo, sino que se recluyó en el claustro para hacer vida comunitaria sin olvidar a los pobres y al prójimo.

     

    "Supo vivir su adhesión a Cristo con valentía y generosidad": con estas palabras el Papa Francisco ha recordado esta mañana, en la audiencia general, a Santa Clara de Asís, cuya memoria conmemora hoy la Iglesia. El Pontífice también exhortó a imitar su "modelo luminoso", invitando a "responder con fidelidad a la llamada del Señor" como lo hizo ella. La opción radical de Clara no significó alejarse del mundo, sino abrirse misericordiosamente a los demás y especialmente a los pobres, como explica la hermana Massimiliana Panza, clarisa urbanista del monasterio de Santa Chiara de Ravello:

     

    Entrevista con la hermana Massimiliana Panza

     

    ¿Qué está en el origen de la elección de Santa Clara?

    El proyecto de Clara era observar el Evangelio, viviendo en obediencia, sin nada propio y en castidad; éste es el incipit de su regla. La elección de Clara de la vida de clausura no era el fin, sino un medio para vivir su vocación de obediencia radical a Cristo a ejemplo de Francisco. Su elección de vivir el Evangelio en la clausura fue una nueva forma de ser pobre en el mundo, compartiendo la suerte de los últimos, para hacer visible y creíble el mensaje evangélico de la misericordia. La misericordia significa tener el corazón cerca de los que viven en la pobreza y la miseria espiritual o material. Por lo tanto, la elección de la vida de clausura para Clara no fue una huida del mundo, sino una apertura misericordiosa al mundo que la rodeaba, para que pudiera ser un regalo para los pobres, para los pobres espirituales y materiales, como una extensión de lo que Dios ha hecho con nosotros.


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    Clara no vio la clausura como una vida confinada y cerrada al mundo, sino que descubrió en ella la grandeza del corazón humano habitado por Dios...

    Por el contrario, descubrió la grandeza del corazón humano habitado por Dios... Fue la grandeza del corazón humano habitado por Dios lo que descubrió y lo que la llevó a hacer esta elección oblativa de una vida contemplativa de clausura. Hay dos contenidos esenciales: compartir la vida con los últimos y contemplar el corazón humano habitado por Dios. Esto implica, en primer lugar, el conocimiento de todo lo que nos rodea y, sobre todo, la meditación continua y asidua de los acontecimientos de la vida personal, comunitaria, social y eclesial, a la luz de la palabra de Dios, para poder unificar y comprender, en la medida de lo posible, el sentido último del mundo. Eso es la contemplación: meditar y ver esa línea de unificación entre el cielo y la tierra.

     

    Los escritos de Clara revelan también una mirada amplia, abierta a Dios y al mundo. En definitiva, la "plantita" de Francisco estaba atenta a la realidad circundante: a las compañeras con las que vivía, a los acontecimientos de su ciudad, a los que se acercaban a ella. ¿Cómo se abren las clarisas al mundo de hoy?

    A través del testimonio de la vida fraterna y del apostolado de la oración, en los encuentros con la gente, virtuales, en este período, y físicos con cualquiera que quiera detenerse, juntos, a rezar o simplemente a compartir su historia. Digamos que la reflexión continua, a la luz de la palabra de Dios, es el gozne de nuestra jornada, que, de hecho, concretamente, se desarrolla en una alternancia de oración, meditación, trabajo y fraternidad; en un intento, donde y cuando sea posible, de compartir nuestra jornada, nuestra vida cotidiana, con quien quiera.

     

    Usted es una monja en el monasterio de Ravello, en la costa de Amalfi, ¿cómo encaja en el contexto social?

    Aquí, en la costa, es un lugar muy especial y hermoso, ya estamos, se podría decir, en el paraíso. Es una zona turística, por lo que también está influenciada por este tipo de actividad. Por tanto, nos insertamos en el sentido de poder proporcionar, en la medida de lo posible, un refresco espiritual a quien lo desee, compartiendo una jornada, una oración, una adoración eucarística. Antes de la pandemia, se celebraban encuentros espirituales o retiros con niñas, candidatos a la Confirmación o niños de Primera Comunión.

     

    ¿Qué puede hacer quien quiera conocer su forma de vida y la realidad monástica clariana?

    Sólo tiene que ponerse en contacto con nosotros. Tenemos nuestra propia página web o número de teléfono. Puede escribirnos, organizar un día de retiro o un encuentro personal con nosotros, una entrevista, o simplemente pasar por delante y llamar a la puerta.

     

    ¿Cuál es el mensaje más actual de Clara de Asís?

    La vuelta a lo esencial. A la vida sencilla hecha de pequeños gestos cotidianos, de amor al hombre, al prójimo y a todas las criaturas. Por tanto, respeto y conciencia de la sacralidad de todas las criaturas, de toda la creación, sin olvidar que todo ello es expresión de un amor gratuito y total, que también nosotros, en definitiva, debemos y podemos imitar. En primer lugar, hacia nosotros mismos, hacia el prójimo y también hacia las demás criaturas.

     

    En este momento de la historia, pues, este retorno a lo esencial es aún más visible. Todos hemos sido un poco probados por la pandemia, todos nos hemos visto obligados a reducir todas las cosas a lo esencial, las relaciones interpersonales, la vida social, el trabajo, el espacio y el tiempo. Es una especie de suspensión de todo, se podría decir que todos hemos vivido un poco de reclusión, todos hemos probado lo que significa la reclusión, y estoy seguro de que en este periodo nos hemos dado cuenta de que si el espacio y el tiempo en el claustro, y por tanto las relaciones interpersonales, no están habitados, llenados por una presencia que sea importante para nosotros, corremos el riesgo de alienarnos. Para nosotros la presencia es una persona, es Jesucristo, que es Dios, que es amor. Y esto lo podemos experimentar todos.

     

    Publicado por Vatican News: 

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